
Independizarse en Madrid se ha convertido en un reto inalcanzable para quienes no cuentan con un segundo sueldo, una red familiar sólida o los ahorros de toda una vida. El encarecimiento de la vivienda, tanto en alquiler como en compra, ha dejado en situación de vulnerabilidad a jóvenes profesionales y trabajadores de todo tipo que buscan emanciparse solos o continuar una vida independiente tras una ruptura amorosa.
Los datos reflejan una realidad tensa y las historias personales ponen de relieve las enormes dificultades que afrontan los solteros cuando se adentran -por necesidad- en el mercado inmobiliario de la capital.
Comprar y alquilar en Madrid: inviable sin ingresos altos
Acceder a una vivienda en Madrid exige cifras que superan, con creces, la capacidad económica del ciudadano medio. Para comprar un estudio en la capital, se requiere un ingreso neto anual de 32.160 euros y haber ahorrado 71.949 euros para la entrada y los gastos, según datos de Idealista.
Solo para alquilar un apartamento modesto, los expertos estiman que la renta anual debería alcanzar los 40.880 euros, ya que el precio medio del alquiler de un loft ronda los 1.022 euros mensuales. La recomendación de los expertos de no destinar más del 30% del sueldo al alquiler queda muy lejos del alcance de la mayoría.
Esta situación se agrava para los solteros, ya que deben hacerse cargo del total de los gastos sin poder repartirlos con nadie. La barrera económica se convierte en un muro difícil de escalar en solitario.
Compartir piso con 30 años o mentir para poder alquilar sola en Madrid
Marina, de 29 años y periodista de profesión, comparte un piso de dos habitaciones con una compañera: “No me planteo alquilar un estudio sola. Me gustaría, pero el porcentaje que tendría que destinar sería más de la mitad del sueldo que yo gano”. Cuando llegó a la capital, desde su ciudad (Salamanca) pudo instalarse gracias al apoyo familiar, pero reconoce: “A día de hoy, puedo mantenerme, pero llegar a fin de mes ahorrando es casi misión imposible”.
Por otra parte, Miriam, de 28 años, trabaja en hostelería y vive en Usera con su familia mientras ahorra para independizarse de nuevo tras haber vivido unos años con su expareja. “En mi caso, tendría que dedicar un 60% de mi sueldo a vivir sola, teniendo en cuenta que un estudio ronda alrededor de 900 euros mensuales (gastos aparte). Cada vez siento más lejana la posibilidad de comprarme una casa si tengo que invertir un porcentaje tan alto de mi sueldo simplemente en pagar un alquiler”, confiesa.
Además, explica que, para firmar un nuevo contrato de alquiler, ha tenido que mentir y decir que seguía con su expareja: “A mi sola no me conceden un alquiler tras estudiar mis nóminas, así que estamos haciendo el teatrillo de que nos vamos a vivir juntos y ni siquiera seguimos juntos ya”.
Lejos de la capital... la situación no mejora
Pablo, de 28 años, es técnico de anatomía patológica y pudo independizarse hace cuatro años en Brunete, un municipio de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, la situación ha cambiado y ve casi imposible emanciparse si tuviera que hacerlo en la actualidad: “Ahora no encuentro ningún piso por menos de 750 u 800 euros (en la localidad), y son viviendas en mal estado”, reconoce.
Además, puntualiza que destina “más de un 30%” de su salario en pagar el alquiler porque su sueldo oscila “entre los 1.750 y 1.780 euros” y está pagando “600 euros de alquiler fijos”. “Si me echase mi casera, tendría muy difícil irme. Y si lo hago sería para pagar más dinero por una casa peor”, lamenta.
Tampoco ve posible ahorrar para comprar en este momento: “Cualquier inconveniente que te pueda surgir un mes lo pagas con el dinero de los tres meses que has estado ahorrando”, comenta el técnico, y a su vez sentencia: “Ahorrar 30.000 o 40.000 euros siendo mileurista y pagando (mínimo) 600 euros de alquiler al mes es inviable. Si alguien puede... que me diga cómo lo hace”.
Por su parte, Esther, de 25 años, es bióloga e investigadora y ha estado compartiendo piso en otras localidades madrileñas: primero en Getafe y ahora en Leganés. “No me planteo alquilar un estudio yo sola porque se me iría no el 30%, sino el 50% de mi sueldo en ese alquiler”, admite y también denuncia: “Yo creo que la cuestión no es que no se ajusten los sueldos al precio de las viviendas, sino que el precio a vivienda no se ajusta a los sueldos que tenemos ahora”.
