El día que se acabó el agua en la CDMX, ¿Cuántos años faltan para el día cero según la UNAM?

La capital mexicana enfrenta una alarmante crisis hídrica debido a fugas, costos inadecuados y falta de gestión eficiente, lo que podría precipitar un colapso del suministro

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La falta de infraestructura para
La falta de infraestructura para aprovechar el agua de lluvia acentúa la presión sobre los mantos acuíferos en Ciudad de México, lo que puede llevar al día cero en poco tiempo. (Wikimedia/Diego Delso)

El agua es un recurso que aún sufriendo múltiples problemas sigue fluyendo a través de las tuberías de los hogares. Sin embargo, podría desaparecer repentinamente si la conciencia humana no lo asume.

De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al menos el 35% del agua que circula por la infraestructura de distribución de Ciudad de México se pierde debido a fugas, porcentaje que representa un desafío significativo en una ciudad que enfrenta problemas históricos de abastecimiento y gestión del recurso hídrico que podrían llevar al día cero.

La falta de mantenimiento en las tuberías no solo genera pérdidas económicas, sino que también agrava la crisis del agua en una de las urbes más grandes del mundo y de acuerdo con la misma fuente, la solución a este problema podría estar en un modelo de pago diferenciado por el uso del agua.

Actualmente, el costo del recurso no refleja su verdadero valor, especialmente en el caso de las concesiones otorgadas a la industria, que accede al agua a precios considerablemente bajos. Este esquema de precios no equitativo dificulta la inversión en infraestructura y el mantenimiento necesario para reducir las fugas y garantizar un suministro más eficiente.

El día cero y el impacto del consumo personal

Expertos de la UNAM consideran
Expertos de la UNAM consideran que un esquema de pago diferenciado podría ser clave para financiar soluciones al desperdicio del agua en la capital mexicana. (UNAM)

De acuerdo con Gaceta digital UNAM, llegar al día cero no tomaría más de 10 años si las acciones humanas continúan su curso actual, pues existen múltiples factores que agravan esta problemática.

El consumo doméstico de agua, que incluye actividades como beber, bañarse, lavarse los dientes y usar el inodoro, representa apenas el 8% del uso total anual del recurso, según detalló la publicación.

Sin embargo, este porcentaje no está exento de desperdicio, pues al cambiar hábitos cotidianos se podría contribuir a un uso más racional del agua en los hogares, aunque el impacto sería limitado en comparación con otros sectores.

El mayor consumo de agua proviene de la agricultura, que utiliza el 70% del recurso disponible, seguida por la industria, que usa más del 14%. Ambos sectores dependen en gran medida de la explotación de mantos acuíferos para la producción de bienes, lo que genera una presión significativa sobre los recursos hídricos.

La Gaceta digital UNAM destacó que el costo del agua para estos sectores no corresponde a su verdadero valor, lo que incentiva un uso excesivo y poco sostenible.

La huella hídrica y su impacto en la producción

La agricultura utiliza el 70%
La agricultura utiliza el 70% del agua disponible, seguida por la industria con más del 14%, según datos de la UNAM. (EFE/EPA/MOHAMED MESSARA)

Un concepto clave para entender el uso del agua es la huella hídrica, que mide la cantidad de agua necesaria para producir un bien o servicio. Según la información publicada por la Gaceta digital UNAM, la producción de un vaso de cerveza de 355 mililitros requiere 70 litros de agua, mientras que un kilogramo de carne consume aproximadamente 15 mil litros.

Estos datos reflejan el impacto significativo que tienen las actividades productivas en el consumo de agua, especialmente en un contexto donde el recurso es limitado.

La falta de regulación adecuada y los bajos costos del agua para la industria y la agricultura perpetúan un modelo insostenible. Esto no sólo afecta la disponibilidad del recurso para otros usos, sino que también limita la capacidad de las autoridades para invertir en infraestructura y garantizar un acceso equitativo al agua pero también señala que hay algunas alternativas desaprovechadas.

De acuerdo con la UNAM, la Ciudad de México recibe una cantidad considerable de agua de lluvia, comparable o incluso superior a la de ciudades como Londres pero este recurso no se aprovecha de manera eficiente.

La desaparición de los lagos que históricamente captaban el agua de lluvia ha dejado a la ciudad sin una infraestructura natural para almacenar este recurso. Como resultado, gran parte del agua de lluvia se pierde, mientras la ciudad enfrenta problemas recurrentes de escasez.

La Gaceta digital UNAM subrayó que una mejor gestión del agua de lluvia podría aliviar parte de la presión sobre los mantos acuíferos y reducir la dependencia de fuentes externas. Sin embargo, esto requeriría inversiones significativas en infraestructura y un cambio en las políticas de gestión del agua.

Un modelo más equitativo y sostenible

Producir un kilo de carne
Producir un kilo de carne requiere 15 mil litros de agua, mientras un vaso de cerveza consume 70 litros. Ambas industrias no pagan el valor real del agua y exceden el consumo de este líquido vital. (JUAN PABLO ZAMORA / CUARTOSCURO)

La crisis del agua en Ciudad de México pone de manifiesto la necesidad de un enfoque más equitativo y sostenible en la gestión de este recurso. Según la Gaceta Digital UNAM, establecer un esquema de pago diferenciado, donde el costo del agua refleje su uso y su impacto, podría ser una solución viable. Este modelo permitiría destinar más recursos al mantenimiento de la infraestructura y a la implementación de medidas para reducir el desperdicio.

Además, fomentar un cambio en los hábitos de consumo personal y promover el uso eficiente del agua en la industria y la agricultura son pasos fundamentales para enfrentar esta crisis. La Gaceta Digital UNAM destacó que, aunque el consumo doméstico representa una fracción mínima del uso total, cada acción cuenta en la búsqueda de un modelo más sostenible.

La situación actual exige una acción coordinada entre las autoridades, los sectores productivos y la ciudadanía para garantizar que el agua, un recurso vital, esté disponible para las generaciones presentes y futuras.

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