Las pinturas que “El Vicentillo” hizo para “El Mayo” Zambada y que adornaban su guarida secreta en Sinaloa

Días antes de su captura en Estados Unidos el 25 de julio de 2024, Ismael “El Mayo” Zambada, exlíder y cofundador del Cártel de Sinaloa, abrió una ventana a su intimidad durante una entrevista con la periodista María Scherer Ibarra.

En un encuentro que evocó la célebre entrevista que el capo concedió en 2010 a Julio Scherer García, padre de la comunicadora, el sinaloense compartió detalles de su vida, y habló especialmente de su hijo, Vicente Zambada Niebla, mejor conocido como “El Vicentillo”.

De acuerdo con el texto publicado en la revista Proceso, en el encuentro con la periodista, Zambada García no dejó pasar la oportunidad de mostrar con orgullo una colección de pinturas realizadas por su primogénito, quien fue considerado durante años como su posible sucesor de su imperio criminal hasta que fue arrestado en 2009 y posteriormente extraditado a Estados Unidos, en donde se convirtió en testigo protegido.

En un rincón de la guarida secreta de Ismael “El Mayo” Zambada, las paredes no solo guardaban secretos de una vida dedicada al narcotráfico, sino también un legado artístico que ofrecía un vistazo único a la relación entre el capo y su hijo.

Durante la entrevista, una pintura llamó particularmente la atención de Scherer: un retrato de “El Mayo” , pintado por “El Vicentillo”. La obra mostraba al narcotraficante con la misma ropa que llevaba en la famosa fotografía de su entrevista con Julio Scherer García en 2010: camiseta polo café, pantalón de mezclilla y gorra negra.

Cuando María Scherer preguntó por esta pintura, Zambada respondió con sencillez: “Ésa la pintó Vicente”.

El retrato, cuidadosamente enmarcado y exhibido en un lugar visible, parecía inmortalizar al narcotraficante en un momento clave de su vida.

En la casa donde transcurrió la reunión, una de las paredes destacaba por estar completamente cubierta por las pinturas de su hijo. Estas obras incluían retratos, paisajes y escenas variadas, y habían sido enviadas por el exnarcotraficante junto con cartas mensuales dirigidas a su madre. Según Scherer, todos los dibujos estaban cuidadosamente enmarcados.

Aunque Zambada habló poco sobre los dibujos, el hecho de que estuvieran exhibidos con tanto cuidado en su guarida dejó entrever la importancia emocional que tenían para la familia.

Durante el recorrido por la casa, la esposa del veterano capo llevó a Scherer a su recámara, en donde le mostró otra pintura especial: un Cristo, también realizado por Vicente Zambada.

Otra pintura importante en la casa, aunque no hecha por “El Vicentillo”, pero que igual destacaba era una representación de la histórica reunión de Zambada García con Julio Scherer García, basado en la famosa fotografía de su encuentro en 2010. En la obra, el líder del Cártel de Sinaloa aparece con la mano en el hombro del periodista, replicando la pose original.

Cuando María Scherer preguntó por la pintura, el narcotraficante respondió brevemente: “Me la regaló un amigo”, sin dar más detalles.

A lo largo de la entrevista, Zambada García no evitó hablar sobre su hijo Vicente, aunque lo hizo con moderación, como si cada palabra estuviera medida. “Lo extraño todos los días”, confesó en un momento.

Cuando Scherer le señaló que miles de familias en México comparten un dolor similar, extrañando a hijos muertos o desaparecidos debido a la violencia del narcotráfico, Zambada respondió de manera breve pero contundente: “Conozco ese dolor”.

Cuando fue entrevistado por Julio Scherer García en 2010, el capo evitó hablar de su hijo Vicente, quien entonces enfrentaba sus primeros años en prisión: “No quería hacer ninguna declaración que pudiera afectarle al Vicentillo en el juicio”, recordó María Scherer.

Desde 2021, Vicente Zambada dejó de estar registrado en el sistema del Departamento de Prisiones de Estados Unidos, y ahora vive con su esposa y sus dos hijos con una nueva identidad y una vida lejos del narcotráfico.

En su libro El traidor: El diario secreto del hijo del Mayo, la periodista Anabel Hernández ya arrojaba luz sobre una faceta poco conocida de Vicente Zambada Niebla más allá de su papel como operador clave en la organización criminal, cuando encontró en el arte una forma de sobrellevar su encarcelamiento en Estados Unidos.

Durante los años que pasó tras las rejas, Zambada desarrolló un interés profundo por la pintura, actividad que inició como un simple pasatiempo pero que evolucionó en una práctica constante. Además, aprendió de manera autodidacta a tocar el piano y la guitarra, mientras acumulaba alrededor de 400 libros leídos en un período de nueve años. Según Hernández, estas actividades parecieron convertirse en un refugio para sobrellevar su reclusión y mantener un vínculo emocional con su familia.

La portada del libro de Hernández García incluye un autoretrato de un payaso que, según se señala, fue pintado por el propio Zambada mientras estaba en prisión y que sería una metáfora de cómo se apreciaba a sí mismo luego de entregarse a las autoridades y revelar detalles de los personajes clave del Cártel de Sinaloa.

El libro también menciona que “El Vicentillo” enviaba dibujos, muchos de ellos representando superhéroes, a sus hijos y a su madre.