
El arte y la ciencia no siempre se han llevado bien. Quienes gozan de la sensibilidad de la pintura, los poemas o la música pueden no ponerse de acuerdo con los acólitos de la racionalidad, los defensores de las metodologías por encima de la improvisación o, peor aún, los profesores de mates.
Sin embargo, lo cierto es que el arte y la ciencia también se han retroalimentado mucho a lo largo de la historia. Son muchos los científicos apasionados por lo artístico y muchos los artistas que se han inspirado en la física, la química o cualquier otra disciplina para crear sus mejores obras. Más allá de eso, artes tan populares como el cine o la música no se entenderían hoy sin la contribución de los avances tecnológicos.
‘Revivificación’
Precisamente sobre esto habla Revivificación, el proyecto expuesto ahora en la Art Gallery de Australia Occidental en el que un equipo de artistas, biólogos y neurocientíficos han trabajado juntos para desarrollar una incubadora que contenga un “minicerebro” humano capaz de componer música.
No se trata, sin embargo, de un cerebro creado de la nada, sino de una reconstrucción in vitro realizada a partir de la sangre de un famoso compositor experimental, Alvin Lucier, fallecido en 2021 tras una caída. "Transformó nuestra forma de pensar sobre la composición al trasladar el enfoque de los elementos musicales tradicionales a las propiedades físicas del sonido mismo", indican desde la institución. “Su trabajo con las ondas cerebrales, la ecolocalización y la acústica ambiental difuminó las fronteras entre la música, la ciencia y el arte”.
Su trabajo fue lo que precisamente acabó poniendo en contacto al compositor con la Universidad de Australia Occidental. “Lucier donó sangre el año anterior a su fallecimiento, la cual fue reprogramada en células madre en la Facultad de Medicina de Harvard”, explican. "El Equipo de Revivificación transformó las células madre de Lucier en organoides cerebrales: estructuras tridimensionales que se asemejan a un cerebro humano en desarrollo".

Cómo hacer sonar un cerebro
El equipo formado por los artistas Guy Ben-Ary, Nathan Thompson y Matt Mingold junto al neurocientífico Stuart Hodgetts, insiste en que “en un momento en que la IA generativa pone en tela de juicio la capacidad de acción humana, este proyecto explora los desafíos de localizar la creatividad y la originalidad artística”, en declaraciones recogidas por el medio especializado The Art Newspaper. "La práctica del equipo se caracteriza por un enfoque subversivo de la biotecnología, desafiando las concepciones convencionales de la vida, la sensibilidad, la agencia y la relación entre los humanos y la tecnología", explican.
En la instalación, se encuentra una escultura que encapsula la incubadora, cuyas paredes están revestidas por “20 grandes placas curvas de latón”. “Cada placa está conectada directamente a la actividad neuronal del organoide cerebral de Lucier”, explican. Por ello, a medida que el cerebro ‘piensa’, las señalas son enviadas a través de las conexiones e impactan en el latón, “creando resonancias complejas y sostenidas que llenan el espacio de sonido”. “La revivificación es un intento de arrojar luz sobre las posibilidades, a veces oscuras, de extender la presencia de una persona más allá de la aparente finalidad de la muerte”