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El altruismo, una conducta que a menudo se asocia con la generosidad y el desinterés, no sólo es una característica humana, sino que también tiene raíces profundas en el reino animal. Según informó un reciente análisis, esta tendencia a ayudar a otros sin esperar una recompensa inmediata puede observarse en especies como aves y primates, que realizan acciones como el acicalamiento recíproco.
Sin embargo, en los seres humanos, estas prácticas altruistas pueden adquirir matices más complejos, incluyendo dilemas éticos y cuestionamientos sobre su efectividad.
De acuerdo con el artículo de Tara Ceranic Salinas, profesora de ética empresarial, publicado en Psychology Today, los actos altruistas en los humanos no siempre implican una reciprocidad directa. Por ejemplo, compartir comida con un amigo que olvidó su almuerzo o donar dinero a una causa benéfica son gestos que, aunque no buscan una retribución, generan beneficios emocionales para quien los realiza.
Los matices complejos detrás de hacer favores
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Según lo que señala la profesora, este tipo de acciones no sólo ayudan a quienes más lo necesitan, sino que también refuerzan la percepción positiva de quienes las llevan a cabo, un fenómeno conocido como el “efecto halo”, que hace que las personas que actúan de manera altruista sean vistas como moralmente buenas en general.
El análisis de Salinas destacó que muchas de las tendencias altruistas humanas tienen paralelismos en el comportamiento animal, como es en el caso de los primates o las aves, que practican el altruismo recíproco, el cual implica un sacrificio momentáneo, como distraerse del entorno mientras acicalan a otro miembro de su especie.
Este acto, aunque los pone en riesgo, se realiza con la expectativa de que la ayuda será devuelta en el futuro, comportamiento que, aunque instintivo, refleja una forma de cooperación que también se observa en las interacciones humanas.
Sin embargo, en los seres humanos el altruismo puede ir más allá de la reciprocidad, pues las personas suelen realizar actos de bondad sin esperar nada a cambio, como donar dinero a una organización benéfica o ayudar a un desconocido pero estas acciones no sólo benefician a quienes las reciben, sino que también generan una sensación de bienestar en quienes las realizan.
Según Tara Ceranic Salinas, este sentimiento positivo puede ser una de las razones por las que el altruismo se mantiene como una práctica común en las sociedades humanas pero esto dio origen al concepto de altruismo eficaz, popularizado por figuras como Peter Singer y organizaciones como GiveWell, que plantean una perspectiva diferente sobre cómo se debe ayudar.
Según este enfoque, muchas de las formas tradicionales de hacer el bien son ineficaces y no generan el impacto deseado. En lugar de simplemente donar dinero o realizar actos de bondad al azar, el altruismo eficaz busca identificar las maneras más eficientes de maximizar los beneficios de cada acción altruista.
A pesar de los beneficios asociados con el altruismo, el análisis también señala que esta práctica puede generar dilemas éticos. Uno de los principales cuestionamientos es si los actos altruistas pueden ser utilizados como una excusa para justificar comportamientos poco éticos en otros ámbitos. Por ejemplo, una persona que realiza donaciones generosas podría sentirse moralmente autorizada a actuar de manera cuestionable en otras áreas de su vida, creyendo que sus buenas acciones compensan sus errores.
Además, los actos de bondad, aunque bien intencionados, pueden tener consecuencias inesperadas. Según el análisis, los simples gestos altruistas a veces conducen a resultados complejos, especialmente cuando no se consideran las implicaciones a largo plazo de estas acciones. Esto plantea la necesidad de reflexionar sobre cómo se realiza el altruismo y cuáles son sus verdaderos efectos en las personas y las comunidades involucradas, así como detectar posibles personas que abusen de la bondad.
Cómo detectar a las personas oportunistas
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De acuerdo con el psicólogo Arturo Torres, las personas oportunistas están presentes en cualquier lugar y se les conoce por tener la capacidad de adaptarse a las circunstancias para obtener beneficios personales, incluso si esto implica perjudicar a otros.
Aunque no siempre es fácil detectarlas, comprender sus características puede ayudar a minimizar su impacto negativo, por eso es importante prestar atención, pues no necesariamente existe un conjunto fijo de rasgos, ya que estas características no son inmutables.
Sin embargo, el experto mencionó en el portal Psicología y Mente que existen patrones de comportamiento que permiten identificar a este tipo de individuos. Entre ellos, destacó que tienen habilidad para manipular situaciones y personas, lo que puede derivar en dinámicas perjudiciales tanto en el ámbito profesional como en el personal.
Además mencionó que uno de los aspectos más llamativos de las personas oportunistas es que algunas tienen rasgos psicopáticos, es decir que pueden tener una falta de empatía, así como una capacidad para actuar de manera fría y calculadora.
Estas personas suelen proyectar una imagen seductora y carismática, lo que les permite manipular a otros para que actúen en su beneficio, muchas veces sin que las víctimas sean conscientes de ello.
El medio explicó que la clave de esta manipulación radica en la ausencia de culpa y en la facilidad para ocultar sus verdaderas intenciones. Aunque no necesariamente recurren a la violencia directa, su comportamiento puede ser despiadado, especialmente cuando se trata de alcanzar sus objetivos .
Otro rasgo distintivo de las personas oportunistas es su capacidad para adaptarse a las circunstancias. Según lo publicado en Psicología y Mente, este comportamiento responde a su interés por maximizar los beneficios personales, incluso si esto implica romper compromisos previos o traicionar la confianza de quienes los rodean.
Esta adaptabilidad no siempre es evidente a primera vista, ya que los oportunistas suelen camuflar sus intenciones bajo una apariencia de cooperación o interés genuino. Sin embargo, con el tiempo, sus acciones tienden a revelar un patrón en el que las relaciones y los acuerdos son utilizados como medios para alcanzar fines propios.
Sin embargo, el psicólogo mencionó que aunque las características mencionadas pueden ser útiles para identificar a las personas oportunistas, estos rasgos no son permanentes ni inmutables. Toda persona tiene la capacidad de cambiar y de desarrollar comportamientos más éticos y empáticos si se lo propone.
Además destacó que reconocer estos patrones en uno mismo puede ser el primer paso para evitar que este tipo de actitudes afecten negativamente a las relaciones personales y profesionales.