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En el ámbito de la comunicación, el uso de frases pasivo-agresivas puede ser más común de lo que se piensa, y sus consecuencias, más perjudiciales de lo esperado. Según un artículo publicado por Cuerpo Mente, el periodista y experto en oratoria, John Bowe, advirtió que este tipo de lenguaje, caracterizado por decir algo que en realidad no se piensa o se siente, es uno de los peores hábitos comunicativos.
Esta forma de expresión, que busca evitar conflictos directos, termina generando incomodidad y malentendidos tanto en relaciones personales como profesionales. De acuerdo con Cuerpo Mente, Bowe, autor del libro Tengo algo que decir: dominar el arte de hablar en público en una era de desconexión, el lenguaje pasivo-agresivo no sólo es ineficaz, sino que también puede dañar la confianza y la claridad en las interacciones.
Para abordar este problema y entenderlo de mejor manera, el experto mencionó siete frases que comúnmente se utilizan, proponiendo alternativas más asertivas que promueven una comunicación saludable y efectiva.
Frases pasivo agresivas y sus implicaciones
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Una de las expresiones más habituales que Bowe destaca es “No pretendo ofender, pero…”. Según el análisis del experto, esta frase junto con variantes como “odio ser quien diga esto” o “sin ofender”, suele preceder a comentarios que, en realidad, resultan ofensivos.
Aunque se presenta como una fórmula de cortesía, lo que realmente transmite es una falta de sinceridad y una intención de suavizar un mensaje que inevitablemente causará molestia. Este tipo de expresiones no sólo confunden al receptor, sino que también pueden deteriorar la relación entre las partes involucradas.
Al discutir y decir “como quieras”, John Bowe señaló que transmite desacuerdo o insatisfacción sin abordarlo directamente y sin la intención de ser constructivo, razón por la que sugiere utilizar frases que demuestren empatía y entusiasmo, dejando de lado la envidia
El experto también sugiere que cuando alguien nos comparte una noticias importante, en vez de utilizar frases carentes de interés, se recurra a una felicitación honesta en lugar de una oración basada en sentimientos de “celos bajo la apariencia de un pseudoelogio”.
Cuando alguien pregunta cómo nos sentimos porque genuinamente tiene interés por saber cómo estamos, en vez de responder un simple “estoy bien” y evadir el problema. Según lo que explica Bowe, “este es el equivalente verbal y superficial de poner los ojos en blanco”, por lo que sugirió corregirlo en cuanto sea posible. Como recomendación, sugirió comentar que el tema resulta incómodo y que se prefiere hablar después.
Otro recurso que suele utilizarse es el “jamás podría hacer eso”, una frase de admiración que aunque parece inocente y se dice como cumplido muchas veces, puede esconder una profunda carga de juicio o crítica que daña las relaciones, razón por la que el experto en comunicación recomendó demostrar interés genuino.
Sin embargo, destacó que no existe un comentario más pasivo agresivo que una falsa disculpa, ya que la mayoría de las veces se dice después de un insulto lanzado intencionalmente y esto lejos de ayudar, puede intensificar el roce entre los interlocutores. Aunque arrepentirse de algo hiriente es algo normal, Bowe señaló que lo importante es afrontarlo con honestidad.
El orador señaló que la frase “haz lo que quieras”, es una que va colmada de “desprecio silencioso, desaprobación y frustración” al mismo tiempo, ya que es prácticamente imposible imaginarla en un tono que no sea pasivo-agresivo.
En este caso, el experto sugirió afrontar la situación con madurez y asertividad, razón por la que aconsejó utilizar alternativas contundentes y sencillas como “no estoy de acuerdo.
Por qué no recurrir a las fórmulas pasivo-agresivas
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En lugar de recurrir a estas fórmulas, Bowe aconsejó optar por una comunicación más directa y honesta. Esto implica expresar las ideas de manera clara y respetuosa sin intentar disfrazar las intenciones detrás de frases que aparentan ser conciliadoras, lo que además de demostrar madurez puede implicar una mejor relación con la otra persona.
También mencionó que el lenguaje pasivo-agresivo surge como una estrategia para evitar confrontaciones directas. Sin embargo, lejos de resolver los problemas, este estilo comunicativo tiende a intensificar las tensiones y a generar malentendidos.
En el ámbito personal, explicó que puede erosionar la confianza y la cercanía entre amigos, familiares o parejas. En el entorno profesional, señaló que puede obstaculizar la colaboración y el entendimiento entre compañeros, afectando la productividad y el ambiente laboral.
Bowe enfatizó que muchas de estas situaciones podrían evitarse si las personas adoptaran un enfoque más asertivo en su comunicación. Esto implica expresar los pensamientos y sentimientos de manera clara, respetuosa y sin ambigüedades, lo que además de facilitar la resolución de conflictos, fortalece las relaciones interpersonales.
También subrayó que la clave para superar el hábito del lenguaje pasivo-agresivo radica en identificar las frases problemáticas y reemplazarlas por expresiones más constructivas. Además, recomendó practicar la empatía y la escucha activa como herramientas fundamentales para mejorar la comunicación. Al ponerse en el lugar del otro y considerar sus perspectivas, es posible construir un diálogo más abierto y respetuoso, que fomente el entendimiento mutuo y la resolución efectiva de conflictos.
Incluso el experto destacó que puede tener un impacto negativo en la salud emocional de quienes lo emplean, ya que este estilo comunicativo suele estar asociado con sentimientos de frustración, resentimiento y estrés, pues quienes lo utilizan no logran expresar sus verdaderos pensamientos y emociones de manera adecuada.
Por esta razón, Bowe insistió en la importancia de desarrollar habilidades de comunicación asertiva. También mencionó que el lenguaje pasivo-agresivo era un hábito que, aunque común, puede tener consecuencias perjudiciales en las relaciones y en la salud emocional.