
A medida que se aproximan los meses de verano, y con ello el calor y las vacaciones, el sector turístico en muchos de los países que dan al Mediterráneo, y especialmente en Grecia, está avisando de una alarmante escasez de trabajadores. Siendo específicos, hablan de un déficit que se ha estimado en unos 80.000 empleados entre hoteles y restaurantes que se extienden por todo el país.
Y es que a través de las declaraciones que están ofreciendo muchos empresarios hosteleros, de restaurantes, hoteles o balnearios, se pueden sacar datos muy llamativos: por ejemplo, que esta crisis afecta a áreas muy diversas, desde recepcionistas y camareros, hasta cocineros y socorristas. Básicamente que el problema no es el desempeño de unas funciones específicas, sino las circunstancias de todo un sector.
Evidentemente, existe en Grecia un problema complejo con respecto a esto, ya que el turismo tiene una gran importancia económica, y especialmente el turismo de los meses de temporada alta. No obstante, la misma crisis se observa en otros países europeos y con una influencia del turismo bastante similar, como Italia, o como España, sin ir más lejos.
La falta de personal se atribuye a múltiples factores, entre ellos las condiciones laborales- habitualmente precarias-, la naturaleza temporal de los empleos para tres meses y, por otra parte, el impacto de la pandemia, que llevó a muchos trabajadores a abandonar el sector y no regresar, ante la oportunidad de trabajar en otras áreas donde, por ejemplo, es posible el teletrabajo.
El impacto del turismo en el PIB de Grecia
El turismo, que representa una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) de Grecia, ha experimentado un crecimiento sostenido a lo largo de los últimos años. Según datos de Eurostat, entre 2023 y 2024, para ser más precisos, las pernoctaciones en el país aumentaron un 3,5%.
Sin embargo, este auge no parece ser suficiente para atraer a los trabajadores necesarios, quienes entienden que hay que valorar otros factores para aceptar un contrato de trabajo.
Dimitris Stathokostopoulos, propietario de un restaurante en Atenas, ha hecho recientes declaraciones a un medio británico donde explica que cada vez es más difícil encontrar empleados, ya que muchos griegos prefieren empleos de oficina con horarios más regulares, evitando turnos nocturnos y fines de semana. Es decir, empleos donde se priorice algo más la conciliación.
Por otro lado, Giorgos Hotzoglou, presidente de la Federación Panhelénica de Trabajadores de la Restauración y el Turismo, ha señalado que la pandemia agravó esta situación todavía más, ya que muchos empleados fueron abandonando el sector durante los confinamientos y, en un momento dado, decidieron no regresar.
Además, también ha especificado que los trabajadores estacionales en Grecia solo reciben tres meses de subsidio por desempleo al finalizar la temporada de verano, lo que dificulta su sustento durante el resto del año, especialmente en un contexto en el que el precio de la vida es cada día más alto.

Un problema demográfico que afecta a muchos otros sectores
Hay algo todavía peor, que es que esta problemática no afecta de forma exclusiva al turismo. Otros sectores como la construcción y la agricultura también viven grandes dificultades para encontrar mano de obra.
En ese sentido, el gobierno griego ha decidido incluso establecer acuerdos bilaterales con países como Egipto, Vietnam, Bangladesh, Georgia, India y Moldavia, con el objetivo de facilitar la llegada de trabajadores extranjeros a través de vías legales.
En concreto, empresarios como Stathokostopoulos ya han comenzado a contratar migrantes para cubrir estas vacantes, destacando que muchos de ellos están dispuestos a asumir estos roles, sin considerar por su parte, aparentemente, la posibilidad de mejorar las condiciones para que la elección no se base únicamente en la necesidad.
Aun así, también es importante saber que la escasez de trabajadores está vinculada, en cierta manera, a un problema demográfico más amplio. Y es que Grecia, al igual que otros países europeos, enfrenta un declive en su población en edad laboral.
En Italia, por poner otro ejemplo, se proyecta que en los próximos diez años la fuerza laboral disminuirá en casi tres millones de personas, lo que equivale a una reducción del 7,8%.
Este fenómeno afecta especialmente a sectores como la agricultura, donde se calcula que faltan unos 100.000 trabajadores, y, como hemos dicho, al turismo, donde la falta de personal- sobre todo el que requiere más especialización, como cocineros, jefes de sala, socorristas y marineros- alcanza el 20% en algunas regiones, según Maurizio Rustignoli, presidente de la Federación Italiana de Estancias Balnearias.
Y los datos en España no son mejores en absoluto. Según declaró recientemente José Luis Yzuel, presidente de la Asociación de Hostelería de España, faltan por lo menos 100.000 personas para cubrir todas las plazas que se necesitan en restauración, y se calcula que este verano, sin ir más lejos, quedarán libres un 50% de ellas.
Los testimonios de una de las partes más afectadas del conflicto: los trabajadores
Hace menos de un mes, en Santa Cruz de Tenerife ha habido una huelga de hostelería en la que la principal temática era, efectivamente, que los trabajadores del sector están hartos de sus jornadas extenuantes, de sus salarios que no alcanzan para vivir con dignidad y de un conjunto de condiciones en su día a día que afectan enormemente a la salud mental.
El sindicato UGT, en el contexto de esta huelga pero también en numerosas ocasiones a lo largo de los últimos años, ha relatado que el sector de la hostelería, y especialmente la hostelería en lugares turísticos, se sustenta sobre una fuerza laboral que cada vez está más precarizada.
Y mientras los empresarios hablan con angustia sobre la necesidad que tienen de contratar a más y más personas, y no acaban de comprender por qué tanta gente rechaza trabajar en el sector, los trabajadores únicamente piden un convenio justo en el que las condiciones mejoren.
No se entiende que en nuestro país, y en otros como Italia o Grecia donde el turismo es un pilar esencial de la economía, no haya una conciencia sobre que las personas que sustentan el sector deben de estar satisfechas. Y, sobre todo, ganar lo suficiente y tener unos horarios que les parezcan lo mínimamente atractivos como para querer un nuevo contrato en la siguiente temporada alta.

Y este no es un hecho aislado. Solamente hace falta asomarse a las redes sociales, donde un perfil como Soy Camarero aglomera más de 400000 seguidores que atienden y comparten todos los testimonios que allí se publican sobre situaciones desagradables, humillantes y abusivas del sector de la hostelería.
Es cierto que hay otros factores que pueden influenciar en que cada vez menos personas quieran dedicarse a esta profesión, sí. El envejecimiento de la población que se ha comentado, que reduce el número de personas en edad laboral y que está sucediendo en muchos países del mundo.
Pero no se puede negar que la clave de todo ello está en garantizar otro tipo de condiciones a los trabajadores del mundo de la hostelería. Y también de la agricultura, y de la construcción, donde las cosas no están mucho mejor.
Porque un sector maltratado de manera continuada, no solamente durante los meses de verano sino también el resto del año y en prácticamente cualquier destino, tiene que decir en algún momento “basta”.