
Aunque parezca algo inofensivo, el diálogo interno influye en nuestro estado anímico y mental mucho más de lo que pensamos. La manera en la que nos hablamos a nosotros mismos, por tanto, repercute en cómo nos enfrentamos a los problemas, a ciertas tareas o a algunas experiencias.
Así, palabras como “nunca”, “debería” o “imposible”, provocan un bloqueo mental o culpa silenciosa, según destaca la experta en neurociencia Loren. En otro vídeo de su cuenta de TikTok (@neuroloren), la profesional ya señalaba que el sabotaje mental es posible si la comunicación con uno mismo es negativa.
La experta en neurociencia explica que hay una frase en específico que puede “sabotear tu día desde el minuto uno” porque genera de forma automática la activación de “mecanismos cerebrales vinculados al estrés, la presión externa y la disminución del bienestar”.
El efecto cerebral que provocan los “tengo que”
“Cuando comenzamos el día diciendo frases como ‘tengo que levantarme’ o ‘tengo que trabajar’, estamos utilizando un lenguaje que el cerebro asocia con obligación externa, no con elección”. De esta manera, se percibe como una imposición, haciendo que disminuya la motivación.
Así, desde el primer momento en el que abrimos los ojos, nos enfrentamos al día con una actividad más baja y con una sensación de carga mental mucho mayor. Los “tengo que” pueden “generar resistencia emocional y reactancia psicológica, es decir, una tendencia a rechazar lo que percibimos como una pérdida de autonomía”.

Loren se basa en la Teoría de la Autodeterminación de Deci y Ryan (2000), los trabajos de Lieberman y el concepto de la reactancia psicológica de Brem y Brem (1981) para explicar todo esto: “El lenguaje que utilizamos internamente actúa como un filtro”, es decir, “determina si nos sentimos forzados o en control”; esto repercute en una percepción de amenaza que activa la amígdala. Así, se “genera una respuesta automática de rechazo cuando sentimos que perdemos autonomía o libertad de decisión”.
La recomendación de la experta en neurociencia
Por tanto, Loren señala que esta frase, aunque parezca inofensiva, está activando el estrés desde el inicio del día, lo que ya tendrá un efecto en la continuación de este. Así, recomienda modificar esta expresión por otras como “hoy elijo” u “hoy voy a intentar”.
Aunque en el día a día hacemos cosas que no decidimos y que efectivamente son una obligación, la forma en la que nos enfrentamos a ellas influyen en nuestra motivación para acometerlas. Así, estas otras fórmulas serían herramientas de autorregulación cognitiva que nos permitiría cambiar nuestra estado anímico y mental.
“También se relaciona con la teoría de la autoeficacia de Bandura (1997), que demuestra que, cuando sentimos que tenemos agencia sobre nuestras acciones, mejoran nuestro rendimiento, nuestra salud emocional y nuestra percepción de control”, explica Loren.
Las decisiones percibidas como voluntarias “implican una mayor actividad del córtex prefrontal dorsolateral”: "Este pequeño cambio favorece la autoeficacia y además se asocia con mayor claridad mental y bienestar“. Por todo ello, es el momento de empezar a generar un diálogo interno más saludable en el que se potencie la motivación en lugar de la repetición constante de todas las tareas que tenemos durante el día; solo así se comenzará el día con una energía distinta.
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