
En un escenario de envejecimiento demográfico y prolongación de la vida laboral, diversos países han implementado políticas y programas que facilitan el acceso de personas de 50 años o más a la educación superior.
Esta tendencia responde a la necesidad de adaptar los sistemas educativos a sociedades donde la longevidad y la participación activa de los adultos mayores adquieren creciente relevancia.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los países nórdicos, el Reino Unido, España, Italia, Austria, Alemania, varias naciones de Europa del Este y algunos países de América Latina han desarrollado marcos nacionales, programas universitarios y redes institucionales que promueven la formación continua y la inclusión de los mayores en la universidad.
La diversidad de modelos y el alcance de estas iniciativas ofrecen lecciones valiosas sobre cómo construir sistemas educativos más inclusivos y flexibles.
El envejecimiento poblacional y la transformación del mercado laboral han impulsado la necesidad de políticas de aprendizaje a lo largo de la vida. De acuerdo con la OCDE, la presión sobre los sistemas educativos y de formación aumenta a medida que las personas viven y trabajan más años, lo que exige mantener y actualizar competencias durante toda la vida laboral.
Sin embargo, no existe una estadística global homogénea sobre la matrícula universitaria de personas mayores de 50 años; la evidencia disponible proviene de políticas nacionales, programas institucionales y redes internacionales como la University of the Third Age (U3A).

En este contexto, la participación de los adultos mayores en la educación superior se convierte en un indicador clave de la capacidad de los sistemas educativos para responder a los desafíos demográficos y tecnológicos.
Modelos nacionales robustos: el caso de los países nórdicos
Suecia, Dinamarca, Finlandia y Noruega se destacan por sus políticas nacionales de aprendizaje a lo largo de la vida y por la financiación de la formación continua.
En estos países, muchas universidades han incorporado programas formales para mayores, modalidades flexibles y formación específica para trabajadores de más edad. Según la OCDE, “las tasas de participación adulta en formación son de las más altas del mundo en los países nórdicos, gracias a marcos nacionales que fomentan el acceso y el reconocimiento”.
Estos marcos legales y financieros han permitido que la formación de adultos mayores sea una parte integral de la estrategia educativa nacional, facilitando tanto el acceso como el reconocimiento de aprendizajes previos.
Experiencias institucionales y redes
El Reino Unido ha desarrollado modelos institucionales destacados, como la Open University, que ofrece educación superior abierta y accesible a personas mayores sin requisitos formales de ingreso.
Además, la red University of the Third Age (U3A) proporciona aprendizaje no formal y, en muchos casos, mantiene vínculos con instituciones de educación superior.
En España, Italia, Austria y Alemania, diversas universidades han institucionalizado programas para mayores, conocidos como universidades senior.

Según las directrices de la ARQUS Alliance, “la demanda de seniors en la universidad está en aumento y la oferta de aprendizaje para mayores permite a quienes no accedieron antes a la educación superior hacerlo ahora”.
Estas iniciativas suelen combinar formación académica, actividades culturales y espacios de encuentro intergeneracional, promoviendo tanto la actualización de conocimientos como la participación social.
Europa del Este y Balcanes: fuerte apoyo institucional
En países como Polonia, Lituania, Eslovaquia y República Checa, la presencia de las Universities of the Third Age (U3A) es especialmente significativa.
Estas redes, vinculadas a universidades y respaldadas por políticas locales, han desarrollado programas municipales y universitarios que fomentan la educación de personas mayores. La Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (UNECE) documenta que en Eslovaquia, por ejemplo, las U3A cuentan con apoyo institucional y han consolidado una oferta educativa adaptada a las necesidades de los adultos mayores.
Este modelo se caracteriza por su flexibilidad y por la integración de actividades culturales, científicas y de voluntariado.
América Latina: iniciativas piloto y políticas sectoriales
En América Latina, la cobertura de programas para mayores de 50 años es aún limitada y heterogénea. Según la OCDE, “en América Latina, la participación de adultos mayores en educación superior es baja y la cobertura de programas es muy desigual”.
Existen programas piloto y políticas locales, como las iniciativas en Colombia, donde algunas universidades han abierto diplomados y trayectos específicos para mayores de 50 años.
Sin embargo, la mayoría de estas experiencias son de alcance local o sectorial y no forman parte de una política sistémica a nivel nacional. La falta de marcos legales y de financiamiento estable dificulta la expansión y sostenibilidad de estos programas.
Universidades senior, educación continua y reconocimiento de aprendizajes previos
La oferta para mayores de 50 años abarca desde universidades senior y programas de educación continua hasta trayectos flexibles y mecanismos de reconocimiento de aprendizajes previos.
Las directrices de la ARQUS Alliance subrayan la importancia de modelos que permitan el acceso abierto, la flexibilidad temporal y la adaptación de los contenidos a los intereses y necesidades de los participantes.

Además, se promueve la integración de actividades intergeneracionales y la participación activa de los mayores en la vida universitaria. El reconocimiento de aprendizajes previos y la modularidad de los programas son tendencias clave que facilitan la reincorporación de adultos mayores a la educación superior, permitiendo trayectorias personalizadas y adaptadas a la experiencia vital de cada persona.
Retos y tendencias: las brechas de acceso
A pesar de los avances, persisten importantes retos. La OCDE identifica brechas de género, socioeconómicas y tecnológicas que limitan el acceso de los adultos mayores a la educación superior.
El predominio de la formación no formal y la falta de datos homogéneos dificultan la evaluación del impacto de las políticas y la comparación internacional. Además, la dificultad de acceso es mayor para los grupos más vulnerables, como las personas con bajo nivel educativo previo o en situación de dependencia.
Los organismos multilaterales recomiendan fortalecer la flexibilidad de la oferta, mejorar los sistemas de reconocimiento de aprendizajes y promover la inclusión digital para reducir las desigualdades. La ARQUS Alliance enfatiza la necesidad de modelos intergeneracionales y de una mayor visibilidad de las capacidades de los mayores en la sociedad.
El análisis internacional muestra que la inclusión de personas mayores de 50 años en la educación superior requiere marcos legales sólidos, financiamiento adecuado y una oferta educativa flexible y relevante.
Los países que han avanzado en esta dirección han logrado no solo ampliar el acceso, sino también promover la participación activa de los mayores en la vida académica y social.

La tendencia global apunta hacia sistemas educativos más inclusivos y adaptativos, capaces de responder a los desafíos del envejecimiento poblacional y de la transformación del mercado laboral.
La consolidación de universidades senior, redes como U3A y programas de reconocimiento de aprendizajes previos son ejemplos de buenas prácticas que pueden inspirar a otros países y regiones.
La transformación demográfica y la prolongación de la vida laboral exigen que los sistemas de educación y formación evolucionen hacia modelos más inclusivos y flexibles, capaces de acompañar a los adultos mayores en su desarrollo personal y profesional a lo largo de toda la vida.
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