En el siglo XIX, un grupo de siete mujeres conquistó la atención del mundo gracias a su inusual característica física: sus largas y hermosas cabelleras. Las hermanas Sutherland, originarias de Cambria, Nueva York, se convirtieron en un fenómeno cultural y comercial al explotar su característica distintiva en la era del espectáculo y el estándar de belleza emergente. Este grupo de chicas, conocido también como “Las Siete Maravillas del Mundo”, no solo impactó a la industria del entretenimiento, sino que también dejó un legado en la publicidad y la percepción de la belleza femenina.
Las hermanas Sutherland nacieron entre 1851 y 1865 en una familia humilde. Sus nombres eran Sarah, Victoria, Isabella, Grace, Naomi, Dora y Mary. Desde pequeñas, su madre, Mary Sutherland, incentivó el cuidado y crecimiento de sus cabellos bajo la creencia de que la longitud y la salud de este eran símbolos de belleza y virtud. A través de una rutina rigurosa, las hermanas lograron desarrollar cabelleras que llegaban a medir más de un metro y medio de longitud, un hecho que rápidamente las convirtió en una atracción local del condado de Niágara.
El salto a la fama llegó cuando comenzaron a participar en ferias locales y eventos públicos mostrando sus cabelleras como un espectáculo. Pronto las multitudes crecieron y lo que empezó como un acto sencillo de curiosidad se convirtió en una carrera profesional. En 1884 las hermanas empezaron a realizar giras por Estados Unidos, actuando en teatros y circos como un número visual extraordinario.
La conexión con el marketing moderno
Más allá de su atractivo físico, las hermanas Sutherland entendieron el valor de comercializar su imagen. Aprovecharon la obsesión de la época victoriana con la vanidad para desarrollar una línea de productos capilares. Comercializaron tónicos, aceites y champús bajo la marca “The Seven Sutherland Sisters Hair Grower”, que prometían ayudar a las mujeres a obtener una melena tan larga y saludable como la suya. Este fue uno de los primeros casos documentados de celebridades que utilizaron su fama para lanzar productos relacionados con su imagen personal.
“Tenían magnetismo capilar” confesó el periodista y biógrafo Brandon Stickney, autor del libro Las asombrosas siete hermanas Sutherland (2012), obra que las nombró como las primeras modelos célebres de América del Norte.
El negocio fue un éxito rotundo y convirtió a las hermanas en mujeres adineradas. Sus productos eran populares no solo en Estados Unidos, sino también en Europa, donde la longitud del cabello era un símbolo de feminidad idealizada. Además, las campañas publicitarias que promovían los tónicos capilares se basaban en elaboradas ilustraciones de las hermanas mostrando sus melenas, lo que reforzó su impacto cultural.
De acuerdo con el diario ABC Historia, la fortuna de la familia ascendió hasta los tres millones de dólares, añadiendo productos como un limpiador de cuero cabelludo y ocho diferentes tonalidades de color para el cabello.
En 1893, las mujeres Sutherland alcanzaron fama mundial, lo que les garantizó un lugar destacado en las portadas de las publicaciones más prestigiosas de la época, como Cosmopolitan, The New Yorker, The New York Times y Time. Su éxito fue tal que no escatimaron en gastos, llegando a construir una lujosa mansión con 14 habitaciones, baños revestidos en mármol, agua corriente tanto fría como caliente, maderas nobles y una amplia gama de lujos que estaban fuera del alcance de casi cualquier persona en aquellos años.
El declive y el legado
Aunque disfrutaron de una vida de lujo durante décadas, el éxito de las hermanas Sutherland no fue eterno. A principios del siglo XX, con la llegada de estilos de cabello más cortos y la popularización de otros productos cosméticos, la demanda de sus tónicos disminuyó. Además, la mala gestión financiera y el exceso en su estilo de vida contribuyeron a la decadencia de su fortuna.
En sus últimos años, las hermanas vivieron en relativa pobreza en una mansión deteriorada que alguna vez había sido símbolo de su éxito. La última de ellas, Grace falleció en 1946, cerrando el capítulo de una de las historias más curiosas de la cultura popular del siglo XIX.
Las hermanas Sutherland dejaron una huella importante en la historia del espectáculo y el marketing. Fueron pioneras en la conexión entre la celebridad y la venta de productos, un fenómeno que sigue vigente en la actualidad. Su historia también refleja los ideales de belleza de su tiempo y cómo estos pueden influir en el éxito social y económico de las personas.
Hoy, las hermanas son recordadas como un fenómeno fascinante que combina elementos de espectáculo, marketing y estética. Sus larguísimas cabelleras, símbolo de su éxito, continúan siendo un tema de interés para historiadores y amantes de las curiosidades de la época victoriana. A través de su innovador uso de la imagen personal, las hermanas Sutherland se adelantaron a su tiempo y dejaron un legado que aún resuena en la cultura popular y en la publicidad moderna.