Un misterio que no se aclara: ¿quién se robó el busto de Elvis?

La desaparición del busto de Elvis Presley desata una serie de preguntas sin respuesta, ¿es solo un robo o hay algo más profundo detrás de su desaparición en el East Village? The New Yorker investigó el tema

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El caso del busto de
El caso del busto de Elvis Presley refleja la lucha por preservar el legado del East Village

En un barrio de Nueva York, donde la historia y la cultura se entrelazan en cada esquina, un objeto aparentemente banal como un busto de Elvis Presley puede convertirse en el símbolo de un conflicto mucho más grande.

Es el caso del busto de Elvis que, durante más de tres décadas, presidió el escaparate del ahora desaparecido Great Jones Café en el East Village, un lugar emblemático de la contracultura neoyorquina.

Según The New Yorker, cuando el busto fue robado en 2021, la acción desató una serie de reacciones que no solo implicaban un simple robo, sino una profunda lucha por la identidad del vecindario y su legado.

El busto de Elvis: un ícono del East Village

El busto de Elvis, hecho de yeso y pintado de forma rudimentaria, se convirtió en un emblema para quienes frecuentaban el Great Jones Café, un refugio de artistas, músicos y bohemios en los años 80 y 90.

El café, inaugurado en 1983 por Phil Hartman y Rich Kresberg, se mantuvo fiel a la vida underground y a la autenticidad del East Village. Con el tiempo, el busto de Elvis se trasladó a un nuevo restaurante, Jolene, que ocupó el espacio tras el cierre del café en 2018. El busto ya no era solo una figura decorativa; representaba el espíritu rebelde y la historia del barrio.

Pero, en 2021, durante una noche ajetreada, el busto desapareció de forma audaz. Una mujer, aparentemente mayor, logró tomarlo mientras su acompañante, un hombre también mayor, permaneció fuera del restaurante observando tranquilamente.

El gerente del restaurante, Vishwas Wesley, dio la alarma y comenzó a perseguir a la ladrona, sin éxito. Mientras el busto desaparecía, los ladrones se reían de la situación. Esta escena no pasó desapercibida para los empleados ni los clientes, quienes vieron en el robo más que un simple delito: era como si hubieran secuestrado un pedazo del alma del East Village.

El busto de Elvis representaba
El busto de Elvis representaba el espíritu rebelde y la historia del East Village

Reacción del restaurante y la comunidad

Gabriel Stulman, propietario del restaurante Jolene, no tardó en hacer pública la indignación por el robo. A través de Instagram, publicó una foto de los ladrones (con sus rostros ocultos por círculos de colores) y lanzó un ultimátum a los responsables: devolver el busto en 24 horas o ser identificados públicamente.

La reacción de Stulman fue furiosa y contundente, como si el robo fuera una falta de respeto no solo hacia él y su negocio, sino también hacia la historia y la comunidad que el busto representaba.

Lo que parecía ser un simple robo, pronto se transformó en un símbolo de la lucha por la identidad del East Village, una zona que, en los últimos años, ha experimentado una gentrificación acelerada. El busto de Elvis, con su simpleza y sus años de presencia en el vecindario, era un símbolo de la cultura del lugar, algo que no podía ser arrebatado sin consecuencias.

El busto y su vínculo con la comunidad artística del East Village

El Great Jones Café, como muchos otros bares y restaurantes de la zona, fue un refugio para artistas, músicos y personajes del underground neoyorquino.

Desde Jean-Michel Basquiat hasta Bruce Springsteen, el café acogió a figuras que contribuyeron a darle una identidad única al barrio. El busto de Elvis, que inicialmente llegó al café de manos de una camarera, nunca fue considerado una gran pieza de arte, pero sí un fiel reflejo de la filosofía del lugar: lo que importaba no era lo que era, sino lo que representaba. No solo era una estatua, sino una pieza del patrimonio cultural del barrio.

Cuando el café cerró en 2018 y el restaurante Jolene lo reemplazó, la tradición del busto continuó. Sin embargo, los nuevos dueños, incluidos Stulman, no compartían la misma conexión emocional con la historia del vecindario, lo que generó tensiones con los antiguos residentes y con aquellos que sentían que el restaurante no respetaba el legado del East Village.

