Cómo saber si están ligando contigo, según una psicóloga: “Una sonrisa no se puede fingir”

Un especialista en comportamiento humano explica cómo las señales no verbales, la química cerebral y ciertos gestos repetidos pueden revelar si alguien está coqueteando contigo

Guardar
Una pareja hablando (AdobeStock)
Una pareja hablando (AdobeStock)

No siempre es fácil distinguir entre un gesto amable y una intención romántica. En muchas interacciones cotidianas, una conversación más animada de lo normal, una risa compartida o un contacto visual prolongado pueden generar dudas sobre si está siendo amable o está intentando seducirme. Este dilema, tan común como universal, ha despertado la curiosidad de expertos en psicología social y comunicación no verbal.

En este contexto, la psicóloga especializado en comportamiento humano Andrea Tena ha compartido las claves para identificar cuándo una persona está ligando y cuándo simplemente mantiene un trato cordial. Sus observaciones se basan en décadas de investigación sobre cómo el cuerpo, la voz y hasta la química del cerebro revelan sentimientos que no siempre se expresan con palabras.

El lenguaje no verbal lo es todo

El coqueteo, según explica Tena, se caracteriza por una “ambigüedad controlada”: una forma de mostrar interés sin expresarlo de manera directa, dejando que pequeños indicios abran la puerta a la interpretación. Esta dinámica conecta con las conclusiones del investigador y psicólogo Albert Mehrabian, quien en la década de los 60 demostró que más del 90 % del impacto de un mensaje proviene de elementos no verbales. En su estudio, desglosó la influencia comunicativa en un 7 % verbal, un 38 % vocal (tono, matices, entonación) y un 55 % correspondiente a gestos y lenguaje corporal. En el contexto de la atracción, esto significa que lo que se dice tiene menos peso que cómo se dice.

Entre esas señales destaca la sonrisa de Duchenne, que no se puede fingir y que activa tanto los músculos que elevan las comisuras de los labios como los que rodean los ojos, generando arrugas naturales y transmitiendo una emoción auténtica. Esta expresión, al ser genuina, envía al cerebro de la otra persona una señal de confianza y calidez. También el contacto visual prolongado, una postura corporal orientada hacia la otra persona y la reducción de la distancia física actúan como estímulos que el cerebro interpreta como cercanía e interés.

Una pareja de espaldas. (Freepik)
Una pareja de espaldas. (Freepik)

La imitación inconsciente de gestos o movimientos, conocida como sincronicidad corporal, refuerza esa conexión, ya que crea una sensación de sintonía emocional. Incluso los toques sutiles (como coger el brazo o el hombro) provocan en el cerebro la liberación de dopamina, asociada al placer y la motivación, y oxitocina, conocida como la “hormona del apego”, que fortalece los vínculos afectivos y favorece la confianza mutua. En conjunto, estas señales activan circuitos neuronales ligados al bienestar y a la atracción, generando una respuesta positiva difícil de pasar por alto.

El coqueteo en la era digital

Las redes sociales han trasladado gran parte del juego del coqueteo al terreno de las redes sociales, donde las señales se interpretan de forma distinta y, a menudo, más ambiguas. “Me gusta” frecuentes, respuestas casi inmediatas, reacciones en las historias pueden ser indicios de interés. Sin embargo, la ausencia de contacto visual y lenguaje corporal reduce las pistas para confirmar si realmente hay atracción.

En muchas ocasiones de la vida, el conflicto es inevitable. No importa el carácter pacífico de la persona, pues a veces no hay manera de prevenir una conversación incómoda o una discusión con un amigo, un compañero de piso, la pareja o un compañero de trabajo.

En este contexto, la interacción constante y los gestos repetidos generan lo que los psicólogos llaman refuerzo intermitente, un patrón que, igual que en un juego de seducción presencial, estimula la liberación de dopamina y alimenta la expectativa. Esa pequeña dosis de recompensa emocional (un comentario, un mensaje, una reacción) hace que el cerebro relacione a la otra persona con sensaciones agradables. No obstante, esta dinámica digital también tiene un riesgo: la interpretación subjetiva. Al no contar con gestos físicos auténticos, una actitud amable o un hábito de responder rápido puede confundirse fácilmente con coqueteo real, por lo que es fundamental analizar la interacción en su conjunto y no solo basarse en señales aisladas.