
En el día de ayer, un apagón masivo dejo sin electricidad a millones de hogares durante más de 10 horas. En medio de la incertidumbre y el caos que generó este corte eléctrico, algunos establecimientos decidieron hacer frente a la situación con un gesto de solidaridad hacia sus vecinos.
La Nueva Cata y La Estación del Pan: abrir sus puertas al barrio
En Córdoba, un restaurante recién inaugurado, La Nueva Cata, se convirtió en el protagonista de una historia de solidaridad inusual. Rafael Cepeda, dueño del local, decidió abrir las puertas de su establecimiento en plena crisis del apagón.
Con los almacenes llenos de productos y sabiendo que muchos de sus vecinos no podían cocinar en sus casas, Rafael no dudó en ofrecer su cocina para ayudar a la comunidad. Afortunadamente, su bar funciona con gas butano, donde pudo preparar unos platos comunes pero sabrosos: flamenquines, ensaladilla, sanjacobos, croquetas, jamón, queso…
Toda esta comida, de manera gratuita para aquellos clientes que se acercaron en busca de algo de comer. “Lo hice porque yo también pasé por algo similar hace años en Menorca, cuando llegué a la isla y no pude cocinar durante un par de días por un apagón”, explica a Infobae España.
“Fue entonces cuando decidí que, si alguna vez me encontraba en una situación como esta, ayudaría a la gente que lo necesitara”, señala Rafael, que no estaba solo. Con la colaboración de su esposa, Miriam Benaixa, y su equipo, Paco Abad (cocinero) y Ahmed Maidén (camarero), sacaron bandejas de comida que iban ofreciendo a los clientes que se sentaban en sus mesas.
Por otro lado, en el barrio de Carabanchel, Madrid, otro restaurante se sumó a la causa. La Estación del Pan, dirigido por Juan Jardín Dos Santos, de origen venezolano, también mostró un gesto de solidaridad al ofrecer comida a unos estudiantes de un instituto cercano.
Así, la panadería dio de comer hasta cinco estudiantes “desesperados”, explica Ana Jardín, encargada del local a este diario. “No sabían como podían llegar a casa”, añade, por lo que los alumnos, dos chicos y tres chicas, se acercaron a su establecimiento.
La panadería les ofreció galletas, empanadas y algunos zumos. “Había que ayudarles”, subraya Ana, que también dice que son unos chicos que frecuentan bastante su establecimiento después de las clases. Además, los estudiantes se comprometieron a devolverle el dinero. “Sé que me van a pagar porque siempre vienen”, afirma la encargada.
La odisea de estar sin luz para cocinar
Este apagón muestra la dependencia de los nuevos dispositivos e instrumentos de cocina de la corriente eléctrica. Para muchas personas, la imposibilidad de usar las cocinas eléctricas, hornos, microondas o vitrocerámicas dejó a la familia sin recursos alimenticios.
Del mismo modo, la preocupación con el paso de las horas iba creciendo, dado que los alimentos guardados en el frigorífico y, sobre todo, en los congeladores, se iba a echar perder.
Gracias a estos bares, los clientes no solo encontraron comida, sino un lugar donde refugiarse del caos de movilidad y falta de comunicación debido al corte de luz.