Un estudio científico afirma que los tiranosaurios tenían tantas neuronas como los primates

Un estudio de la Universidad de Vanderbilt revela que el T. rex poseía miles de millones de neuronas, lo que sugiere capacidades cognitivas avanzadas y comportamientos sociales comparables a los de los primates actuales

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Imagen de recurso de un
Imagen de recurso de un tiranosaurio rex. (Adobe Stock)

“Tengo un respeto completamente nuevo por los dinosaurios”, reconoció Suzana Herculano-Houzel, neurocientífica y bióloga de la Universidad de Vanderbilt, al reflexionar sobre los resultados de su estudio sobre la capacidad cognitiva de los tiranosaurios rex publicado en 2023. “Puedes estar agradecido por ese asteroide ahora, o la vida sería muy diferente, tal vez presidida en estos días por T-rexes que descubrieron cómo cocinar su comida y permitirse tantas neuronas como las que tenemos ahora los humanos”, decía en un comunicado. Esta afirmación, fruto del hallazgo que recoge en un artículo publicado en el Journal of Comparative Neurology, desafía la imagen tradicional del tiranosaurios rex como un depredador brutal y poco sofisticado, y lo sitúa en un nuevo paradigma: el de un animal con capacidades cognitivas comparables a las de los primates actuales.

Millones de neuronas para una inteligencia avanzada

La investigación, desarrollada por el equipo de la Universidad de Vanderbilt, se propuso cuantificar el número de neuronas telencefálicas en los cerebros de los dinosaurios terópodos, grupo que incluye al T. rex y a los velociraptores. Para ello, los científicos analizaron cráneos fosilizados mediante tomografías computarizadas y aplicaron modelos matemáticos que permiten estimar la densidad neuronal a partir de la masa cerebral. El resultado fue sorprendente: Tyrannosaurus rex habría contado con una masa cerebral de 343 gramos y 3.289.000.000 de neuronas telencefálicas, una cifra que se aproxima a los 2.875.000.000 de neuronas presentes en los babuinos.

Este hallazgo sugiere que los terópodos no solo destacaban por su tamaño y fuerza, sino también por una inteligencia avanzada. Según la autora principal, este nivel de células cerebrales “podría convertir a los terópodos en los ‘primates de su tiempo’”. La comparación con los babuinos no es trivial: en los mamíferos actuales, la cantidad de neuronas telencefálicas se asocia con la capacidad para resolver problemas complejos, utilizar herramientas y desarrollar comportamientos sociales sofisticados. Por tanto, la hipótesis de que los terópodos poseían habilidades cognitivas similares abre la puerta a una reinterpretación profunda de su biología.

El estudio también explora las implicaciones de este desarrollo neuronal en la longevidad y el comportamiento de los dinosaurios. Basándose en investigaciones previas que vinculan el número de neuronas con la historia de vida, los autores sugieren que Tyrannosaurus rex podría haber alcanzado los 40 años de edad. Además, la abundancia de neuronas habría permitido a estos animales no solo cazar con eficacia, sino también resolver problemas, manipular objetos e incluso, en un ejercicio de especulación científica, “cultivar” o modificar su entorno de formas que hasta ahora solo se atribuían a los mamíferos más inteligentes.

La reconstrucción de las capacidades cognitivas de los dinosaurios se ve limitada por la escasez de tejidos blandos fosilizados, lo que obliga a los paleoneurólogos a recurrir a comparaciones con especies actuales. En este sentido, la relación evolutiva entre los dinosaurios y las aves modernas resulta fundamental. Los terópodos, en particular, compartían con las aves características como plumas, alas, garras y cráneos agrandados, lo que refuerza la validez de extrapolar datos entre ambos grupos. El análisis de los cerebros de aves, tortugas y reptiles con escamas permitió a los investigadores establecer modelos comparativos robustos para estimar la densidad y distribución de neuronas en los dinosaurios extintos.

La imagen popular del Tyrannosaurus rex como un depredador solitario y brutal ha sido alimentada por décadas de representaciones en la cultura popular, desde películas hasta documentales. Sin embargo, la nueva evidencia apunta a un animal social, capaz de trabajar en grupo y de exhibir comportamientos complejos.