La producción de fentanilo en México, particularmente en el estado de Sinaloa, ha experimentado un cambio radical desde mayo de 2023, cuando los Chapitos, la facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ordenaron la suspensión total de la producción de este opioide sintético en el estado.
Esta medida, tomada en medio de una crisis de precios y una creciente presión de las autoridades estadounidenses que los pusieron en la mira, marcó un punto de inflexión en el mercado de drogas sintéticas y en la estructura misma del negocio del fentanilo.
Antes de la “prohibición”
Durante al menos cinco años, Sinaloa se consolidó como el epicentro de la producción ilícita de fentanilo en México, caracterizado por un mercado descentralizado en el que múltiples productores operaban de forma semi-independiente.
Según el reportaje “Los productores de fentanilo en México se adaptan a los retos del mercado” publicado el 22 de enero por Insight Crime, la producción de esta droga estaba definida por bajas barreras de entrada, lo que permitía que pequeños actores, pudieran operar sin necesidad de pertenecer directamente a las estructuras criminales del Cártel de Sinaloa.
Según testimonios recabados por el medio antes citado, los productores independientes solían acceder a los insumos químicos necesarios a través de redes de intermediarios locales que conectaban a los laboratorios con proveedores internacionales, principalmente de China, el principal exportador de precursores químicos.
Este acceso, combinado con la posibilidad de aprender los procesos de producción mediante “recetas” que podían ser compradas o capacitaciones rápidas de químicos extranjeros, facilitaba la proliferación de laboratorios clandestinos.
Además, el costo inicial para establecer un laboratorio era relativamente bajo, con una inversión promedio de 60 mil dólares. Algunos incluso recibían financiamiento de “inversionistas” criminales, quienes posteriormente cobraban su parte en las ganancias.
Este modelo permitió que la producción de fentanilo creciera de forma exponencial en Sinaloa, generando una feroz competencia entre los productores, lo que a su vez provocó una caída significativa en los precios. Entre 2022 y 2023, el precio mayorista de un kilogramo de fentanilo puro se desplomó de 7 mil a 3 mil dólares en Sinaloa, y de 15 mil a 7 mil dólares en la frontera norte de México.
Sin embargo, este auge también generó problemas. Las inconsistencias en los niveles de pureza del producto final llevaron a un incremento en las muertes por sobredosis en Estados Unidos, donde el fentanilo se convirtió en el principal responsable de la crisis de opioides.
Según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), en 2022 los decomisos de fentanilo mostraban niveles de pureza que variaban entre 0,07 % y 81,5 %, lo que hacía imposible para los consumidores predecir la potencia de la droga y aumentaba el riesgo de sobredosis.
Estas inconsistencias y la caída de precios incrementaron la presión de las autoridades mexicanas y estadounidenses sobre las redes de producción y distribución, complicando aún más el negocio.
La “prohibición” de 2023: la reestructuración
En mayo de 2023, en un movimiento sorpresivo, Los Chapitos ordenaron el cese total de la producción de fentanilo en Sinaloa. Según productores entrevistados por Insight Crime, la orden fue clara: “quemen todo, se cerró el negocio”. Desde ese momento, la producción independiente colapsó, y muchos pequeños productores se vieron obligados a detener sus actividades.
Aunque no se aclararon las razones exactas detrás de esta medida, los productores coincidieron en que ocurrió en un momento crítico: Además de la caída en los precios, las autoridades intensificaron sus esfuerzos para desmantelar laboratorios y cortar las cadenas de suministro. Al mismo tiempo, China endureció las restricciones sobre la exportación de precursores clave, como el 1-BOC-4-Piperidona y el 4-AP, lo que complicó aún más la producción.
La prohibición impuesta por Los Chapitos no eliminó la producción, pero sí transformó las reglas del juego. El control de la producción quedó centralizado en manos de un grupo selecto de productores autorizados por las diferentes facciones del Cártel de Sinaloa, incluyendo La Mayiza y el grupo de Aureliano “El Guano” Guzmán, hermano de El Chapo.
Después de la “prohibición”
Los productores que continuaron operando tras la prohibición enfrentaron mayores barreras de entrada. Además de acceder a los precursores químicos, debían contar con la autorización de Los Chapitos, un proceso que dependía de vínculos de confianza, familiares o personales dentro del cártel.
La producción también se trasladó a zonas más remotas, como la serranía de Sinaloa, lo que implicó mayores costos logísticos y de seguridad. Como resultado, el número de productores activos se redujo significativamente, y los precios del fentanilo comenzaron a recuperarse.
Para agosto de 2024, el precio de un kilogramo de fentanilo en Culiacán había subido a 6 mil dólares, el doble del precio reportado un año antes.
Además, la centralización permitió un mayor control sobre la calidad del producto. Según la DEA, en 2024 cinco de cada diez pastillas de fentanilo analizadas contenían una dosis letal, una mejora respecto a las siete de cada diez reportadas en 2023.
La prohibición tuvo efectos inmediatos en el mercado internacional. En 2024, las incautaciones de fentanilo en Estados Unidos disminuyeron a 9 mil 928 kilogramos, comparadas con los 12 mil 257 kilogramos decomisados en 2023, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Al mismo tiempo, las muertes por sobredosis en Estados Unidos cayeron un 17 % en 2024, marcando la primera disminución significativa en más de una década.
Sin embargo, los expertos señalan que esta reducción en la oferta es temporal y que el mercado del fentanilo no está en declive, sino en un proceso de maduración. Los productores mexicanos han comenzado a diversificar sus métodos, incluyendo el uso de precursores menos regulados y la introducción de sustancias como la xilacina, un sedante veterinario que se mezcla con fentanilo para aumentar los volúmenes producidos.