
Los efectos de las tensiones en la política internacional están empezando a hacerse visibles en el sector de la automoción. La guerra comercial entre Estados Unidos y Europa, que previsiblemente se materializará este miércoles en forma de potentes aranceles a los productos extranjeros por parte del Gobierno de Trump, amenaza con mermar la demanda de coches europeos, y los fabricantes buscan alternativas en el aumento del gasto en Defensa en la Unión Europea (UE).
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que impondría un gravamen del 25% a todos los vehículos y componentes de vehículos importados a su país desde potencias extranjeras. Aunque esta medida desató temores en varias zonas de Europa y el resto del mundo, los productores de coches españoles mantuvieron la tranquilidad y aseguraron que la industria española no depende de la demanda estadounidense. De hecho, España no exportó ningún automóvil a EEUU en 2024 ni planea hacerlo este año.
Un sector que sí cuenta con un mayor grado de exposición a la potencia estadounidense, sin embargo, es el de los proveedores de componentes del sector de automoción. La patronal Sernauto alerta de que el comercio con Estados Unidos representa el 4% de la cifra total de exportaciones de piezas y componentes. Además, destaca la importancia de este mercado, en el que la cifra de facturación asciende a los 1.021 millones de euros, por su valor estratégico. Esto, sumado a las alteraciones en las cadenas de suministros de los países exportadores de coches a EEUU a los que España proporciona componentes, puede implicar un serio problema para el sector de los proveedores de automoción.
La industria automotriz busca alternativas
Ante esta situación, algunos productores de componentes han comenzado ya a barajar nuevas alternativas para su actividad. El escenario para estos cambios en la producción lo ha dado la apuesta europea por el rearme y la inversión en Defensa. La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, presentó esta semana su plan para reforzar la seguridad de los países comunitarios y prepararlos para una posible escalada bélica.
Con las empresas de Defensa planeando su expansión para acomodar el incremento del gasto armamentístico, algunos agentes del mundo de la automoción ya han realizado sus primeros acercamientos.
Es el caso de Volkswagen, que ha dado el primer paso en un particular proceso de reconversión industrial en Alemania. En un país con una más notable exposición a los aranceles de Trump y donde ha calado el discurso en el que Von der Leyen llama a la previsión mientras anticipa una posible guerra, la respuesta de la industria militar ha llegado en forma de una oferta de Rheinmetall, el mayor fabricante de armas de ese país, para comprar la planta de Volkswagen en la localidad de Osnabrück.
La compañía no ha parado de crecer desde la llegada de Trump a la Casa Blanca por la inestabilidad en el tablero geopolítico, mientras que la que en 2020 fue la primera productora de coches en el mundo muestra signos de debilidad. Ahora, ambas firmas estudian el traspaso de una fábrica para pasar de producir coches a especializarse en los tanques.
En el propio territorio español también ha comenzado el viraje de la industria de la automoción hacia la Defensa. La vasca Teknia valora la posibilidad de ampliar hasta el ámbito de la Defensa su fabricación de componentes, según publica el diario económico Cinco Días. Con este cambio, la empresa busca trasladar su actividad de un sector que se ha enfrentado a complicaciones en los últimos años a una industria en pleno crecimiento, que se vio impulsada por la guerra en Ucrania en su estallido y que ahora vuelve a repuntar gracias a la alerta en torno a una posible invasión rusa en suelo europeo.
El interés por la Defensa crece
Las conversaciones sobre este proceso de reconversión industrial se vuelven cada vez más prevalentes en un contexto de incertidumbre sobre el futuro de la estabilidad en Europa. Mientras desde la Comisión Europea reconfiguran sus presupuestos y prioridades para prepararse para una guerra, crece la necesidad de suministro armamentístico. Más allá de las armas, las actividades militares necesitan soluciones de transporte.
Es ahí donde entran en juego la industria automotriz y sus proveedores, que cuentan ya con la infraestructura necesaria para fabricar los componentes de tanques y otros vehículos militares.
Esta consolidación de un sector estratégico como es el de la producción de automóviles dentro del plan comunitario de Defensa tiene sus partidarios y sus detractores, que valoran la autonomía en la producción armamentística europea o tachan de belicista la actitud de Bruselas. A medida que avanza el rearme de la Unión Europea, que en España se ha traducido en el plan de elevar hasta el 2% del gasto en Defensa, es previsible que cada vez firmas del sector de la automoción fijen sus miras en las oportunidades que ofrece la industria armamentística.