La fotografía da la oportunidad de conocer más el mundo que nos rodea, ya sea capturando estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas que se convierten en protagonistas, nos acercan a un momento impregnado de sentido estético.
En medio de la monotonía, la imagen de un rincón de México puede servir de recreación, para aliviar la vista y conocer un detalle nuevo que podría servir para lucirse en reuniones.
Esta fotografía nos invita a reflexionar sobre la grandeza de la creatividad humana y la belleza de lo que se encuentra en el país. Sin más dilación, a continuación está la imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La Sabana: un santuario rupestre en Acapulco
Enclavada en la ladera norte del Cerro de La Bola, en el ejido de La Sabana, Acapulco, se encuentra la Zona Arqueológica de 5 de Mayo-La Sabana, un sitio que destaca por su extraordinaria colección de petrograbados y vestigios de asentamientos prehispánicos. Según informó la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del INAH, este lugar no solo resguarda una vasta riqueza cultural, sino que también constituye un espacio de preservación de flora y fauna autóctona.
El sitio, abierto al público desde el 3 de noviembre de 1997, abarca un polígono de protección que incluye monumentos arqueológicos, una estructura prehispánica y una reserva natural. De acuerdo con el INAH, este espacio fue habitado desde el Clásico Temprano (400-600 d.C.), alcanzando su apogeo en el Epiclásico (600-900 d.C.) y el Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), antes de ser abandonado. Posteriormente, fue reocupado por grupos como los tezcatecos, tuztecos y yopes hacia el final de la época prehispánica.
Entre los elementos más destacados de esta zona arqueológica se encuentran las terrazas habitacionales delimitadas por muros de contención, cuyos restos aún son visibles en las partes bajas del cerro. Un ejemplo notable de esto se encuentra en las inmediaciones de la escuela primaria Emiliano Zapata. Sin embargo, lo que realmente distingue a este sitio es la presencia de al menos 38 petrograbados, realizados mediante técnicas de cincelado y abrasión sobre rocas graníticas.
Según detalló el INAH, los petrograbados incluyen una amplia variedad de motivos, como figuras zoomorfas relacionadas con la fauna local, cuentas calendáricas rectangulares y circulares, y representaciones antropomorfas asociadas con deidades de la lluvia. Entre las imágenes más llamativas se encuentran representaciones de fauna marina y terrestre, como serpientes y monos araña, especies que ya no habitan esta región de México. También destacan un grupo de siete figuras humanas con los brazos alzados, aparentemente en actitud ritual, y otra figura que porta atavíos relacionados con Tláloc, el dios de la lluvia.
La dependencia subrayó que la abundancia de cuentas calendáricas en los petrograbados sugiere una conexión significativa entre el sitio y el cómputo del tiempo. Estas inscripciones podrían estar vinculadas con el calendario agrícola, festividades rituales y observaciones astronómicas, elementos esenciales para los pueblos agrícolas que dependían de la lluvia para su subsistencia.
Este lugar de culto también se relaciona con un sitio arqueológico conocido como Ciudad Perdida, ubicado en las partes bajas y planas hacia el norte, donde actualmente se asienta el Acapulco moderno. La ubicación estratégica de esta zona permitió a sus habitantes acceder a una amplia variedad de recursos, como pesca en la costa y altamar, recolección en áreas costeras y de pie de monte, así como tierras aluviales ideales para la agricultura. La combinación de estos recursos garantizó la subsistencia de la población y consolidó la importancia del sitio como un centro ritual de gran relevancia.
El interés por este sitio arqueológico no es reciente. En 1948, el arqueólogo Pedro Armillas reportó su existencia, y en 1960, Román Piña Chan lo registró nuevamente. Más tarde, en 1981, el INAH incluyó el área de petrograbados de La Sabana en un registro más amplio de manifestaciones gráfico-rupestres en Acapulco. Los arqueólogos Martha Cabrera y Héctor de la O Castañeda catalogaron los diseños más conocidos, aunque con el tiempo se han descubierto nuevos grabados que amplían el conocimiento sobre este sitio.