Las tasas de obesidad en Estados Unidos experimentaron su primera disminución en más de diez años, según un nuevo estudio publicado en el JAMA Health Forum. Los resultados muestran que la proporción de personas con obesidad en el país cayó ligeramente del 46% en 2022 al 45,6% en 2023, marcando un cambio significativo tras más de una década de aumentos constantes.
El estudio, dirigido por el profesor John Brownstein, director de innovación en el Hospital Infantil de Boston y docente en la Escuela de Medicina de Harvard, analizó los índices de masa corporal (IMC) de 16,7 millones de adultos estadounidenses durante un período de 10 años.
Según los datos recopilados, el IMC promedio, que había aumentado anualmente hasta alcanzar 30,24 en 2022 —un nivel clasificado como obesidad—, mostró una ligera disminución a 30,21 en 2023. “Lo que estamos viendo por primera vez es una curva que se dobla, un signo de esperanza frente a un problema que ha representado una amenaza para la salud pública en Estados Unidos durante muchos años”, señaló Brownstein.
Factores detrás de la disminución
El estudio destaca varios factores que podrían estar contribuyendo a este descenso. Entre ellos, se encuentra el uso creciente de medicamentos para la pérdida de peso, especialmente aquellos basados en semaglutida, un principio activo utilizado en fármacos como Ozempic y Wegovy.
Estas medicinas, pertenecientes a la clase de agonistas del receptor GLP-1, originalmente fueron diseñadas para tratar la diabetes tipo 2, pero su efectividad en la reducción de peso ha llevado a un aumento masivo en su prescripción. De acuerdo con un estudio de la revista Annals of Internal Medicine, entre 2019 y 2023, el uso de estos medicamentos para el control del peso aumentó un 700% en Estados Unidos.
Los datos también indican que el impacto de estos medicamentos ha sido más notable en ciertas regiones y grupos demográficos. Por ejemplo, en el sur de Estados Unidos, donde se registraron las tasas más altas de dispensación de estos fármacos, se observó un descenso significativo en los niveles de obesidad. Asimismo, mujeres y adultos mayores de entre 66 y 75 años fueron los grupos que experimentaron las mayores reducciones en los índices de obesidad.
Pese al entusiasmo generado por estos resultados, los autores del estudio advierten que otros factores podrían estar influyendo en esta tendencia. Benjamin Rader, coautor del estudio y profesor asistente en la Escuela de Medicina de Harvard, subrayó que los cambios en el estilo de vida tras el final de las restricciones por la pandemia de COVID-19también podrían haber contribuido.
“Tras la pandemia, las personas podrían estar retomando hábitos más activos y dejando atrás el estilo de vida sedentarioque muchos adoptaron durante ese período”, comentó Rader. Además, se señala que durante la pandemia, el sur del país registró una alta cantidad de muertes relacionadas con la COVID-19 en personas con obesidad, lo que podría haber influido de forma indirecta en las estadísticas generales de obesidad en esa región.
Advertencias de los expertos
A pesar de los datos prometedores, los especialistas insisten en que es prematuro considerar esta disminución como una tendencia sostenida. Anne Peters, profesora de la Escuela de Medicina Keck, destacó que los resultados del estudio deben interpretarse con cautela. “Esto puede ser un indicador positivo de que las personas están mejorando, y que las terapias están ayudando, pero necesitamos observar cómo evoluciona esto a lo largo del tiempo”, afirmó.
Además, Peters advirtió sobre la importancia de no centrarse únicamente en el IMC como medida de salud. Aunque este indicador es útil para clasificar niveles de obesidad, no ofrece un panorama completo sobre la salud general de un individuo. “El peso debe considerarse junto con otros factores de riesgo para obtener una visión integral del estado de salud y del riesgo de enfermedades crónicas”, explicó Peters.
Asimismo, la especialista enfatizó la necesidad de combinar la pérdida de peso con cambios en los hábitos alimenticiosy de ejercicio. “Debemos cambiar la forma en que las personas se alimentan de manera fundamental, lo cual sería mucho más efectivo que depender únicamente de la pérdida de peso inducida por medicamentos”, añadió.
A pesar de esta disminución inicial, la obesidad sigue siendo un desafío importante para la salud pública en Estados Unidos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), casi el 60% de los adultos con obesidad presenta hipertensión arterial, y aproximadamente el 23% padece diabetes. Además, la obesidad está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hepáticas y una amplia gama de condiciones crónicas que afectan la calidad y esperanza de vida.