Un estudio revela que los perros tienen una gran inteligencia emocional: se parecen más a los humanos de lo que crees

Los datos revelan que los perros muestran respuestas cerebrales muy desarrolladas ante ciertos estímulos

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Imagen de un perro siendo
Imagen de un perro siendo acariciado por su dueño. (PIXABAY)

El vínculo entre los humanos y los perros es un fenómeno único. En muchas ocasiones, con tan solo hacerles un gesto o hablarles, parece que son capaces de entenderte a la perfección. Este fascinante comportamiento ha sido investigado por cientos de expertos en los últimos años.

La web Science alert ha revelado un estudio en el que se ha demostrado que la mente canina ha sido moldeada con el paso de los siglos, siendo capaz de imitar ciertas conductas y comportamientos del ser humano.

Los comportamientos más humanos de los perros

La evidencia más contundente sobre esta capacidad comienza en el cerebro del perro. La investigación reveló que en la corteza temporal canina áreas específicas sensibles a la voz, lo que recuerda al procesamiento de sonidos en el cerebro humano.

También se ha observó que, con frases y sonidos cargados de emociones, se producía la activación de la corteza auditiva y la amígdala. Ante el llanto o las risa de un humano, los perros mostraban respuestas humanas como la preocupación o felicidad.

Otra de las habilidades que sorprendieron a los investigadores es su capacidad para reconocer rostros. Varios fueron expuestos a imágenes de sus dueños y la mayoría logró reconocerlos. Cuando observan rostros conocidos activan los centros de recompensa y emoción.

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También experimentan el contagio emocional, fenómeno en el cual los perros reflejan las emociones de sus dueños. Una investigación de 2019 documentó parejas humano-perro cuyos patrones cardíacos se sincronizaron durante episodios de estrés. Al olfatear el sudor de personas asustadas, los perros adoptan estados de alerta similares.

El contacto visual representa otro pilar en este vínculo. Cuando un perro y un humano establecen una mirada mutua, ambos experimentan una liberación significativa de oxitocina, conocida como la hormona del amor. Durante pruebas de laboratorio, los niveles de esta sustancia aumentaron tanto en humanos como en perros tras intercambiar miradas.

Esta respuesta química no se observa, por ejemplo, en lobos criados por personas, uno de los animales más parecidos a los perros. Esto refuerza la idea de que se trata de un rasgo propio de la domesticación canina.

La habilidad de los perros para descifrar señales humanas no se limita a la vista o el oído. También utilizan el olfato para discernir emociones. Cuando los animales fueron expuestos a olores corporales mientras que sus dueños experimentaban fases de miedo o temor, los perros mostraban signos evidentes de estrés. Lo curioso es que con los olores asociados con la felicidad esto no pasaba.

El proceso de domesticación ha cambiado la estructura cerebral del perro respecto a sus ancestros salvajes. Los científicos explicaron que, pese a que el tamaño cerebral del perro doméstico es menor al del lobo, ciertas áreas relacionadas con la emoción y la recompensa están mucho más desarrolladas.

Por lo tanto, se puede afirmar con bastante certeza que los perros poseen una notable inteligencia emocional, ya que son capaces de reconocer rostros, interpretar emociones humanas y responder de manera empática a las distintas situaciones que perciben a su alrededor.