
La muerte de un ser querido es uno de los momentos más difíciles para cualquier persona, y la falta de preparación ante este suceso puede hacer que ese proceso sea aún más doloroso y complicado. Uno de los elementos más importantes que se puede dejar preparado para evitar complicaciones es un testamento. Este documento legal, que establece cómo deben distribuirse los bienes y derechos tras el fallecimiento, no solo asegura que los deseos del testador se cumplan, sino que también puede ayudar a evitar conflictos familiares y reducir los trámites legales que los herederos deberán enfrentar. Sin embargo, muchas personas aplazan la redacción de su testamento, lo que puede generar un alto coste económico y emocional para sus seres queridos en el futuro.
Y es que cuando no se deja un testamento escrito, los sucesores deben someterse a un proceso legal mucho más largo y costoso. La ausencia de un documento oficial obliga a iniciar un procedimiento de declaración de herederos, cuyo coste puede ser considerablemente mayor que el de elaborar un testamento. Además, los trámites se alargan más de lo debido, bloqueando el acceso a cuentas bancarias y propiedades, lo que puede generar una gran frustración, sobre todo en momentos de duelo.
Los inconvenientes para tus familiares si no haces un testamento

Entre los inconvenientes que pueden entorpecer este proceso se encuentra en primer lugar el impacto económico para los legatarios. Al no contar con este documento, los herederos deben recurrir a una declaración de herederos abintestato, un trámite que, además de ser más complejo, implica un coste mucho más alto que la elaboración de un testamento. Para hacer dejar oficialmente un este documento se puede invertir entre 50 o 100 euros, dependiendo de la notaría y la comunidad autónoma. Mientras, la alternativa dejaría a los sucesores un coste de entre 250 o 300 más IVA, debido a la extensión y la complejidad del expediente.
Asimismo, tal y como recoge El correo, el tiempo invertido también es considerable. En situaciones donde se dispone de un testamento, los trámites para la aceptación de la herencia pueden iniciarse en tan solo 15 días hábiles. Sin embargo, cuando no se ha dejado un documento firmado, el proceso puede alargarse durante más de dos meses. Esta demora no solo significa pérdida de tiempo, sino también la congelación de cuentas bancarias y propiedades que no se pueden vender ni transferir hasta que se resuelva la herencia.
De este modo, ante la falta del otorgamiento, las herencias a menudo quedan bloqueadas durante largos períodos. Los herederos enfrentan una serie de trámites burocráticos que, si no se gestionan adecuadamente, pueden llevar a que el proceso se retrase indefinidamente o incluso se detenga por completo. Además, la falta de testamento también tiene un alto coste emocional. En medio del duelo por la pérdida de un ser querido, los herederos deben gestionar trámites adicionales, como la búsqueda de dos testigos ajenos a la familia, quienes deben acudir a notaría para validar la declaración de herederos. Esta carga innecesaria no solo añade más estrés a un momento ya doloroso, sino que también puede generar tensiones familiares. Las disputas sobre cómo se debe repartir la herencia son comunes cuando no hay un testamento claro que establezca las intenciones del fallecido.