Se cumplen casi 20 años de la creación del concepto de las Zonas Azules, y esto motivó a un encuentro entre el médico cardiólogo Eric Topol, fundador de Scripps Research Translational Institute y una de las voces más influyentes en la medicina contemporánea, con Dan Buettner, investigador de National Geographic de las Zonas Azules, para reflexionar sobre la evolución y aplicación de esta “fórmula” de la longevidad en la vida actual.
El concepto de Zonas Azules nació a principios de la década de 2000 como resultado de una investigación interdisciplinaria enfocada en la longevidad excepcional de ciertos lugares del mundo.
¿Cuáles son las cinco Zonas Azules? Ikaria (Grecia), Cerdeña(Italia), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda(California) y Okinawa(Japón).
A 20 años de esa investigación, Dan Buettner explicó a Topol cómo él y su equipo desarrollaron el concepto de “Power 9”, un conjunto de nueve prácticas fundamentales asociadas a la longevidad.

La sistematización de estos hallazgos dio paso a la creación de Blue Zones LLC, la empresa fundada por Buettner para trasladar los principios de las Zonas Azules al contexto urbano y comunitario contemporáneo.
Desde su fundación, Blue Zones LLC impulsa intervenciones en ciudades y organizaciones, enfocadas en rediseñar el entorno físico y social a favor de conductas saludables.
“Es muy difícil convencer a la gente de cierta forma de comer y cambiar su comportamiento, pero si cambias su entorno, puedes manipular sus decisiones inconscientemente", dijo Buettner a Topol.
Y continuó: “Y hay muchísimos ejemplos de cómo moldear el entorno de las personas y obtener mejores comportamientos. El más obvio es si quieres que la gente camine más, Si se aprueba un paquete completo de políticas de calles para una ciudad, se puede lograr que un 20% más de personas caminen”, expresó el investigador.
Cómo se descubrieron las Zonas Azules

Dan Buettner, junto a Gianni Pes, un médico italiano, y Michel Poulain, demógrafo que trabajaba principalmente en Grecia, impulsaron la identificación de regiones donde la población alcanzaba edades centenarias.
La publicación en 2003 del estudio académico sobre la Zona Azul de Cerdeña fue el hito inicial; el término “Zona Azul” pronto se consolidó y más adelante Buettner lo patentó como marca de un proyecto de alcance internacional.
Una de las grandes conclusiones del trabajo de Buettner y sus colegas es que los factores genéticos, si bien tienen cierta influencia, son mucho menos determinantes de lo que se pensaba tradicionalmente; el peso real en la esperanza de vida proviene del estilo de vida y el entorno cotidiano.
“Recibí una beca de los Institutos Nacionales del Envejecimiento para revertir la longevidad. Y todo el proyecto se basó en el estudio danés con gemelos que estableció que solo entre el 20% y el 25% de la variabilidad de nuestra longevidad está determinada por los genes. El 75% es otra cosa", contó Buettner a Topol.

La investigación demostró que poblaciones con rutinas enfocadas en la actividad física integrada al día a día, redes sociales y familiares sólidas, y una alimentación basada en productos sencillos de la tierra, tienden a experimentar menos enfermedades crónicas y mayor longevidad.
Principales zonas identificadas y hallazgos sobre longevidad
Las primeras Zonas Azules documentadas incluyeron la isla italiana de Cerdeña y la región de Okinawa en Japón, ambas con alta concentración de personas centenarias.
Posteriormente, la atención se dirigió a la comunidad de Loma Linda, California, donde un estudio de 103.000 adventistas reveló que los miembros fieles de este grupo religioso vivían, en promedio, siete años más que otros estadounidenses.
Más adelante, la isla griega de Icaria fue reconocida por su baja incidencia de enfermedades neurodegenerativas y su longevidad notable, mientras la Península de Nicoya, en Costa Rica, mostró la menor mortalidad de mediana edad del planeta, proporcionando a sus habitantes el doble de probabilidades de alcanzar los 95 años en buenas condiciones de salud en comparación con otras poblaciones globales.

