
Pascal y Mireille son una pareja de 69 y 63 años, respectivamente, que viven en la calle. El matrimonio está intentando recuperar su hogar después de ser desahuciados en junio de 2024 en Bagnolet, en la provincia francesa de Seine-Saint-Denis. Los sexagenarios acumularon una deuda de 8.000 euros de alquiler, lo que les obligó a abandonar su vivienda, y desde entonces su vida ha estado marcada por la inseguridad y la incertidumbre, el frío y los problemas de salud.
Y es que el desalojo fue el último capítulo de una serie de impagos al casero social Est Ensemble Habitat, una situación que Pascal calificó al medio francés l’Humanité de un error que intentó corregir. “En mayo pagué 200 euros más de alquiler, y estuvimos comiendo piedras”, relató el hombre. A pesar de sus esfuerzos, no pudo evitar que cuatro policías y un agente judicial aparecieran en su puerta, forzándoles a abandonar la casa en un plazo de 15 minutos. “Cogimos lo que pudimos”, recordó Mireille.
Además de perder su vivienda, la pareja se enfrentó a la dureza de vivir en la calle. La primera noche tras el desahucio, Pascal y Mireille tuvieron que dormir en un banco de un parque en Bagnolet. “Dormíamos en bancos y nos codeamos con las ratas”, relató Pascal, evidenciando que fue muy traumático para ellos. Mireille, a pesar de su intento de quitarle importancia al recordar que, al ser verano, no pasaron frío, también habló de lo difícil que fue para ella: “Nos lavábamos con toallitas. Por la noche teníamos que estar alerta”, dijo.
“Hacía muchísimo frío en el aparcamiento subterráneo”
Sin embargo, la suerte no les llegó durante los meses siguientes. Un antiguo vecino les prestó su coche para que pudieran dormir dentro por las noches, pero eso no les facilitó las cosas. “Hacía muchísimo frío en el aparcamiento subterráneo”, recordó Mireille. A pesar de los esfuerzos de organizaciones y familiares que les proporcionaban refugios temporales, como noches en hoteles o alojamientos financiados por su hijo durante las fiestas de Navidad, ninguna de estas opciones fue la definitiva.
Mientras tanto, Pascal y Mireille siguieron buscando una solución, y empezaron a llamar al número de emergencia social de Francia, 115, a trabajadores sociales y a ayuntamientos locales. Pero los resultados no fueron los que ellos esperaban. Según relataron, las pocas soluciones que se les ofrecían incluían solo a Pascal, ya que Mireille no figuraba en el contrato de alquiler de su antigua vivienda. Esto acabó complicando aún más el caso, porque ponía sobre la mesa la posibilidad de que la pareja tuviera que separarse para acceder a algún tipo de alojamiento.
Una amiga les acogió en su casa: “Es muy triste, pero tenemos que llamar a todas las puertas”
En enero de 2025, la situación de la pareja cambió completamente. Mientras Mireille buscaba refugio en el hueco de la escalera de su antiguo edificio, fue atacada por un vecino que la golpeó bajo la sien. Después de esto, Corinne, una amiga de Mireille residente en Montreuil, se enteró de lo que les había ocurrido por una publicación de Facebook y decidió intervenir, ofreciendo su casa como refugio y dándoles a la pareja un sitio donde poder asearse y descansar.
“No sé cómo habríamos superado esto si no fuera por ella”, comentó Pascal. No obstante, la ayuda de Corinne, aunque ha servido para que el matrimonio tenga un lugar tranquilo donde poder quedarse, no ha resuelto la situación ni ha proporcionado una solución definitiva.
A pesar de las circunstancias, Pascal y Mireille mantienen la esperanza de que su situación mejore en algún momento. Ambos cobran el Ingreso de Solidaridad Activa (RSA), el equivalente al Ingreso Mínimo Vital (IMV) en España, pero la inminente jubilación de Pascal podría ser una oportunidad para tener ingresos adicionales, lo que les permitiría tener un futuro más estable. Pero el camino hacia la estabilidad sigue siendo largo y lleno de obstáculos, y la deuda acumulada continúa siendo un peso que deben cargar.
“Es muy triste, pero tenemos que llamar a todas las puertas”, comentó Corinne, que ha sido testigo de los esfuerzos constantes de la pareja por seguir adelante. El sistema sigue sin proporcionar a pascal y Mireille una respuesta clara que luchan por volver a tener una vida digna bajo un techo seguro.