El Sol se levantó sobre la pirámide de la Luna en Teotihuacan este 12 de febrero: este es su significado

Cada 52 años, se completaba un ciclo conocido como Xiuhmolpilli o “Fuego Nuevo”, el cual fue retomado por los mexicas

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Teotihuacan utilizó la observación solar
Teotihuacan utilizó la observación solar para estructurar su calendario agrícola, vinculando filosofía astronómica y planificación arquitectónica. FOTO: INAH

Teotihuacán recibió el inicio del ciclo calendárico en Mesoamérica este miércoles 12 de febrero, donde un grupo de visitantes presenció, en compañía de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como el Sol se levantó sobre la Pirámide de la Luna aproximadamente a las 7:07 de la mañana.

El Instituto detalló que algunas de las evidencias más tempranas del calendario mesoamericano se encuentran en Teotihuacan.

En esta antigua ciudad asentada en el Altiplano Central, la orientación de su traza urbana apunta a los días 12 de febrero y 29 de octubre, correspondientes a 52 días, después y antes del solsticio de invierno, de manera respectiva, al solsticio de invierno, explicó el INAH.

El director del Centro de Investigación y Divulgación de la Ciencia, de la Universidad del Tepeyac (UT), Ismael Arturo Montero García expuso los datos que señalan el 12 de febrero como el arranque del calendario de las culturas prehispánicas.

Esta fecha está sustentada en fuentes documentales, investigaciones de especialistas, así como en datos de arqueología y astronomía, argumentó el especialista.

La Calzada de los Muertos
La Calzada de los Muertos conectaba las principales estructuras de Teotihuacan, simbolizando su rol como centro cultural de Mesoamérica. FOTO: INAH

“Los teotihuacanos hicieron evidente su conocimiento de la mecánica celeste, a través del aparente movimiento del Sol sobre el horizonte y asociando determinadas posiciones del astro con su calendario agrícola, siendo clave la orientación que apunta al amanecer del 12 de febrero, 52 días después del solsticio de invierno y, el 29 de octubre, 52 días antes del mismo.

El momento de la salida del sol fue acompañado con las interpretaciones de Gonzalo Ceja, quien se caracteriza por el uso de instrumentos de sonoridad prehispánica.

El 12 de febrero: el día clave en el calendario mesoamericano y su legado astronómico

La orientación de las pirámides mesoamericanas y su relación con el movimiento del Sol han revelado un profundo conocimiento astronómico de las civilizaciones prehispánicas.

Alineaciones astronómicas mesoamericanas influyeron en
Alineaciones astronómicas mesoamericanas influyeron en la arquitectura virreinal, como el Exconvento de Culhuacán construido para reflejar esta tradición. FOTO: INAH

Según el arqueoastrónomo Ismael Arturo Montero García, los teotihuacanos, una de las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica, utilizaron el movimiento aparente del Sol en el horizonte para estructurar su calendario agrícola. La orientación de sus pirámides hacia el amanecer del 12 de febrero y el 29 de octubre, 52 días antes del solsticio de invierno, refleja esta conexión entre astronomía y agricultura.

Este conocimiento fue heredado por los mexicas, quienes dominaron el Altiplano Central siglos después del abandono de Teotihuacan.

El arqueoastrónomo explicó que el número 52 tenía un significado especial en la cosmovisión mesoamericana. Cada 52 años, se completaba un ciclo conocido como Xiuhmolpilli o “Fuego Nuevo”, que combinaba el calendario ritual de 260 días (Tonalpohualli) con el calendario solar de 365 días (Xihuitl).

Este sistema, que abarcaba un total de 18.980 días, era fundamental para la organización del tiempo y las ceremonias religiosas.

Montero García destacó que la planificación urbana de Teotihuacan refleja su papel como centro cultural y religioso de Mesoamérica. La Calzada de los Muertos, eje principal de la ciudad, conectaba las pirámides del Sol y de la Luna con palacios, edificios públicos y conjuntos habitacionales. Aunque los mexicas creían que los basamentos a lo largo de esta avenida eran tumbas, en realidad, la calzada tenía una función simbólica y escénica, consolidando a Teotihuacan como el “axis mundi” o eje del mundo.

El especialista señaló que la ciudad, considerada la más grande y poderosa de las Américas en su tiempo, fue diseñada con una precisión asombrosa. A lo largo de la Calzada de los Muertos se construyeron 80 basamentos, lo que demuestra un alto nivel de planificación arquitectónica y una profunda conexión con la astronomía.

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