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Durante la tarde del 17 de febrero de 2025 se dio a conocer la noticia sobre la muerte de la bailarina, actriz y vedette de origen estadounidense, Tongolele, quien saltó a la fama por su participación en la pantalla grande durante la época del Cine de Oro Mexicano.
La participación de Yolanda Yvvone Montes Farrington en películas pocas veces era de carácter protagónico. Y es que la mayoría de sus intervenciones solía ser en calidad de estrella invitada, realizando rutinas de baile que cautivaban al público de la época por sus movimientos corporales y capacidad de improvisación. Gracias a ello, logró consolidarse como una de las pocas bailarinas que forjó una carrera cinematográfica.
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Con su característico mechón de cabello de color blanco, Tongolele se dio a conocer como actriz gracias a su participación en películas como La mujer del otro, Nocturno de amor, y Han matado a Tongolele, las cuales fueron estrenadas en la década de 1940. No obstante, también llegó a actuar junto a Germán Valdés “Tintán” en el Rey del barrio, aunque también en otras cintas como Música de siempre, Mátenme porque me muero y Isle of the snake people.
Así se veía antes y después de la Época de Oro del cine mexicano
Antes de saltar a la fama, la actriz nacida en los Estados Unidos el 3 de enero de 1932 llegó a México en 1947 gracias a la influencia de Américo Mancini, empresario teatral. Fue entonces cuando debutó en el cabaret Tivoli de la Ciudad de México (CDMX), donde su actuación bajo el nombre de “la Diosa Pantera” comenzó a popularizarse.
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Como resultado de su actuación, Tongolele comenzó a abrirse paso en otros salones y cabarets de la capital del país, desde donde atrajo la atención de productores de cine. Después de recibir algunas ofertas y aceptarlas, se convirtió en la primera vedette de su época en incursionar en la pantalla grande.
Uno de los rasgos de la actriz y bailarina que más atrajo la atención del público fue su belleza, apariencia física, así como la habilidad para realizar movimientos propios de los bailes cuyo origen puede rastrearse en Tahití.
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Su relevancia y estilo fueron tales que, incluso, el escritor José Emilio Pacheco llegó a referirse a ella en un par de ocasiones en su obra Las batallas en el desierto. Ahí hizo alusión a la relevancia que su belleza llegó a tener en la época.