La identificación de estas áreas surgió del análisis metódico de datos poblacionales registrados, verificados mediante documentación civil y religiosa, y contrastados con las cifras nacionales de longevidad y mortalidad. Estas Zonas Azules, a pesar de estar geográficamente distantes y culturalmente diversas, compartían patrones de longevidad superiores y menor prevalencia de enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento.
El enfoque Power 9 y sus categorías
Para condensar las claves observadas en las Zonas Azules, Buettner formuló el “Power 9”, un resumen de nueve factores de estilo de vida que apuntalan la longevidad.
Según contó a Topol, “El Power 9 se divide básicamente en cuatro categorías. En primer lugar, los habitantes de esas zonas dan el equivalente a unos 12.000 pasos al día moviéndose de forma natural. Tienen jardines en la parte trasera, en las cinco zonas azules. Se dedican a la jardinería, lo cual es genial. Y sus casas no están llenas de las comodidades mecánicas que hacen gran parte del trabajo por nosotros. Siguen haciendo el trabajo del jardín y de la cocina a mano. Y todo eso se suma, manteniendo su metabolismo acelerado”, afirmó.
Y completó: “La segunda categoría más importante es la que come comida campesina. No consumen superalimentos ni suplementos. Comen lo que venden en la última fila del supermercado a 2 dólares la libra. ¿Qué es eso? Se alimentan de cereales integrales: cebada, trigo, maíz, arroz", resumió.

Las categorías del Power 9 son:
- 1. La actividad física regular, como caminar alrededor de 12.000 pasos diarios y la jardinería, labores que suelen realizarse de forma natural y no como resultado de ejercicio formal o planificado.
- 2. La alimentación campesina: dietas ricas en cereales integrales, tubérculos, verduras, legumbres y frutos secos.
- 3. El tejido social, la vida en familia extendida y las redes comunitarias —como el “moai” en Okinawa—, que ofrecen apoyo, compañía y sentido de pertenencia, previniendo la soledad.
- 4. El propósito vital y la integración social, subrayando que en todas estas comunidades las personas encuentran y mantienen una razón de ser clara y articulada, y su entorno les incentiva hábitos saludables. “Los okinawenses lo llaman Ikigai y los nicoyanos, plan de vida; para ambos, significa “por qué me despierto por la mañana”. Conocer tu propósito vale hasta siete años más de esperanza de vida”, afirmó Buettner en un artículo en Bluezones.com.

Otras recomendaciones son:
- 5. Manejar el estrés. “El estrés provoca inflamación crónica, asociada a todas las enfermedades graves relacionadas con la edad. Lo que las personas más longevas del mundo tienen y nosotros no, son rutinas para liberarse de ese estrés”, explicó en el artículo en Bluezones.com.
- 6. Regla del 80%. “Hara hachi bu”, el mantra de Okinawa, de 2500 años de antigüedad, que se recita antes de las comidas, recuerda que hay que dejar de comer cuando el estómago esté lleno al 80 %.
- 7. Pertenecer. “Las investigaciones demuestran que asistir a servicios religiosos cuatro veces al mes aumenta la esperanza de vida entre 4 y 14 años”, comentó Buettner en Bluezones.com.
- 8. Los seres queridos primero. “Los centenarios exitosos en las zonas azules priorizan a sus familias. Esto significa mantener a sus padres y abuelos mayores cerca o en casa (esto también reduce las tasas de enfermedades y mortalidad infantil). Se comprometen con una pareja (lo que puede aumentar la esperanza de vida hasta 3 años) e invierten en sus hijos con tiempo y amor”, describió en su artículo.

