Emilia Pérez, la más reciente obra del director francés Jacques Audiard, ha generado un impacto significativo en la temporada de premios cinematográficos, consolidándose como una de las películas más comentadas del año. El filme está protagonizado por Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña, Selena Gómez y Adriana Paz.
Sin embargo, el éxito internacional de Emilia Pérez no ha estado exento de polémicas. La película, que combina géneros como el musical y el drama para abordar temas como el narcotráfico en México, la experiencia trans, la violencia estructural y el feminicidio, ha sido objeto de críticas tanto por su contenido como por su ejecución.
La producción no fue filmada en México, sino en París, utilizando decorados que intentan recrear el ambiente mexicano. Además, la mayoría del elenco no es de origen mexicano, lo que ha generado cuestionamientos sobre la autenticidad de la representación cultural en la película.
El director Jacques Audiard ha defendido su obra argumentando que nunca tuvo la intención de realizar una película de denuncia social. Sin embargo, esta aclaración no ha sido suficiente para apaciguar las críticas, especialmente en México, donde parte de la sociedad ha señalado que la película perpetúa estereotipos y trivializa las graves problemáticas que aborda.
Además, Emilia Pérez ha sido acusada de hacer “brown face”, específicamente con el personaje de Manitas, el narcotraficante interpretado por Karla Sofía Gascón.
¿Qué es el ‘brown face’?
El término “brownface” hace referencia a la práctica de oscurecer intencionalmente la piel de una persona, usualmente mediante maquillaje, para representar o caricaturizar a individuos de ascendencia indígena, latina, del Medio Oriente o de comunidades racializadas con tonos de piel más oscuros.
Similar al “blackface”, esta práctica ha sido señalada como ofensiva y racista debido a la forma en que refuerza estereotipos, minimiza identidades culturales y privilegia interpretaciones ajenas de estas etnias.
El “brownface” se ha utilizado históricamente en la industria del entretenimiento y en otras áreas como una forma de representar a personajes de diferentes orígenes étnicos sin contratar a actores que realmente pertenezcan a esas comunidades. Este fenómeno ha sido criticado porque perpetúa la exclusión y trivializa experiencias reales de discriminación.
En años recientes, tanto actores como producciones que han recurrido al “brownface” enfrentan crecientes cuestionamientos por su impacto cultural. En el debate actual, se aboga por una representación auténtica e inclusiva en los medios de comunicación, priorizando la contratación de personas de diversas etnias en lugar de depender de caracterizaciones artificiales. Esto refleja una mayor concienciación sobre el racismo sistémico y la importancia del respeto por las comunidades marginalizadas.