El declive de los jóvenes españoles: los nacidos entre 1986 y 1995 tienen ahorrados de media 75.000 euros menos a los 35 años que sus padres a esa edad

La generación anterior, nacida entre 1976 y 1985, disfrutó de una mayor estabilidad en el acceso a la vivienda, lo que les permitió acumular patrimonio en un tiempo considerablemente más corto

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Montaje de Infobe de momento
Montaje de Infobe de momento de la concentración para protestar por la situación de la vivienda, este sábado en Santander. (EFE/Pedro Puente Hoyos)

Si tu abuela se queja de que gana poco de pensión puede que tenga algo de razón. Pero si se cree más desdichada que tú, pues no. La vida sube, los precios suben, pero aquí los más perjudicados son los más jóvenes, que jamás tendrán el poder adquisitivo de sus padres. Ya no se puede normalizar que una persona de 25 años se compre un coche y casa y que con un solo sueldo mantenga a una familia. Y aunque todos lo vemos en el día a día, la evidencia científica lo demuestra: los nacidos entre 1986 y 1995, conocidos como la Generación Y, enfrentan una situación económica mucho más complicada que la de sus padres, quienes pudieron acceder con mayor facilidad a la vivienda y a la estabilidad financiera. Y es que, la estabilidad financiera, como los reyes magos, son los padres, y nunca mejor dicho.

La brecha generacional es una realidad. La diferencia se refleja de manera clara en los ahorros y en la acumulación de patrimonio, con una desventaja alarmante que afecta directamente la capacidad de ahorro de los jóvenes. Según un análisis de Esade, realizado a partir de la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, las diferencias en la acumulación de riqueza entre generaciones son cada vez más pronunciadas. A los 35 años, los jóvenes nacidos entre 1986 y 1995 tienen de media 45.000 ahorrados, mientras que los que llegaron al mundo 20 años antes, sus padres, a esa edad tenían 120.000. Es decir, 75.000 euros menos. Este desfase no es solo una cuestión de capacidad individual, sino que refleja una serie de cambios estructurales en la economía española. Lo podemos ver en el siguiente gráfico:

Riqueza neta en los hogares
Riqueza neta en los hogares en euros de 2022 y tasa de vivienda en propiedad. (Informe de Esade)

La vivienda, un desafío creciente

Según explican las economistas Cristina Barceló y Laura Crespo en el informe, uno de los principales factores que contribuye a esta brecha es el mercado inmobiliario. La vivienda ha sido tradicionalmente uno de los principales activos en los que las familias españolas han invertido. Sin embargo, desde 2011, se ha producido una caída significativa en la tasa de propiedad, especialmente entre los hogares más jóvenes. La propiedad de viviendas entre los menores de 35 años ha pasado del 69% al 32% en los últimos 10 años. Esta caída es aún más marcada entre aquellos con menor renta, quienes encuentran aún mayores dificultades para acceder a una vivienda en propiedad.

La propiedad de viviendas entre los menores de 35 años ha pasado del 69% al 32% en los últimos 10 años

Las causas de este fenómeno son múltiples. Dsde la crisis económica de 2008, las condiciones del mercado de la vivienda han cambiado drásticamente. Los precios de la vivienda se dispararon, especialmente en grandes ciudades como Madrid y Barcelona, lo que imposibilitó a muchos jóvenes acceder a la compra de una casa. A ello se sumó una mayor restricción en los créditos hipotecarios, especialmente tras la crisis financiera, lo que dificultó aún más que los jóvenes pudieran acceder a hipotecas.

Evolución de la vivienda según
Evolución de la vivienda según la edad del cabeza de familia. (ESADE)

Además, el aumento del alquiler como opción de vivienda permanente ha hecho que muchos se enfrenten a elevados costes mensuales, lo que les impide ahorrar lo suficiente para adquirir una vivienda. En comparación, la generación anterior, nacida entre 1976 y 1985, disfrutó de una mayor estabilidad en el acceso a la vivienda, lo que les permitió acumular patrimonio en un tiempo considerablemente más corto.

La deuda y el ahorro, en cifras

En cuanto a la deuda, el panorama es igualmente revelador. Las hipotecas asociadas a la compra de vivienda principal representa el componente más importante del endeudamiento de las familias españolas, alcanzando un 62% del total en el período de 2002 a 2022. Sin embargo, entre los hogares más jóvenes, la proporción de endeudados ha caído de manera drástica desde 2011. Si en 2002 más del 56% de los hogares menores de 35 años tenían una hipoteca, en 2022 esa cifra había caído a solo el 21%.

Si en 2002 más del 56% de los hogares menores de 35 años tenían una hipoteca, en 2022 esa cifra había caído a solo el 21%

Como es lógico, este descenso en el acceso a la deuda hipotecaria ha sido especialmente pronunciado en los hogares con menores ingresos. La imposibilidad de obtener crédito a través de hipotecas ha hecho que muchos jóvenes se vean obligados a retrasar la compra de vivienda o, en muchos casos, a desistir de ella.

Además, el ahorro también ha experimentado una desaceleración considerable. Mientras que las generaciones anteriores, especialmente las nacidas entre 1966 y 1975, podían alcanzar una mayor acumulación de riqueza gracias a una mejor estabilidad laboral y acceso a crédito, la generación actual enfrenta a salarios más bajos y una menor capacidad de ahorro. Toda esta situación impide a los jóvenes acumular el mismo tipo de riqueza que acumularon sus padres.

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Un futuro incierto: una brecha cada vez más grande

Este panorama no solo afecta la situación financiera de los jóvenes en la actualidad, sino que también plantea serias interrogantes sobre el futuro económico del país. La acumulación de riqueza ha sido históricamente una de las bases para la estabilidad económica de las generaciones mayores, quienes pudieron transmitir a sus hijos un patrimonio considerable. Sin embargo, con la disminución de la propiedad de viviendas y la falta de oportunidades para acumular ahorros, la brecha generacional parece estar ensanchándose cada vez más.

El aumento de la desigualdad intergeneracional también tiene implicaciones políticas y sociales. Los jóvenes nos enfrentamos a un mercado de trabajo más precario (perdón por dirigirme directamente a ellos en este artículo, pero somos los más perjudicados) a un elevado coste de vida y a unas expectativas de vida financiera que son considerablemente más bajas que las de nuestros padres. Este desequilibrio no solo es una cuestión a nivel individual. Habrá excepciones, por supuesto. Pero en términos generales, esta situación presenta un desafío para la cohesión social en general.