
El año 2035 marcará el cierre definitivo de todas las centrales nucleares en España, según el plan de desmantelamiento previsto, que comenzará en 2027 con la desactivación de la planta de Almaraz, en Cáceres. Actualmente, el país mantiene operativos siete reactores nucleares repartidos en cinco centrales, que se irán cerrando de manera escalonada.
Más allá de decisiones políticas y empresariales, este apagón responde a una dinámica económica y energética inevitable. De hecho, a pesar de que la nuclear era vista hace décadas como un pilar fundamental del sistema español, su relevancia en el mix energético ha ido disminuyendo considerablemente, y ha dejado paso a las energías renovables.
Así lo explica Francisco del Pozo, coordinador de campaña contra los combustibles fósiles de Greenpeace España, que asegura que “en un contexto como el español, la sentencia de muerte de la energía nuclear la están propiciando otras energías que son mucho más fáciles de instalar y más baratas”. Del Pozo subraya que las energías renovables “están sobrepasando a la energía nuclear” como fuente principal de abastecimiento eléctrico, y destaca que, a diferencia de la energía atómica, las renovables “no generan residuos ni requieren combustibles importados de otros países”.
La nuclear, energía “prescindible y cara”
Sin embargo, en las últimas semanas ha resurgido el debate sobre la viabilidad del sistema energético si se eliminan las centrales nucleares. En este contexto, las principales empresas propietarias, como Iberdrola y Endesa, han solicitado una reducción de los impuestos aplicados a la energía nuclear, especialmente en lo que respecta a la conocida tasa Enresa, que financia la gestión y el desmantelamiento de los restos nucleares.
“A día de hoy es perfectamente prescindible”, opina Mario Rodríguez Vargas, director asociado de transición justa y alianzas globales en Ecodes, e insiste en que esto “no es un tema ideológico”, sino que los “modelos energéticos como el del carbón y el de las nucleares son obsoletos”. Además, resalta que el apagón nuclear progresivo “fue estudiado, pasó por Red Eléctrica, se analizó y se pactó en el Parlamento”, acuerdo que se negoció en 2019 y que también fue apoyado por las propias eléctricas.
Las empresas propietarias de las centrales argumentan que el aumento del 40% en la tasa Enresa, propuesto por el Gobierno para costear el incremento del coste de la gestión de residuos radiactivos, pone en riesgo la rentabilidad del sector. De hecho, Iberdrola pretende reunir a Endesa y Naturgy para discutir sobre la posibilidad de prorrogar la vida útil de la central nuclear de Almaraz, algo que ya han pedido algunos de sus directivos. Durante unas jornadas celebradas a principios de abril, el presidente de Endesa, José Bogas, dijo que “sería un error cerrar las centrales nucleares hoy” y pidió posponer el cierre de los reactores.

“La nuclear se puede cerrar, pero los residuos ahí se quedan”
Ismael Morales, responsable de políticas climáticas de la Fundación Renovables, aclara que el objetivo de eliminar esa tasa es “poder seguir obteniendo beneficios”. “Lo que no tiene sentido es que ellos tengan todas las ventajas para generar beneficios y luego lo que quieren pedir es que el Estado asuma esos costes, porque no es legítimo”, detalla Morales, matizando que “si tú operas y sacas beneficio, tienes que hacerte cargo de los residuos”.
Asimismo, especifica que “la energía nuclear no es verde, y mucho menos es no contaminante” porque, aunque no emita CO₂, sus residuos sí son altamente nocivos. Desde Fundación Renovables creen que “el plan de desmantelamiento se tiene que seguir acometiendo tal cual está, porque no podemos optar por dos combinaciones diferentes [nuclear y renovables] cuando el potencial de España está en el sol y el viento”.
Desde Greenpeace, Francisco del Pozo indica cuánto pueden llegar a durar los restos nucleares hasta que desaparecen: “Los residuos de muy baja intensidad ya pueden tener una vida de 70 años, los de media intensidad de varios siglos, y los de alta, el combustible gastado, pueden llegar a miles de años”. En la misma línea, el experto sigue diciendo que “tenemos el compromiso histórico de ahorrar para darles el problema de la nuclear resuelto a nuestros hijos y nietos, porque la nuclear se puede abrir y cerrar, pero los residuos ahí se quedan”.
La clave está en el almacenamiento
Una de las críticas que más reciben las renovables es su intermitencia y su capacidad de generar mucha electricidad cuando hay sol y viento, aunque no sea el momento de más demanda. Mario Rodríguez señala que “el ritmo de expansión de las renovables es muy grande y España es de los que mayor penetración tiene”. También añade, en favor de las energías verdes, que son estas las que “bajan el recibo de la luz, no la nuclear”. “Cuando entran la nuclear y el gas es cuando sube la factura de la luz”, puntualiza.
“Las renovables podrán cubrir perfectamente [las necesidades] con el ritmo de implantación que hay”, explica el director asociado de Ecodes, argumentando que “el futuro está ahí, en un parque energético renovable que permita generar electricidad e hidrógeno verde para sustituir el gas”. Hay que tener en cuenta que el apagón nuclear va a ser progresivo, y durante esos ocho años se instalará la suficiente renovable como para cubrir la producción de nuclear. Sobre esto, Ismael Morales explica que “las renovables no van a asumir el 20% de energía que produce la nuclear dentro del mix energético de golpe, sino que primero va a ser un 5%, luego otro 5%, y así progresivamente”.
De igual manera, desde Ecodes, Mario Rodríguez aclara que la nuclear “es una energía demasiado rígida para las necesidades que hay”. “En España se producen picos de demanda, cuando en invierno hace mucho frío o en verano hace mucho calor, y para eso necesitas una energía muy flexible y las únicas que dan esa flexibilidad son las renovables”, asegura. Esto se debe a que los reactores no pueden detenerse de golpe, sino que tendría que ser una pausa programada días antes. En cambio, las renovables pueden pausarse y ponerse en funcionamiento al momento.
Así, el experto da con la clave para aprovechar toda esa energía de más que generan las renovables: “A la hora de invertir dinero, hay que hacerlo en almacenamiento, porque nos haría tener energía barata constantemente”. Por su parte, desde Fundación Renovables, Ismael Morales expone que “estamos desconectando parques eólicos y fotovoltaicos porque no hay demanda suficiente”, y que “en cuanto empecemos a instalar, esas baterías absorberán el exceso de demanda de generación que ahora mismo están dando las renovables”. “Ese almacenamiento lo que va a hacer es guardar la energía e inyectarla durante dos, tres o cuatro horas, y poder usarla en las horas más tensionadas, en las que la generación no puede suplir la demanda”, matiza.
“Con la nuclear va a pasar un poco como con el carbón”, afirma Ismael Morales, de Fundación Renovables. “No lo cerró una decisión política, lo cerró el mercado. Y ahora tampoco será ningún partido político quien lo haga, porque no pueden. Lo hará el propio mercado conforme haya más renovables, porque la nuclear dejará de ser viable económicamente”.