En la actualidad, México es gobernado por una presidenta, en este caso, Claudia Sheinbaum Pardo, quien es la representante del país ante el mundo.
Sin embargo, México no siempre ha sido gobernado por un presidente, pues en la época prehispánica era un tlatoani quien estaba al frente del imperio mexica.
Y es que para cuando llegaron los españoles al territorio que ahora es conocido como México, en 1519, una entidad política sobresalía por su vigor y su poder sobre el resto de los que conformaban el amplio y variado mosaico cultural mesoamericano.
Se trata, justamente, de los mexicas, quienes para entonces habían pasado, en el curso de alrededor de 350 años, de ser un grupo errante y sujeto a diversos poderes regionales, a convertirse en una compleja sociedad y cabeza del vasto imperio.
Aunque esta hegemonía la compartían formalmente con un par de ciudades aliadas, Tlacopan y Tezcoco, en la práctica, la política la dictaba el señor de Tenochtitlan y reservaba para sí y para su ciudad los mayores beneficios.
Al frente de los destinos de la hueitlatocáyotl (“gran Estado”, miembro de una coalición como lo era la Triple Alianza) de Tenochtitlan, se encontraba Moctezuma Xocoyotzin, el noveno en una línea de sucesión, un linaje propiamente dicho, que había empezado siglo y medio atrás con el ascenso al trono de Acamapichtli.
Moctezuma Xocoyotzin, el tlatoani que recibió a Hernán Cortés y sus tropas, y sus antecesores ostentaban el título de tlatoani, que significa “el que gobierna”, cuyo plural es tlatoque, aunque también puede utilizarse como plural tlatoanis.
Se trataba del máximo cargo en la jerarquía política, al que solamente tenían derecho aquellos que eran descendientes del primer tlatoani; todos fueron hijos, nietos o bisnietos de Acamapichtli.
Además de pertenecer a este linaje, eran condiciones para aspirar al trono poseer, en opinión de un Consejo formado por otros miembros de la nobleza, las cualidades necesarias para ejercer con prudencia y eficacia el poder.
A la muerte de cada tlatoani, el Consejo se reunía y elegía al sucesor. Cabe señalar que es muy probable que en esos concilios se dieran pugnas entre distintos grupos por promover a quien mejor convenía a sus intereses, pero no existe evidencia de que, una vez tomada la decisión, alguien se opusiera o pusiera en tela de juicio el actuar del investido con el máximo rango.
Aunque, por lo menos en el caso de Tízoc, el fin de su reinado parece haber sido causa de una conspiración que condujo a su muerte. Este derrocamiento tácito no se hizo de manera directa.
Solamente las circunstancias totalmente novedosas que se dieron en el marco de la llegada de los españoles, pudieron dar lugar a demostraciones públicas de descontento por las acciones de Moctezuma Xocoyotzin.