
En junio de 1970, seis mujeres protagonizaron una hazaña histórica que desafiaría las expectativas sociales de su época. Bajo el liderazgo de la alpinista de Alaska Grace Hoeman y la californiana Arlene Blum, un equipo exclusivamente femenino intentó y logró alcanzar la cima del Mckinley, el pico más alto de América del Norte (6.190 metros).
Según Time, este evento, aunque significativo en el ámbito del montañismo, se inscribe en un contexto más amplio de lucha por la igualdad de género, no solo en las montañas, sino en toda la sociedad estadounidense.
Una hazaña histórica que desafió las expectativas
El ascenso del monte Mckinley (también conocido como Denali) fue más que un simple logro deportivo; representó una declaración de principios en un contexto donde la sociedad estadounidense aún mantenía firmes creencias sobre las capacidades de las mujeres. Para 1970, Estados Unidos ya había logrado enviar a los hombres a la luna, pero el logro de estas mujeres era aún inimaginable para muchos, quienes sostenían que las mujeres no podían soportar las duras condiciones de las altas montañas ni la altitud extrema sin la intervención de los hombres.
El montañismo, como otras disciplinas, estaba regido por normas masculinas, y las mujeres que se aventuraban en estas actividades frecuentemente enfrentaban críticas y desdén. El equipo encabezado por Hoeman y Blum no solo se enfrentaba a las peligrosas condiciones del Mckinley Denali, sino también a la carga simbólica de demostrar que las mujeres podían sobresalir en espacios históricamente dominados por los hombres. Su éxito, sin embargo, quedó eclipsado por los prejuicios de la época, y su hazaña no fue ampliamente celebrada en su momento.

Avances, pero un largo camino por recorrer
Aunque esta expedición marcó un hito en la historia del montañismo, la plena integración de las mujeres en la cultura montañera estaba aún en sus etapas iniciales. Este fenómeno no es único del montañismo; refleja la lucha constante por la igualdad de género en una variedad de campos.
A lo largo de las décadas, las mujeres han alcanzado importantes victorias en áreas como los derechos laborales y la igualdad salarial, pero como se menciona en el artículo de Time, “aún queda mucho por hacer”. A pesar de estos logros, la integración cultural de las mujeres en esferas como la política, los negocios y el deporte sigue siendo un proceso lento.
El retroceso también ha sido una constante. La reciente revocación de derechos reproductivos de las mujeres en Estados Unidos, así como la elección de un presidente acusado de abusos sexuales, han puesto de manifiesto que las batallas por la igualdad aún no se han ganado en su totalidad.
Avances en política, negocios y deportes
En términos de política, figuras como Kamala Harris, la primera mujer de color en ser nominada a la presidencia por un partido mayoritario, y Shirley Chisholm, quien en 1972 fue la primera mujer negra en postularse para la presidencia, son ejemplos de progreso.
Aunque la lucha por la equidad política es compleja y llena de obstáculos, los logros de estas figuras inspiran esperanza. A pesar de que los avances no siempre son celebrados de la misma manera que los fracasos, estos logros son fundamentales para que se construya una cultura más inclusiva.
En el mundo de los negocios, el avance hacia la paridad de género es palpable, aunque lento. A pesar de que la proporción de mujeres en puestos de liderazgo sigue siendo baja, la progresión ha sido significativa.
Sin embargo, la cultura empresarial, dominada por estructuras masculinas, aún enfrenta desafíos para integrar de manera efectiva a las mujeres en altos cargos ejecutivos.
En el ámbito deportivo, los logros también son notables. En 2024, por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos, las mujeres tuvieron la misma representación que los hombres, reflejando un importante avance hacia la igualdad en este ámbito.
En el básquet, la final del campeonato femenino de la NCAA se convirtió en el partido de básquet más visto en la historia de la competencia, superando en audiencia a muchos partidos masculinos. Estos avances, aunque no exentos de desafíos, indican una tendencia positiva hacia la inclusión y la visibilidad de las mujeres en el deporte.
La marcha feminista: un momento crucial en la lucha por la igualdad
Un mes después de la exitosa expedición de Denali, 50.000 mujeres marcharon en Nueva York en lo que se conocería como la Marcha por la Igualdad. Este evento fue uno de los hitos que marcó el inicio de la segunda ola del feminismo en los Estados Unidos.
A través de la protesta, las mujeres demandaban igualdad en el ámbito laboral, el derecho al voto, y la eliminación de las barreras de género que limitaban su desarrollo en todos los aspectos de la vida.
Aunque la expedición de Denali de 1970 no recibió la atención que merecía en ese momento, representaba el tipo de esfuerzo colectivo que comenzaba a poner de relieve las luchas y victorias del feminismo. A pesar de los avances en la lucha por la igualdad, muchas de las historias de estas mujeres pioneras permanecieron en la sombra.
El legado de la expedición al Mckinley y la necesidad de celebrar los logros

A pesar de la falta de reconocimiento inmediato, la expedición a Denali abrió la puerta para futuras generaciones de mujeres montañistas. Más de cinco décadas después, una mujer nepalesa, Purnima Shrestha, ostenta el récord de más ascensos a Everest en una sola temporada, un logro que refleja la persistencia y el impacto de aquellas mujeres que demostraron, en su momento, que las montañas no tenían dueño.
Es crucial, como la autora del artículo plantea, que celebremos los avances y los logros de mujeres como Hoeman, Blum y tantas otras...
Estas historias no solo tienen valor histórico, sino que también son esenciales para alimentar el impulso hacia una mayor igualdad y representación. Cada victoria, aunque parezca pequeña, construye un camino hacia un futuro más inclusivo.