Foto del día: cómo la Pirámide de la Luna redefine los misterios de Teotihuacán

Un descubrimiento arqueológico revela el verdadero protagonismo celeste y ceremonial de la estructura menos popular del recinto

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Alineación de las pirámides de
Alineación de las pirámides de Teotihuacan al amanecer que sigue la calzada principal de Los Muertos, la luz se dirige a la Pirámide de la Luna, ocasionando que el vértice noreste de la pirámide se alinée con el volcán El Xihuingo durante los amaneceres del solsticio de verano (Foto: Aarón González/Cortesía/Arachivo)

La fotografía da la oportunidad de conocer más el mundo que nos rodea, ya sea capturando estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas que se convierten en protagonistas, nos aproximan a un episodio impregnado de sentido estético.

En medio de la rutina, la imagen de un rincón de México puede servir de esparcimiento, para aliviar la vista y conocer un dato nuevo que podría servir para lucirse en reuniones.

Esta fotografía nos invita a analizar sobre la grandeza de la creatividad humana y la belleza de lo que se encuentra en el país. Sin más dilación, a continuación está la imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Pirámide de la Luna

 El INAH muestra un
El INAH muestra un aspecto importante del país a través de una imagen. (Fabián González. INAH)

La Pirámide de la Luna, una de las estructuras más emblemáticas de la antigua ciudad de Teotihuacan, desempeñó un papel central en la orientación astronómica de esta urbe prehispánica. Según especialistas en arqueoastronomía de la Universidad del Tepeyac (UT) y la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), dirigidos por el arqueólogo Ismael Arturo Montero García, los vértices de esta pirámide están alineados con los solsticios de verano e invierno, marcando un eje fundamental para la planificación y el simbolismo de la ciudad.

De acuerdo con los hallazgos, los teotihuacanos utilizaron el paisaje circundante para resaltar la importancia del efecto veraniego. Desde la cima de la Pirámide de la Luna, el Sol aparece al amanecer sobre el volcán Xihuingo, que funcionó como un observatorio natural para ajustar el calendario, y se oculta al atardecer detrás del cerro Maninal, al oeste. Este descubrimiento, según detalló el equipo, ofrece una nueva perspectiva sobre la relevancia de esta estructura, que hasta ahora había sido opacada por la atención que tradicionalmente se ha dado a la Pirámide del Sol.

Redefinen la importancia de la Pirámide de la Luna

El estudio, en el que también participaron los arqueólogos Aarón González Benítez y Rafael Morales Orozco, junto con la geógrafa Anabell Pérez Flores, propone que la Pirámide de la Luna no solo fue un punto de referencia astronómico, sino también el núcleo visual y simbólico de Teotihuacan. Según explicó Montero García, esta edificación, situada al final de la Calzada de los Muertos, proporcionó el volumen necesario para generar un efecto de frontalidad en la plaza que lleva su nombre, un espacio destinado a congregaciones masivas.

El investigador señaló que la relación proporcional entre la pirámide y la delimitación del espacio circundante permitió crear un eje longitudinal que conectaba visualmente con las fachadas de otros edificios. Este diseño arquitectónico, según el equipo, refleja una planificación urbana cuidadosamente orientada hacia la observación celeste y la interacción con el entorno natural.

La orientación de la Calzada de los Muertos, con un acimut de 15º 25′, ha sido objeto de estudio durante décadas. Este eje, que atraviesa la ciudad, está alineado con fechas específicas en las que el Sol se eleva y se oculta a lo largo del año. En este contexto, la Pirámide del Sol también desempeña un papel significativo, ya que su escalinata occidental apunta al ocaso del Sol los días 29 de abril y 13 de agosto, mientras que desde su cima se pueden observar los amaneceres del 12 de febrero y el 29 de octubre. Estas fechas, distribuidas en intervalos de 52 días antes y después de los solsticios, reflejan la importancia del número 52 en la cosmovisión prehispánica.

El número 52, explicó Montero García, está vinculado al ciclo del Fuego Nuevo, un periodo de 18.980 días que combinaba el calendario solar de 365 días (xihuitl) con el calendario ritual de 260 días (tonalpohualli). Este sistema permitía sincronizar los ciclos agrícolas y ceremoniales, evidenciando el profundo conocimiento astronómico de los teotihuacanos.

La Pirámide de la Luna comparte estas alineaciones astronómicas. Según Montero García, al trazar una línea perpendicular desde el lado este de la pirámide hacia su punto medio, se obtienen las fechas del 29 de octubre y el 12 de febrero. En el lado oeste, se identifican las fechas del 29 de abril y el 13 de agosto. Estas alineaciones, conocidas como “laterales”, habrían permitido a los teotihuacanos observar al Sol en posiciones específicas.

El investigador añadió que estas observaciones se lograban gracias a la interacción entre la arquitectura y el paisaje. Desde el templo, hoy desaparecido, el Sol podía ser visto alineado con el muro de acceso de la fachada, reforzando la conexión entre los ciclos celestes y las estructuras construidas por los teotihuacanos.

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