
Investigar no es muy común, tampoco fácil, precisamente por las trabas que existen para llegar a conseguir un puesto de trabajo estable. El sistema de investigación español ofrece peores salarios a sus empleados que en 2008, según la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI). “Te crea agobio, tienes que buscarte el sueldo”, relata Javier, ayudante investigador de microeconomía en la Universidad de Barcelona. Su pareja, David, también se dedica a este campo, pero en un ámbito totalmente opuesto: cosmología, el universo a gran escala.
Este último ya ha decidido salir de España y se ha marchado a Holanda para trabajar en la Universidad de Leiden. Los dos catalanes comparten una misma visión sobre lo que implica su trabajo: incertidumbre, competitividad y tener que emigrar porque los salarios casi no alcanzan para vivir. “Puedes conseguir un puesto permanente, pero pasados los 10 o 15 años desde que acabas la carrera”, cuenta David a Infobae España.

El problema de la profesión
Desde la FJI, han resaltado en su informe de junio de 2022 la pérdida de poder adquisitivo en los programas de la Agencia Estatal de Investigación, que ofrecen retribuciones generalmente bajas. Este reporte se centra en los empleados postdoctorales, entendidos como aquellos que han terminado su doctorado, pero que no han alcanzado un puesto fijo. “Esta etapa se alarga cada vez en mayor medida, siendo la edad media de incorporación como Científico Titular de 43 años en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)”, han señalado desde la Federación.
“Después del doctorado llega una fase un poco complicada a nivel de estabilidad y lo que se suele hacer es irte a otras instituciones o a otras universidades de otros países para ganar experiencia”, indica el científico David. Desde la FJI han destacado que “los contratos durante esta etapa son variados y en su mayoría subvencionados, íntegra o parcialmente, por distintos programas de ayudas europeos, nacionales, autonómicos, públicos o privados”. Esto supone que los empleados dependen de los proyectos que surjan y de si han conseguido o no financiación para contratar a investigadores, así como ajustar su presupuesto al personal.

¿Cuánto cobra un investigador?
España ofrece la posibilidad de llegar a ser investigador con una carrera universitaria y un máster, aunque lo normal es que se haga también un doctorado que puede durar entre tres y cuatro años si no surgen otros obstáculos como tener que trabajar aparte. “Si no eres doctor, no te va a contratar ninguna universidad para que hagas investigación por tu cuenta”, relata Javier, quien actualmente no cuenta con este título, pero que lo comenzará el año próximo en Suiza. Ahora, él está empleado a tiempo parcial (15 horas) de manera remota y cobra 900 euros. “La verdad que no está mal, pero no me da para vivir en una ciudad grande”, expresa.
Por su parte, David realizó el doctorado durante cuatro años (2020-2024) y ahora se dedica a tiempo completo a descubrir “cómo se comporta el universo, cómo se originó, cómo evoluciona y cuál es su futuro”. En España cobraba una media de 1.500 euros, por lo que, cuando vivía en Barcelona, donde el alquiler no ha dejado de subir, su salario se veía reducido a la mitad. La renta de un piso de 50 metros cuadrados en esta ciudad se sitúa este 2025 en 1.175 euros mensuales, según Idealista.

Ahora, en los Países Bajos, su sueldo ha sufrido un importante incremento: “En Holanda cobro el doble, unos 55.000 al año, y el coste de vida no es tan elevado, por lo que tengo mejores condiciones que en España”. Allí tiene por delante tres años, que es lo que dura su contrato, con un sueldo de 4.583 euros mensuales. Sin embargo, sabe que quiere volver en un futuro a su tierra: “No estoy dispuesto a sacrificarlo todo”, destaca este catalán.
La incertidumbre de conseguir un salario
Iniciar una carrera como investigador no es sencillo. “Hacer un doctorado no significa que vayas a cobrar”, manifiesta Javier. De hecho, para el Estado eres estudiante y debes matricularte en la universidad “antes de saber si vas a tener sueldo” por los plazos que establece España respecto a la formalización del doctorado y los contratos predoctorales para cubrir los gastos de la investigación como las FPI (Formación de Personal Investigador) y FPU (Formación de Profesorado Universitario).
Según la Universidad Complutense de Madrid, las retribuciones para investigadores predoctorales y postdoctorales han experimentado una subida del 2% en 2024. Los que consiguieron una ayuda estatal FPU, el primer año cobraron 1.298,60 euros durante 14 pagas, que se mantuvieron en el segundo. El tercero y el cuarto vive un incremento, llegando a los 1.739,20 euros en el último.
Estas ayudan se ofertan una vez al año y exigen tener ya un proyecto, por lo que “no sabes si vas a cobrar” durante los próximos cuatro años. Además, necesitas toda una jornada completa si quieres sacar adelante el proyecto sin alargarlo demasiado. En cambio, lo que destaca Javier es que en otros países europeos el Estado destina primero el presupuesto a las universidades, por lo que cuando comienzas el doctorado ya sabes lo que vas a cobrar: “No te tienes que preocupar de la financiación porque ya viene con un contrato y un sueldo”, expresa el ayudante de investigación.

En España, “la universidad cuesta que te ofrezca dinero. Lo tienes que pedir en forma de FPU, FPI o de la Generalitat”, ya que en el sector privado tampoco es complicado, añade Javier. Además, destaca que en investigación “las plazas son limitadas. En Barcelona suelen coger a 15 personas al año y me dijeron que entre 13 o 14 consiguen sueldo. Si soy yo el que se queda sin salario, ¿qué hago?” Esto crea mayor agobio entre los que quieren vivir en una ciudad porque el dinero no les alcanza para pagar todos los gastos que conlleva.
Emigrar como opción casi obligatoria
La competitividad del sector obliga a muchos investigadores a emigrar, ya que importa mucho crear una red de contactos y un curriculum que, después, permita conseguir una plaza fija. David sabe que antes de volver a España tendrá que vivir en otro país durante algunos años más para obtener lo que tanto desea: “Emigrar no es completamente obligatorio, pero es lo más común y lo que más se recomienda que se haga para luego poder optar a una plaza fija”.
Si bien no existe una cifra exacta, Raicex (Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior) cuenta con más de 4.000 miembros, aunque la propia asociación estima que la cifra puede alcanzar los 20.000. Esto supone una pérdida importante para el país, que es menos competente para atraer a los científicos y reinvertir ese potencial.
En la trayectoria como investigador, hay muchos obstáculos que sortear: “Cuesta un montón ya conseguir una plaza de doctorado. Luego te lo sacas y, aun así, no te asegura que vayas a ser investigador porque luego tienes que conseguir una plaza pública”, resalta Javier. Hasta que alcanzas ese puesto, solo queda realizar trabajos “aquí y allá de un par de años”. A esto se suma que las oposiciones salen cada cierto tiempo y buscan a un perfil de profesional concreto.
David resalta también la “competitividad” a la que hay que enfrentarse: “Tienes que currártelo mucho los años anteriores para realmente tener opciones”. Por eso, emigrar está dentro de los requisitos para poder volver a España. Sin embargo, esta opción se hace más dura para los que “están muy arraigados a su tierra”. Al final, ambos coinciden en que su empleo es gratificante, pero que no todo es aceptable: “Al final sacrificas cosas y tampoco estoy dispuesto a todo para llegar a una plaza permanente”.