Una de las tradiciones más comunes entre las familias mexicanas es el 2 de febrero también conocido como el Día de la Candelaria en el cuál además de llevar a bendecir las imágenes del Niño Dios, se reúne la familia para cenar tamales, los cuáles suelen ser ofrecidos por aquel integrante que encontró al niño en la rosca de reyes del 6 de enero.
Este delicioso platillo es un alimento mexicano hecho a base de maíz y relleno de diversos ingredientes que se cuecen en un paquete de hojas vegetales y aunque las más comunes son de maíz, también pueden ser de plátano, carrizo, acelgas, caña chilaca o papatla dependiendo de la zona del país.
De acuerdo con un artículo publicado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) se ubican más de 500 recetas a base de tamales en todo el país, que derivan en unas 3 mil o 4 mil preparaciones, según costumbres familiares, invenciones y adaptaciones desde la época prehispánica hasta nuestros días.
Los tamales más representativos del país
La SADER tiene registro variado de distintas recetas de tamales, los hay de semilla de huauzontle, frijol con rajas, rellenos de carne de puerco o pollo en sofisticadas salsas, también hay de zanahoria y papa picadas, chícharos, pimiento así como huevo cocido; de igual manera los hay de sabores dulces como de piña con rompope, piñón con biznaga, dulce de cacahuate, entre otros sabores.
Además, entre la amplia cantidad de tamales, existen recetas que ya forman parte de la tradición cultural de algunas regiones del país y a su vez pueden ser consideradas como variantes exóticas por la creatividad de su preparación, las más destacadas son las siguientes:
Chipilin: variante típica del estado de Tabasco. Se elabora de masa y con hojas de una planta llamada chipilín, característica de la entidad.
Bola: el tamal de bola es de origen chiapaneco, y adquiere una figura redonda por la forma en la que se amarra dentro de una hoja de maíz.
Corunda: originario de Michoacán, este tamal está hecho con una masa de maíz blanca, mezclada y batida con manteca de cerdo, leche o agua y sal, la cual se envuelve en hojas de caña de maíz.
Hoja morada: estos tamales están envueltos en totomoxtle morado, hoja que cubre la mazorca de maíz.
Pibipollo: originario del sureste mexicano (Campeche-Yucatán) este tamal se caracteriza por ser gigante y estar envuelto en hojas de plátano.
Güemes: directo desde Baja California, los tamales de Güemes tienen carne de puerco y pollo, aceitunas, pasas y aceite de oliva.
Zacahuil: Éste es, tal vez, el tamal de mayor formato y volumen. Es propio de la región Huasteca, que abarca las zonas montañosas de los estados mexicanos de San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, Hidalgo y Querétaro.
El origen de los tamales
De acuerdo con el artículo “Tamales: una historia de sabor” publicado por la SADER los tamales son un platillo que se remonta a la época prehispánica de México, los cuales se dice que eran un alimento para las grandes fiestas, también se preparaban para agradecer la fertilidad de la tierra, en cualquier evento social y como ofrenda a los muertos.
Fray Bernardino de Sahagún, en su libro Historia General de las Cosas de Nueva España, describe que incluso antes de la Conquista ya se comían tamales en México, algunos elaborados con ingredientes como la espiga, hongos, gallina y hierba, pero otros con sabores extravagantes como ahuautle, larvas de mosca, gusanos blancos e itzcuintli.
‘’Comían también tamales de muchas maneras; unos de ellos son blancos y a manera de pella, hechos no del todo redondos ni bien cuadrados… Otros tamales comían que son colorados…'’, descubrió Fray Bernardino de Sahagún.
Después de la Conquista este platillo fue adaptándose y complementando su fisonomía e ingredientes, pues se incluyeron los que provenían de Europa, quienes actualmente aportan el sabor que conocemos; es el caso de la manteca así como la carne de cerdo, en sustitución de verduras como calabaza, quelites y elotes.