
Para muchos ya ha terminado la vida laboral. Es hora de quedarse en casa y disfrutar del tiempo libre, les dicen. Pero no son pocos los seniors que desean seguir aprendiendo, o completar aquellos estudios que no pudieron realizar en su momento. ¿Volver a la universidad? ¿O ingresar por primera vez a ese ámbito académico al que no accedieron por tener que trabajar a temprana edad? Hoy este objetivo es posible: existen ofertas para quien desea estudiar, seguir aprendiendo, que no implican la realización de una carrera con todas las exigencias que ello trae.
En Jonquière, en la provincia francófona de Québec, Canadá, la Universidad de la Tercera Edad abre sus puertas y recibe a dos grupos de adultos mayores interesados en su oferta educativa. “Me siento contento y reconfortado de ver que la gente se interesa en esto”, dice el profesor de Genética humana Simon Girard. “Esta gente, que probablemente esté jubilada, tendría la posibilidad de hacer lo que desee y me siento honrado de que hayan elegido estar acá con nosotros, durante cinco semanas”.
El diputado de esta ciudad, Yannik Gagnon, quien participó de la elaboración de este proyecto surgido de una “hermosa colaboración”, según expresa, aclara: “Son jornadas como esta las que nos hacen continuar cuando la cosa se pone difícil. Para mí es extraordinario”.

Los dos grupos, o cohortes, de cien estudiantes, todos mayores de 50 años y con una edad promedio de 65, se inscriben para cursos de cinco semanas, de tres horas cada una. Al finalizar, recibirán un certificado, pero no pasarán por el estrés innecesario de ser sometidos a exámenes. Esta certificación, decidida a partir de la solicitud de uno de los participantes, cobra una particular importancia. “Le prometí a mi nieto que, si a él le iba bien en los estudios, yo también conseguiría un diploma”.
Otra Universidad de la tercera edad en Québec es la que depende de la Universidad de Sherbrooke, y que atrae cada vez más a estudiantes mayores de 50 años que desean seguir aprendiendo, aunque estén jubilados. Estos se interesan en la historia, la geopolítica o las ciencias, y tienen como punto en común la curiosidad intelectual y las ganas de dar sentido a su tiempo libre. Fundada en 1976, esta universidad es la primera de este tipo en América. Y su crecimiento es impresionante: cerca de 12000 estudiantes están hoy inscriptos en todo el Quebec. Los programas, adaptados a las diferentes regiones, se arman a partir de encuestas realizadas a los estudiantes, jubilados en la mayoría de los casos, a fin de responder a las aspiraciones de los alumnos.
En Joliette, por ejemplo, los estudiantes siguen cursos de historia de Francia y de Canadá, la geopolítica contemporánea e incluso el estudio de los océanos. En la Asunción, la oferta va desde la iniciación en enología hasta la Inteligencia Artificial. En Moulins, otra localidad de Quebec, las temáticas privilegian la historia, con cursos acerca de los pueblos autóctonos de América o de la ciencia a través del tiempo.

En general, los participantes aclaran que lo hacen por el placer de aprender. Los formatos que los cursos adoptan son variados: bloques de conferencias de entre cinco y diez presentaciones, cursos en profundidad acerca de un solo tema o incluso talleres en pequeños grupos de unas quince personas. Durante la pandemia, una filial virtual completó la oferta. Representa hoy alrededor del 10 por ciento de las actividades de la universidad. “El aspecto social está menos presente en este caso, pero el contenido es sumamente interesante. Tenemos, por otra parte, voluntarios que están disponibles para acompañar y ayudar a nuestros estudiantes a seguir los cursos en línea”.
Los cursos crean verdaderos lazos entre los participantes. “Es formidable, ya que gente que tiene los mismos centros de interés se encuentran y comparten juntos estos momentos de aprendizaje y de cultura”, afirman los responsables de estos programas. “Muchos nos hablan del orgullo que sienten sus nietos, al saber que los abuelos vuelven a la escuela”, cuenta la consejera pedagógica, que se emociona al recordar estos testimonios.
Y todos reconocen una fecha fundacional: en el año 1973 en la Universidad de Toulouse, en Francia, cuando se puso en marcha el primero de estos programas.
El caso belga
En Liège, Bélgica, por otro lado, la universidad de la tercera edad ha iniciado cursos de Inteligencia Artificial (IA). Comprender sus bases, explorar sus diversos usos y poder integrarla a la vida cotidiana. El éxito está garantizado, un centenar de participantes llenaron la sala en su primera semana.

Elizabeth, 95 primaverales años, no ha perdido su curiosidad. “No quisiera morir tonta”, explica. “Es una herramienta que me gustaría entender, porque me interesa bastante ver las cosas nuevas”. Ya dio el primer paso, y le encanta: “Utilizo el ChatGPT para buscar informaciones o incluso la receta de un postre, por ejemplo”.
Mariano Delli Pizzi, responsable de la capacitación en IA, constata que las personas mayores utilizan esta herramienta al principio para buscar información, pero no solo esto. “Ofrece una ayuda en la vida cotidiana, el ejemplo es la receta de cocina, pero también ver cómo puedo organizar un viaje a Tailandia”.
La experiencia en Cataluña, España
El Campus de la Experiencia de la Universitat Internacional de Catalunya, un Programa Universitario para Mayores dirigido a las personas que terminan el ciclo profesional de sus vidas, es un ejemplo de programas específicos para personas mayores.
Las asignaturas se desarrollan en solo un mes y se complementan con una salida mensual relacionada con la temática que se esté impartiendo para otorgar una parte experiencial al temario y salir de las aulas: visitas a museos, obras musicales, experimentos en el laboratorio, etc.

Además, se ofrecen talleres, que son cursos prácticos, antes o después de las clases, un viaje de final de curso, concursos literarios y trabajos grupales de investigación. Estos refuerzan el rigor académico de estar en la Universidad, haciendo a los alumnos responsables de su aprendizaje.
El único requisito para acceder a los programas universitarios, seminarios y actividades complementarias de la Universidad de la Experiencia es tener 55 años o más en el momento de formalizar la matrícula. No es necesario acreditar ninguna formación académica previa.
Los programas universitarios de la Universidad de la Experiencia se estructuran en uno, dos o tres cursos académicos, dependiendo de la especialidad.
Cada curso consta de cuatro asignaturas específicamente diseñadas para el alumnado del programa, y se imparten dos asignaturas en cada cuatrimestre. Al finalizar todos los cursos de un programa universitario, el alumnado recibe un diploma de extensión universitaria, sin que esta oferta formativa contemple evaluaciones o exámenes.

Cabe aclarar que los cursos de esta universidad son pagos, aunque están adaptados a las posibilidades de la gente mayor, e incluyen descuentos para quienes presentan algún grado de discapacidad, son víctimas de violencia familiar o de actos terroristas o son beneficiarias de la prestación del ingreso mínimo vital.
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