¿Por qué posponemos tareas simples como sacar la basura?, así lo explica la Psicología

Tareas del hogar como lavar los trastes, limpiar el baño o sacar la basura suelen generar apatía en muchas personas, y aunque a menudo se asocian con la pereza o la falta de tiempo, expertos en psicología señalan que este comportamiento podría estar vinculado a factores emocionales y psicológicos más profundos.

La procrastinación en tareas cotidianas aparentemente simples puede ser una manifestación de la necesidad de controlar lo que está a nuestro alcance frente a tensiones externas. Por ejemplo, posponer sacar la basura puede relacionarse con un mecanismo de evitación, un mecanismo de afrontamiento que busca esquivar situaciones que generan malestar emocional.

Este comportamiento, conocido como evitación, se asocia frecuentemente con condiciones como la ansiedad social o fobias específicas, sin embargo, según el psicólogo Nicolás Moreno, el individuo que practica este mecanismo de afrontamiento trata de no exponerse a situaciones que le recuerden emociones no resueltas o responsabilidades mayores de algún otro ámbito en su vida.

La Teoría de la Acción Razonada (TAR), desarrollada por Ajzen y Fishbein en 1980 y citada en el artículo de la revista Interciencia, ofrece una perspectiva adicional sobre este comportamiento. Según esta teoría, las decisiones humanas están influenciadas por dos factores principales: la actitud hacia el comportamiento y las normas sociales percibidas. La actitud se refiere a la evaluación personal que una persona hace sobre si una acción es positiva o negativa, mientras que las normas sociales reflejan las presiones externas que influyen en la decisión de actuar.

Una persona tiende a realizar aquellas acciones que considera que le traerán más beneficios que consecuencias negativas, lo cual, dependiendo del individuo y sus prioridades, también incluye la salud mental. En este sentido, evitar acciones como sacar la basura podría ser una forma inconsciente de escapar de sentimientos de agotamiento, estrés o falta de control en otras áreas de la vida.

Desde un enfoque psicológico más amplio, retrasar tareas como sacar la basura puede ser una manifestación de procrastinación, un hábito que, aunque común, puede tener implicaciones emocionales significativas. Según la Fundación española ANAED (Asistencia Nacional para la Ayuda al Enfermo de Depresión), hasta un 20% de las personas con depresión también presentan tendencias procrastinadoras. Sin embargo, es importante señalar que no necesariamente todas las personas que procrastinan padecen depresión, ni todas las personas con depresión procrastinan, lo que sugiere que este comportamiento tiene múltiples causas.

La psicóloga clínica Lydia Hanaa Faris señaló que la procrastinación está estrechamente vinculada a la falta de regulación emocional. Según Faris, este hábito surge cuando la motivación para realizar una tarea desaparece, y las personas tienden a evitar actividades asociadas con emociones negativas como la ansiedad o el aburrimiento, un patrón de comportamiento puede tener un impacto significativo en la vida laboral y económica.

Según la especialista, existen tres características principales de las tareas que suelen llevar a las personas a procrastinar. En primer lugar, la aversión a la tarea, que se refiere al rechazo emocional o físico que genera realizar ciertas actividades. En segundo lugar, los incentivos futuros, que están relacionados con la motivación para completar una tarea o con las recompensas asociadas a ella. Por último, el retraso temporal de los incentivos, que ocurre cuando las consecuencias positivas de realizar una tarea no son inmediatas, lo que reduce la urgencia de completarla.

En casos leves, la procrastinación puede no tener un impacto significativo en la vida de las personas. Sin embargo, en situaciones más graves, deriva en trastornos como el síndrome de Diógenes, caracterizado por la acumulación excesiva de objetos y basura, un trastorno que suele estar acompañado de altos niveles de ansiedad y depresión.

De acuerdo con Patricia Coalla Pérez, supervisora y coordinadora de la Especialidad Cognitivo Conductual en la Maestría de Psicología Clínica de la Universidad de Monterrey, el hábito de posponer actividades genera una falsa sensación de comodidad a corto plazo, sin embargo, este comportamiento, cuando se convierte en un estilo de vida, deriva en un impacto emocional considerable.

Para enfrentar este problema, Lydia Hanaa Faris, propone una serie de acciones simples que pueden ayudar a las personas a abandonar este hábito. Una de las recomendaciones clave es dedicar un momento para reconocer y procesar las emociones negativas asociadas con la tarea que se está evitando. Faris sugiere cerrar los ojos y tomarse el tiempo necesario para identificar y describir mentalmente la sensación desagradable que genera la actividad pendiente.

Una vez realizado este ejercicio, Faris aconseja iniciar la tarea de inmediato. Según explicó, el bloqueo mental que suele acompañar a la procrastinación puede ser una señal de que se necesita un enfoque diferente, por lo que dividir la tarea en fases más pequeñas o distribuirla en distintos momentos del día puede hacerla menos intimidante; con este enfoque, se permite avanzar de manera gradual, reduciendo la sensación de abrumo que a menudo lleva a posponer las actividades.