Barcelona, 21 ene (EFE).- Un estudio del Hospital de Sant Pau de Barcelona revela cómo la reversión de las alteraciones lipoproteicas en pacientes con ictus isquémicos ofrece nuevas perspectivas para la investigación y la gestión de las enfermedades cardiovasculares.
Este estudio ha sido publicado por investigadores del Instituto de Investigación Sant Pau (IR Sant Pau) y de la Unidad de Ictus del Hospital Sant Pau en la revista 'Journal of Lipid Research'.
Los resultados de esta investigación médica aportan nuevas evidencias sobre el papel esencial de las propiedades de las lipoproteínas, como LDL y HDL, en las patologías de las enfermedades carviovasculares como el ictus isquémico.
En las conclusiones se subraya la importancia de ir más allá de los niveles cuantitativos tradicionales de colesterol para valorar el riesgo de estas patologías.
Según la doctora Sonia Benítez, investigadora del grupo de investigación de Bioquímica Cardiovascular del IR Sant Pau y una de las autoras del estudio, "no es tanto la cantidad de LDL o HDL como su calidad lo que determina el riesgo residual de ictus isquémico".
Este estudio, explica la misma doctora, confirma que "algunas alteraciones cualitativas de las lipoproteínas, como el aumento de carga eléctrica negativa en la LDL y la HDL (LDL(-) o HDL(-)), podrían desempeñar un papel causante en la progresión de enfermedades cardiovasculares".
El ictus isquémico, una de las principales causas de mortalidad y discapacidad a nivel mundial, a menudo se relaciona con la ateroesclerosis carotídea, y es que aproximadamente un 20 % de los ictus están asociados directamente a la presencia de placas ateromatosas en las arterias carótidas.
Dicha presencia aumenta significativamente el riesgo de eventos vasculares graves, aseguran los autores del estudio.
Tradicionalmente, la gestión clínica de estos pacientes se ha centrado en reducir los niveles de colesterol de LDL y HDL, pero este nuevo estudio del IR Sant Pau pone de manifiesto que las características cualitativas de las lipoproteínas también son fundamentales en el desarrollo y progresión de estas enfermedades.
Esta nueva perspectiva abre oportunidades para abordar de forma innovadora las alteraciones lipoproteicas y los riesgos asociados, se explica en las conclusiones.
El estudio se llevó a cabo en el Hospital de Sant Pau entre enero de 2016 y marzo de 2019, y la población estudiada incluía pacientes adultos que habían experimentado ictus isquémico de circulación anterior y ateroesclerosis carotídea recientemente diagnosticados, así como un grupo de sujetos sanos como control.
Las lipoproteínas se aislaron de muestras de sangre de 27 sujetos sanos y 64 pacientes con aterosclerosis carotídea a los siete días y al año después del ictus.
Siete días después del primer ictus, las LDL presentaban un aumento de la carga negativa, un incremento de cerámidas proinflamatorias y triacilglicéridos, así como una disminución en fosfolípidos y colesterol.
En cuanto a las HDL, se identificaron alteraciones en la composición proteica, como una reducción en los niveles de apoA-I y un incremento en apoA-II y apoC-III, hecho que deterioró sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, comprometiendo su capacidad para prevenir la modificación de las LDL y su efecto inflamatorio.
Un aspecto destacado es que estas alteraciones cualitativas se mantienen a pesar de la introducción precoz de medicamentos como estatinas, lo que sugiere, indican los investigadores, que estas modificaciones "tienen raíces profundas en la fisiopatología del paciente".
Sin embargo, un año después del ictus, gracias a las intervenciones terapéuticas como estatinas y antiagregantes, así como posibles mejoras en los hábitos de vida, las lipoproteínas mostraron una mejora significativa. EFE