
Un brote de sarampión en el oeste de Texas ha encendido las alarmas en el sistema de salud pública de Estados Unidos, marcando un retroceso significativo en la lucha contra esta enfermedad altamente contagiosa. Según informó ABC News, el brote ha afectado a personas en al menos nueve estados, con varios hospitalizados y la trágica muerte de un niño en edad escolar que no estaba vacunado. Este caso representa la primera muerte por sarampión en el país en una década, un recordatorio de los riesgos que implica la disminución de las tasas de vacunación.
El sarampión, a menudo subestimado como una enfermedad infantil pasajera, puede tener consecuencias graves, especialmente en niños menores de cinco años, mujeres embarazadas y personas con sistemas inmunológicos debilitados. De acuerdo con ABC News, aproximadamente uno de cada cinco individuos no vacunados que contraen sarampión requiere hospitalización, y las complicaciones pueden incluir neumonía, infecciones de oído que derivan en pérdida auditiva, encefalitis (inflamación cerebral) e incluso la muerte.
El incremento de casos en distintos estados ha llevado a las autoridades sanitarias a reforzar los protocolos de vigilancia epidemiológica y a emitir recomendaciones urgentes para contener la propagación. En varias comunidades, se han implementado campañas de rastreo de contactos y cuarentenas selectivas para frenar nuevos contagios. Además, hospitales y centros de salud han intensificado la capacitación del personal médico para identificar y tratar la enfermedad de manera temprana, con el fin de reducir complicaciones graves y evitar una mayor presión sobre el sistema de salud.

El sarampión: una de las enfermedades más contagiosas conocidas
El sarampión es reconocido como uno de los virus más contagiosos que afectan a los seres humanos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), una persona infectada puede transmitir el virus a nueve de cada diez personas susceptibles con las que tenga contacto cercano. Este nivel de contagio se mide a través del número básico de reproducción (R0), que para el sarampión oscila entre 12 y 18. En comparación, el R0 de la gripe estacional es de aproximadamente 3, lo que subraya la facilidad con la que el sarampión puede propagarse.
El Dr. Peter Hotez, profesor de pediatría y virología molecular en el Baylor College of Medicine en Houston, explicó a ABC News que el sarampión tiende a ser la primera enfermedad en resurgir cuando las tasas de vacunación caen por debajo del 90%. “Si tienes un grupo de niños no vacunados en una escuela o guardería, nueve de cada diez probablemente se infectarán”, señaló.
Además, el virus puede permanecer activo en el aire o en superficies hasta por dos horas después de que una persona infectada haya abandonado un lugar. Esto significa que incluso alguien que no haya tenido contacto directo con un portador puede contraer la enfermedad al ingresar a un espacio contaminado. Según ABC News, este fue el caso en Texas, donde una persona infectada visitó campus universitarios y restaurantes, dejando un “rastro de virus” que puso en riesgo a otros individuos no vacunados.
Complicaciones graves y riesgos asociados al sarampión
Aunque el sarampión puede parecer una enfermedad manejable, sus complicaciones pueden ser devastadoras. Según los CDC, uno de cada 20 niños infectados desarrolla neumonía, la principal causa de muerte por sarampión en menores. Además, uno de cada 1.000 niños puede sufrir encefalitis, una inflamación cerebral que puede causar daño permanente. Entre uno y tres de cada 1.000 niños infectados mueren debido a complicaciones respiratorias o neurológicas.
El Dr. Hotez también destacó que aproximadamente uno de cada diez niños con sarampión desarrolla infecciones de oído, lo que puede resultar en pérdida auditiva permanente. Estas estadísticas subrayan la importancia de la vacunación como una herramienta esencial para prevenir no solo la propagación del virus, sino también sus consecuencias más graves.

El impacto de las vacunas en la erradicación del sarampión
Antes de la introducción de la vacuna contra el sarampión en 1963, casi todos los niños en Estados Unidos contraían la enfermedad antes de los 15 años. Según los CDC, cada año se registraban entre 3 y 4 millones de casos, con 48.000 hospitalizaciones, 1.000 casos de encefalitis y entre 400 y 500 muertes.
La llegada de la vacuna marcó un cambio radical. En 1971, se introdujo la vacuna combinada contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR), y en 1989 se recomendó una segunda dosis para garantizar una mayor protección. Para el año 2000, el sarampión fue declarado eliminado en Estados Unidos, lo que significa que no había transmisión continua durante al menos 12 meses.
Actualmente, los CDC recomiendan que los niños reciban dos dosis de la vacuna MMR: la primera entre los 12 y 15 meses de edad y la segunda entre los 4 y 6 años. Una sola dosis tiene una efectividad del 93%, mientras que dos dosis alcanzan una protección del 97%. Según el Dr. Nicholas Cozzi, del Rush University Medical Center, la vacuna actúa como un escudo que, aunque no garantiza una inmunidad absoluta, reduce significativamente la gravedad de los síntomas en caso de infección.

El resurgimiento del sarampión y la disminución de las tasas de vacunación
A pesar de los avances logrados, las tasas de vacunación han disminuido en los últimos años, lo que ha facilitado el resurgimiento del sarampión. Según un informe de octubre de 2024 de los CDC, la cobertura de vacunación entre niños de jardín de infantes cayó del 95,2% en el año escolar 2019-2020 al 92,7% en 2023-2024.
Además, las exenciones no médicas han aumentado, alcanzando un 3,1% en el último año escolar, el nivel más alto registrado en al menos 13 años. Este fenómeno ha sido atribuido, en parte, al aumento de la hesitación hacia las vacunas tras la pandemia de COVID-19. Según el Dr. Cozzi, esta tendencia también ha afectado la administración de otras vacunas esenciales, como las que protegen contra la poliomielitis y el tétanos.
El Dr. Cozzi enfatizó la importancia de que los profesionales de la salud mantengan conversaciones abiertas y honestas con los padres, abordando sus preocupaciones y destacando los beneficios de la vacunación. “Es nuestra responsabilidad prevenir infecciones graves como el sarampión y sus devastadoras consecuencias, especialmente en aquellos que no están vacunados”, afirmó.

Un llamado a la acción para proteger a las comunidades
El brote en Texas y la muerte de un niño no vacunado son un recordatorio urgente de los riesgos asociados con la disminución de las tasas de vacunación. Tal como reportó ABC News, de los 146 casos registrados en el estado, solo cinco correspondían a personas vacunadas, y estas habían recibido una sola dosis de la vacuna MMR. El resto de los casos involucraba a personas no vacunadas o con un estado de vacunación desconocido.
La situación actual subraya la necesidad de reforzar las campañas de vacunación y combatir la desinformación que alimenta la hesitación hacia las vacunas. La historia del sarampión en Estados Unidos demuestra que la inmunización masiva es la herramienta más efectiva para proteger a las comunidades y evitar tragedias prevenibles.