- 9. Tribu correcta. Las personas más longevas del mundo eligieron, o nacieron en, círculos sociales que fomentaban hábitos saludables.
En síntesis, Buettner señaló que “estos ágiles centenarios no se esfuerzan. Ninguno sigue dietas de moda. Ninguno entra en Instagram a pedir superalimentos o suplementos. Nadie viaja a Centroamérica en busca de células madre. O tomar rapamicina, metformina o cualquier otro resveratrol o NAD+, ya sabes, todas esas cosas que los publicistas nos dicen que nos van a rejuvenecer. No intentan hacer nada. La gran conclusión es esta: simplemente viven sus vidas. Y la longevidad parece surgir. No es algo que busquen. Es algo que surge del entorno adecuado", comentó Buettner al doctor Topol.
La creación y expansión de las Zonas Azules
Inspirado por los hallazgos en las Zonas Azules, Buettner fundó la empresa Blue Zones LLC hace alrededor de 15 años. La compañía desarrolla proyectos dirigidos a transformar entornos urbanos y comunitarios para favorecer la adopción natural de hábitos saludables. Contratada por empresas de seguros y gobiernos locales, Blue Zones LLC interviene ciudades enteras para modificar el ambiente e incentivar prácticas ligadas a la longevidad, tal como las detectadas en sus investigaciones originales.
“Hemos tenido un éxito increíble en la reducción del IMC (Índice de masa corporal) a nivel poblacional. Nunca hemos tenido un fracaso. Y nos va mejor en algunas ciudades que en otras, pero la cifra sigue creciendo cada año. Y este es el ADN que proviene directamente de lugares como Cerdeña y Okinawa“, dijo Buettner.

Y completó: “No se trata de convencer a la gente de que tome una pastilla ni de prometerles que, ya sabes, inyectarse plasma de una persona más joven o células madre va a cambiar. Simplemente los prepara para el éxito, cuando ahora mismo nuestro sistema alimentario y nuestro sistema de transporte nos predisponen a la pereza y la enfermedad", advirtió.
El enfoque de la empresa se centra en la reconfiguración de las estructuras municipales y sociales; implementa políticas públicas para favorecer la movilidad peatonal, mejora la oferta alimentaria en supermercados, restaurantes, escuelas y lugares de trabajo, y fomenta redes de propósito y voluntariado, ayudando a reconstruir el tejido social de la comunidad y facilitar la adopción de hábitos saludables de forma perdurable.
La intervención de Blue Zones LLC ha alcanzado a más de cuatro millones de personas en 70 comunidades distintas dentro de Estados Unidos, con resultados tangibles en reducción de obesidad y mejora de parámetros de salud poblacional.
La metodología incluye la implementación de políticas públicas municipales duraderas, la transformación de la infraestructura urbana para favorecer el desplazamiento peatonal y en bicicleta, y el rediseño del entorno alimentario para hacer más accesibles y atractivos los alimentos saludables.

También se ha expandido el modelo a universidades, adaptando cafeterías y estilos de vida estudiantiles para privilegiar la alimentación basada en plantas y la actividad física cotidiana.
“Cuando llegamos a una universidad, trabajamos con la cafetería. Para ayudarlos a preferir la comida integral de origen vegetal a la comida chatarra. Y si venden comida chatarra, en muchos casos logramos convencerlos de que bajen el precio de la comida saludable y luego subimos el de las hamburguesas, las papas fritas y las pizzas. Y después subvencionamos la comida saludable".
Y completó: “Conectar a los estudiantes de primer año al ingresar. Y organizar el campus para que la gente se mueva sin pensar y realice más actividad física. Generalmente, ese enfoque funciona”.
Buettner expuso que la mayor debilidad del sistema de salud estadounidense es el escaso incentivo existente para promover la salud poblacional, pues tradicionalmente el sistema recompensa la atención curativa y no la preventiva. Esto contrasta con los enfoques de países como Costa Rica o naciones escandinavas, donde una estructura básica de salud llega a todos los hogares y permite prevenir enfermedades antes de que surjan o se agraven, logrando resultados mucho más efectivos y económicos a nivel macro.
La propuesta de Blue Zones, apoyada por los datos recogidos tras dos décadas de intervenciones, sugiere que la reestructuración del entorno cotidiano, más que la imposición de dietas, rutinas o medicamentos, es la verdadera clave para una longevidad saludable y sostenible, tanto en comunidades pequeñas como en grandes urbes.
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