
En un mundo cada vez más dependiente de la tecnología, el agua ha emergido como un recurso esencial para sostener la infraestructura digital que define la vida moderna. Y es que, según un informe de DNB Asset Management —una de las principales gestoras de activos de la región nórdica—, el comercio de “agua virtual”, es decir, la cantidad de agua utilizada en la producción de bienes y servicios, supera en volumen al del petróleo en una proporción de 400 a 1.
Este fenómeno, que están analizando los expertos, subraya el papel crucial del agua en sectores como la fabricación de semiconductores y la operación de centros de datos, pilares fundamentales de la revolución tecnológica que estamos viviendo actualmente.
De hecho, de acuerdo con el informe, la creciente demanda de semiconductores avanzados y el auge de la Inteligencia Artificial han disparado el consumo de agua en niveles sin precedentes. Una sola fábrica de microchips puede requerir un volumen de agua equivalente al consumo diario de una ciudad de 58.000 habitantes.
Así, este recurso, el agua, que históricamente ha sido considerado abundante en el planeta Tierra, se enfrenta ahora a una presión sin precedentes debido al papel protagonista que está tomando en la refrigeración y limpieza de componentes tecnológicos.
Los centros de datos: gigantes tecnológicos con una sed insaciable
El consumo de agua por parte de los centros de datos es uno de los factores clave en esta ecuación de la que venimos hablando. Porque, según un informe de ING, el uso de agua en estas instalaciones ha aumentado significativamente en los últimos años, pasando de 738 millones de litros en 2015 a más de 840 millones de litros en 2021.
Estas cifras, obviamente, reflejan el crecimiento exponencial de los servidores necesarios para almacenar y procesar datos en un mundo cada vez más digitalizado.
En Estados Unidos, que asume un papel importante porque alberga aproximadamente el 25% de los centros de datos del mundo, un centro de tamaño medio utiliza alrededor de 1,1 millones de litros de agua al día, lo que equivale al consumo diario de 100.000 hogares.
Sin embargo, la ubicación geográfica de las instalaciones de estas macroempresas plantea desafíos adicionales. Según el informe de ING, en 2022, el 23% del agua dulce utilizada por Microsoft y el 18% de la empleada por Google provenían de regiones con estrés hídrico, lo que agrava las tensiones en comunidades locales donde el agua ya es un recurso escaso de por sí.
Según los datos que ofrece World Resources Institute, en la actualidad las zonas del planeta con más estrés hídrico son Oriente Medio y África del Norte, seguidas muy de cerca por el sur de Asia. Y hablando de países, mencionan Baréin, Líbano, Omán, Kuwait o Chipre, entre otros.
El creciente protagonismo del agua en la economía digital también abre nuevas oportunidades de inversión. Según la opinión de analistas expertos en la materia, como Kristine Alm Karsrud, gestora de cartera en DNB Fund Future Waves, las inversiones privadas en nuevas fábricas de chips ascienden a más de 2.270 millones de dólares, mientras que la infraestructura relacionada con el agua podría requerir entre 110.000 y 180.000 millones de dólares.
Entre los sectores con mayor potencial, destacan la producción de agua ultrapura, esencial para la limpieza de microcomponentes; la filtración avanzada, que permite reutilizar el agua mediante técnicas como la ósmosis inversa; y la desalinización, una solución clave para regiones afectadas por la sequía.
Estas tecnologías no solo representan una respuesta a nuestras necesidades actuales, sino que también posicionan a las empresas que las desarrollen como líderes en un mercado en expansión. Según el informe de ING, la innovación en la gestión y reutilización del agua será fundamental para garantizar la sostenibilidad de la industria tecnológica en el futuro.

Estrategias de sostenibilidad: un camino largo por recorrer
Las grandes empresas tecnológicas han comenzado a implementar medidas para mitigar el impacto de su consumo de agua. Microsoft, por ejemplo, se ha comprometido a ser “agua-positiva” para 2030, lo que implica reducir su consumo, reponer más agua de la que utiliza y participar en proyectos de conservación y acceso al agua.
Por su parte, Google informó que en 2022 logró reponer el 6% del agua dulce que consumió. Sin embargo, los analistas de ING advierten que estas iniciativas aún son insuficientes para contrarrestar el impacto global del consumo de agua en la industria tecnológica. Y los datos avalan sus protestas, lógicamente.
Porque el mismo informe de ING también señala que existe falta de transparencia en la divulgación de métricas relacionadas con el uso del agua. Aunque cada vez más empresas gestionan activamente este recurso, la información sobre su consumo no es tan accesible como la relativa a la eficiencia energética, y esto hace que sea difícil de calcular el impacto real que está teniendo el uso del agua en esta nueva era tecnológica.
Según los autores del informe, Coco Zhang, Jan Frederik Slijkerman y Diederik Stadig, una mayor transparencia permitiría comparar mejor las prácticas de sostenibilidad entre empresas y fomentar inversiones en tecnologías más eficientes.
En definitiva, el agua se ha convertido en el recurso más comerciado del planeta, superando incluso al petróleo. Este cambio refleja una transformación en las prioridades económicas y tecnológicas de la sociedad contemporánea.
Sin embargo, este protagonismo también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de su uso y la necesidad de equilibrar las demandas de la industria con las necesidades de las comunidades locales. Porque el mundo va a seguir avanzando hacia un futuro cada vez más digitalizado.