Alan Mathison Turing fue un matemático y científico inglés considerado uno de los padres fundadores de la inteligencia artificial, no solo por sus contribuciones a la computación teórica, sino por su visión pionera sobre la posibilidad de replicar la mente humana a través de la máquina.
Como campo de estudio, la Inteligencia Artificial (IA) comenzó a tomar forma en la década de 1950. Según explicó el doctor Luis Alberto Pineda Cortes, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM, esta disciplina busca modelar los procesos de la mente humana mediante programas computacionales. Aunque el término “inteligencia artificial” no fue acuñado por Turing, su artículo Computing Machinery and Intelligence fue el primero en plantear preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la inteligencia y propuso un marco académico para explorar estas cuestiones.
La Inteligencia Artificial se ha convertido en uno de los avances tecnológicos más trascendentales de la era moderna, transformando diversos sectores como la medicina, la educación, la industria y los servicios financieros. A medida que los algoritmos de IA continúan mejorando, las máquinas son capaces de llevar a cabo tareas complejas que antes solo podían ser realizadas por seres humanos, como el reconocimiento de patrones, la toma de decisiones y la resolución de problemas, sin embargo, esto ha desencadenado una serie de planteamientos éticos y sociales.
António Manuel de Oliveira Guterres, actual Secretario General de las Naciones Unidas (ONU), ha advertido que, de no regularse adecuadamente, la inteligencia artificial podría desestabilizar los sistemas democráticos. Según Guterres, esta tecnología tiene el potencial de desinformar, alimentar discursos de odio y manipular la opinión pública mediante la creación de personajes falsos o situaciones distorsionadas, como los deep fakes.
Curiosamente, Alan Turing, el pionero de la inteligencia artificial, ya había anticipado estos riesgos a finales del siglo XX, pues con sus investigaciones confirmó que las máquinas serían capaces de superar los interrogatorios y engañar con facilidad a los seres humanos, algo que, en su visión, podría trastocar los límites de nuestra capacidad para reconocer la manipulación.
Quién fue Alan Turing
Según National Geographic, Turing nació en una familia británica acomodada, pero su infancia estuvo marcada por la distancia de sus padres, quienes lo dejaron al cuidado de amigos mientras trabajaban en la India. Durante su adolescencia, Turing desarrolló un profundo interés por la ciencia, influenciado por su amistad con Christopher Morcom, un compañero de clase que compartía su pasión por el conocimiento.
La muerte prematura de Morcom en 1930 dejó una huella imborrable en Turing, quien comenzó a reflexionar sobre la posibilidad de que la mente pudiera existir independientemente del cuerpo. Este interés lo llevó a imaginar la creación de un “cerebro” artificial, un proyecto que guiaría su carrera como matemático y científico.
Entre sus proyectos más importantes, destaca el de 1945, cuando Turing diseñó un dispositivo de cálculo avanzado al que llamó Motor de Computación Automática (ACE), que habría sido el ordenador más sofisticado de su época. Cinco años después, publicó su artículo sobre el “juego de imitación”, en el que argumentaba que las máquinas podían pensar si lograban convencer a un humano de que sus respuestas eran indistinguibles de las de una persona real, un experimento que estableció un estándar para evaluar el progreso de la IA.
La prueba de Turing: las máquinas sí pueden pensar
En 1950, Alan Turing respondió afirmativamente a la interrogante sobre la capacidad de las máquinas para pensar. Según un artículo publicado por National Geographic, este concepto, conocido como la prueba de Turing, cobró nueva relevancia en la actualidad, dado que algunos expertos sostienen que la última generación de inteligencia artificial no solo está a la altura de esta prueba, sino que, de hecho, la ha superado.
En el experimento propuesto por Turing, una persona ubicada en una habitación aislada formula preguntas a un hombre y una mujer que se encuentran en otra habitación. “El objetivo del juego para el interrogador es determinar cuál de los otros dos es el hombre y cuál es la mujer, a través de las conversaciones escritas. Turing argumentaba que si una máquina podía engañar al interrogador haciéndole creer que es humano, entonces se puede considerar que esa máquina posee una forma de inteligencia”, explica un artículo de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno de Bolivia.
Este criterio ha sido utilizado para evaluar el desempeño de programas como Eugene Goostman, un chatbot que en 2014 convenció a 10 de 30 jueces de que era un adolescente ucraniano durante un concurso en la Royal Society de Londres. Este logro fue considerado un hito en el campo de la IA, aunque algunos expertos cuestionan si pasar la prueba de Turing equivale realmente a alcanzar una inteligencia de nivel humano.
Un caso relevante, citado por Alexis Andrés García Sandoval en su artículo, es el de los especialistas en ética de inteligencia artificial de Google, quienes en una entrevista publicada en 2022 en el sitio EuroNews, afirmaron que la última IA de aprendizaje profundo, el Chatbot LaMDA (Language Model for Dialogue Applications), afirmó sentir emociones.
Dentro del ámbito, las opiniones al respecto se contraponen bastante, por ejemplo, para el profesor Octavio Chon-Torres, profesor de Filosofía en la Universidad de Lima, este nivel de complejidad podría incluso superar las capacidades humanas, mientras que otros investigadores consideran que alcanzar este punto podría representar una amenaza existencial para la humanidad.