Comprar en pareja: la única vía para tener un hogar
La compra de vivienda en solitario se vuelve aún más restrictiva. Laura, psicóloga de 29 años, expone su situación: “Sin la ayuda de mi pareja no habría podido comprar una casa ni siquiera ahora. Habría tenido que esperar al menos 5 años más”.
Describe que, para acceder a una hipoteca, el principal problema es la entrada: “En mi caso, tuve la gran suerte de poder contar con mi pareja, que había empezado a trabajar muy joven y tenía ahorrado dinero suficiente para dar una buena entrada para el piso. Yo también aporte todos mis ahorros hasta el momento, pero él aportó una suma de dinero mayor que la que pude aportar yo”, relata.
“Me siento una privilegiada, y eso me genera una disonancia entre la alegría y la tristeza profunda de que esto no pueda ser algo general, sino que sea sólo de unos pocos, y a duras penas”, lamenta la psicóloga.
Por su parte, Manuel, pareja de Laura, de 30 años e informático, coincide con esa percepción y advierte que la opción de comprar en solitario es prácticamente anecdótica: “Nuestro caso es atípico porque tenemos unos sueldos altos para nuestra edad. Para un ciudadano medio, pagar 1.000 euros o más de 1.000 euros por una hipoteca es una barbaridad”.
Manuel, como un profesional que proviene de la España vaciada, considera que “si quieres tener un sueldo alto y un trabajo medianamente importante, te tienes que mudar a Madrid”. El problema es que incluso las viviendas consideradas “normales” están fuera del alcance de una sola persona.
“Creo que para poderte permitir comprar una casa necesitas que sea conjuntamente con tu pareja, pero para mí, hasta hace no mucho, incluso el hecho de pagar un alquiler tenía que ser en pareja o compartiendo, si no creo que se hace una empresa imposible”, apunta Laura.
La salud mental y los planes de futuro, en juego
La dificultad para emanciparse en solitario repercute directamente en la autonomía personal y las expectativas de futuro. “El problema de la vivienda te afecta a muchos niveles, incluida la salud mental, porque a veces sientes que no puedes avanzar, que si quieres emprender una nueva vida es complicado y que, por supuesto, no te permite tener hijos o formar una familia”, lamenta Marina. Desde su experiencia, Miriam describe una situación similar: “Tengo amigas que quieren ser madre y les va a ser imposible”.
La presión, el estrés asociado a la búsqueda de una vivienda digna y la imposibilidad de ahorrar impactan directamente en el bienestar emocional, como señala Manuel: “El dinero afecta muy fuerte a la salud mental. Todo ese estrés que supone buscar vivienda, buscar una hipoteca, ver que año a año se encarece el alquiler, que año a año los precios de las casas aumentan... Todo eso afecta de manera negativa”.
Un mercado hipertensionado y pocas alternativas
El parque social apenas cubre el 3,4% de las viviendas en España y el déficit de vivienda ronda las 600.000 unidades. Las medidas públicas, en opinión de los entrevistados, no aportan soluciones para la mayoría. “Las viviendas de protección oficial creo que están bien para nosotros, para los jóvenes, pero al final te tienes que endeudar, nadie te regala nada”, opina Pablo.
Las condiciones para acceder a un alquiler tampoco ayudan: tener contratos indefinidos, nóminas elevadas o la necesidad de avales fuera del alcance para muchos solteros.
Además, conseguir una hipoteca al 90% o 100% puede ser una trampa, según advierten los expertos, ya que supone pagar intereses mucho más altos. “Quizás sea una manera de volver a enganchar a los jóvenes en una espiral de precariedad no pudiendo ahorrar nunca un dinero propio, precisamente por tener que pagar más intereses que el propio coste de la casa”, explica Laura.
Vivir solo: un lujo para unos pocos
Emanciparse en solitario en Madrid se ha vuelto poco menos que una quimera para las nuevas generaciones. Alquilar o comprar una vivienda sin pareja, sin el apoyo económico de la familia o sin sueldos muy elevados obliga a vivir bajo un techo compartido o, en muchos casos, a postergar indefinidamente el sueño de ser independiente.
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