Los ladrones: una conexión inesperada

El busto había sido colocado
El busto había sido colocado en el Great Jones Café durante los años 80 por Kresberg y Gaver

La revelación de que los ladrones del busto eran en realidad los antiguos dueños del café, Rich Kresberg y Eleanor Gaver, sorprendió a muchos. Ambos, miembros de la misma comunidad artística que solía frecuentar el Great Jones Café, habían sido quienes introdujeron el busto en el restaurante en los años 80.

Para ellos, el busto era mucho más que una simple estatua; representaba un legado familiar y cultural que, en su opinión, no podía ser reclamado por un restaurante que solo buscaba lucrar con la historia del barrio.

Gaver y Kresberg, al enterarse de que el busto había sido tomado por Stulman sin su consentimiento, decidieron recuperar lo que consideraban una pieza esencial de su herencia cultural.

Aunque inicialmente decidieron no reclamarlo tras el cierre del café, el cambio de nombre y la nueva fachada del restaurante Jolene los llevaron a sentir que el busto pertenecía a su historia y, por lo tanto, debía ser devuelto a ellos.

El regreso del busto: negociaciones y confrontaciones

Tras recuperar el busto, Gaver y Kresberg se enfrentaron a Stulman, quien no estaba dispuesto a renunciar a la figura sin luchar. La disputa se intensificó cuando Stulman, convencido de que el busto formaba parte de su restaurante y su historia, trató de involucrar a la policía.

Finalmente, después de una serie de negociaciones, el busto fue devuelto a Stulman, pero no sin antes haber generado un clima de hostilidad y resentimiento.

Para los antiguos dueños del Great Jones Café, el robo del busto fue una forma de resistir lo que percibían como la apropiación comercial de su legado.

En sus ojos, el verdadero “robo” no era solo la estatua, sino la forma en que el nuevo restaurante estaba explotando la historia del barrio para obtener un beneficio económico sin reconocer el valor cultural que tenía.

La figura del busto simbolizó
La figura del busto simbolizó la lucha por el reconocimiento del valor cultural del restaurante

La gentrificación y la comercialización del East Village

Este conflicto no es solo una disputa sobre un busto de Elvis. Es un reflejo de las tensiones que existen en el East Village, un barrio que ha experimentado una gentrificación imparable en los últimos años.

Lo que una vez fue un vecindario de artistas, músicos y bohemios, se ha convertido en un área más accesible para los turistas y los nuevos ricos, que buscan apropiarse de la estética del barrio sin comprender su historia o su significado.

Los antiguos residentes, como Gaver y Kresberg, ven cómo su comunidad es desplazada por una nueva generación de empresarios que, aunque respetan la apariencia del vecindario, no comparten su cultura ni sus valores.

La lucha por el busto de Elvis simboliza este despojo cultural, un intento de los viejos residentes de recuperar lo que consideran suyo antes de que desaparezca por completo.

El futuro del busto: una nueva etapa en la historia del East Village

En 2022, un nuevo restaurante abrió en el mismo local que ocupó el Great Jones Café. Llamado Elvis, el restaurante se convirtió en el último capítulo de la saga del busto. Sin embargo, los nuevos dueños pronto recibieron una carta de cese y desista por parte de la corporación que maneja los derechos de Elvis Presley. Aunque el busto de Elvis se encuentra ahora en manos de un nuevo propietario, la lucha por su legado continúa.

La gentrificación del East Village no es solo una cuestión de inmuebles y negocios; es también una batalla por el control de la historia cultural de la ciudad. El busto de Elvis, robado y recuperado, representa no solo el espíritu de una época, sino también la resistencia de una comunidad que lucha por no ser borrada de la memoria colectiva de Nueva York.

En este contexto, el futuro del busto de Elvis sigue siendo incierto, pero su historia ya está escrita: un símbolo de la lucha por preservar la identidad en un mundo que cambia rápidamente.