Una vivienda digna no es solo tener un techo; importa la privacidad, si está bien comunicada o que no haya violencia doméstica: “Nos obligan a contentarnos con lo que hay”

El Observatorio de Vivienda Digna de Esade propone una herramienta para evaluar las condiciones habitacionales. Analizan factores esenciales como la seguridad, la estabilidad o la asequibilidad económica

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Imagen de archivo de ropa
Imagen de archivo de ropa tendida en un edificio antiguo sin reformar. (Freepik)

Aunque ningún gobierno se haya tomado este tema en serio, el derecho a una vivienda digna es uno de los principios más fundamentales para garantizar la calidad de vida de cualquier individuo. Lo dice la Constitución, la misma con la que mucha veces se llenan la boca los dirigentes, pero todos sabemos, o incluso lo vivimos o hemos vivido, que este derecho no se cumple adecuadamente. Solo hay que echar un vistazo a los anuncios de Idealista para poder distinguir entre lo que es una vivienda digna o lo que es un techo bajo el que dormir sean las condiciones que sean. Con frecuencia aparecen imágenes de un inodoro junto a la cocina o una cama desde la que puedes prepararte la cena. Por eso, es importante hablar del concepto de vivienda digna, que ahora mismo es ambiguo que varía dependiendo de la perspectiva desde la que se observe.

Más allá de un refugio que nos resguarde de la intemperie, los elementos que conforman una vivienda digna son amplios y multifacéticos, abarcando aspectos como la privacidad, la accesibilidad, la calidad ambiental o la conectividad con el entorno. “Nos obligan a contentarnos con lo que hay y no es justo. Debemos tener unos derechos justos, unos derechos equitativos también una dignidad, un sitio digno donde poder vivir y donde poder desarrollar nuestros propios proyectos”. Estas son palabras de Raluca Budian, directora asociada e investigadora del Observatorio de la Vivienda Digna de Esade, quien ha hablado con Infobae España con motivo del nuevo indicador que propone esta entidad través de un informe una herramienta para evaluar las condiciones habitacionales, analizando factores esenciales como la seguridad, la estabilidad y la asequibilidad económica. “Lo que queríamos era tener unos parámetros más claros y definidos, para que pueda servir como una base”, asegura Budian.

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En primer lugar, la vivienda no solo debe ofrecer protección frente a las inclemencias del tiempo, sino que debe proporcionar un espacio donde sus habitantes puedan sentirse seguros, tranquilos y libres para llevar a cabo su vida privada. La privacidad, de hecho, es uno de los pilares fundamentales para definir una vivienda digna. Como señala el documento de Esade, la vivienda es concebida como el núcleo de la vida privada, un espacio donde se garantiza la intimidad individual y familiar. Sin un adecuado respeto por este principio, la vivienda pierde su función esencial como refugio emocional y físico.

Qué entendemos por privacidad

El concepto de privacidad no se limita únicamente a la existencia de habitaciones cerradas o paredes sólidas. Implica la capacidad de las personas para definir sus propios límites dentro del hogar, un derecho que se extiende no solo a las viviendas individuales, sino también a aquellas que se encuentran en proyectos colectivos o cooperativos. La falta de un espacio propio, ya sea por hacinamiento o por falta de respeto a la vida íntima de los residentes, puede acarrear serias consecuencias emocionales y sociales, generando tensiones y conflictos que afectan la calidad de vida.

“La falta de un espacio propio, ya sea por hacinamiento o por falta de respeto a la vida íntima de los residentes, puede acarrear serias consecuencias emocionales y sociales”

En este sentido, hay que tener en cuenta que “no es lo mismo hablar de una vivienda digna para una persona sola, por ejemplo, que para una persona con familia o para una persona mayor, o una persona con discapacidad”, explica Budian. Y continúa: “Al final todas las viviendas se tienen que adaptar en cierto modo a las necesidades de cada persona, Simplemente nosotros lo que hemos intentado con el implicado es encontrar las bases genéricas, que luego pueden servir como base para poder responder a las necesidades específicas de cada persona”.

“La idea es que pueda servir como una herramienta para valorar la calidad de la de las viviendas como tal. Entonces la idea es que se pueda utilizar como un instrumento, una referencia que puedan tener en cuenta a la hora de proponer, por ejemplo, y diseñar políticas públicas de vivienda con una mayor dignidad”, aclara Budian.

Sin moho, radón, plomo... un mínimo de confort

Por otro lado, la vivienda digna debe cumplir con unos requisitos técnicos básicos que garanticen la habitabilidad. No basta con ofrecer un espacio cerrado; este debe estar libre de elementos nocivos para la salud, como moho, radón o plomo, y contar con las condiciones mínimas de confort higrotérmico y acústico. En el informe se hace hincapié en que la vivienda debe ser un lugar saludable, donde sus ocupantes puedan descansar, trabajar y convivir en condiciones adecuadas. La calidad del aire, la disponibilidad de agua potable, la eficiencia energética y la adaptación al cambio climático son, en este sentido, cuestiones clave para evaluar si un hogar es verdaderamente digno.

Raquel Fernández (30 años), en
Raquel Fernández (30 años), en los alrededores de la chabola que habita junto a su marido y sus tres hijos en la Cañada Real (Madrid). (EFE / Federico Segarra)

La accesibilidad es otro factor esencial. Una vivienda digna debe estar conectada de manera eficiente con los servicios básicos: transporte público, centros educativos, sanitarios y de servicios sociales, entre otros. La cercanía de estos recursos no solo facilita la vida diaria de los residentes, sino que también juega un papel crucial en la cohesión social y en la creación de comunidades resilientes. En las zonas urbanas, la falta de acceso a estos servicios aumenta las desigualdades y contribuye a la segregación social.

Sin violencia y a buen precio

En el debate sobre la vivienda digna, también es necesario considerar la seguridad, tanto en términos físicos como psicológicos. No solo se trata de la estabilidad estructural de la vivienda, sino también de la percepción de seguridad que genera el entorno. La violencia, ya sea doméstica o intrafamiliar, afecta gravemente la estabilidad emocional y física de quienes la sufren. Una vivienda digna debe proteger contra cualquier forma de violencia y garantizar la seguridad jurídica de sus ocupantes, evitando desahucios arbitrarios y garantizando derechos frente a la amenaza de pérdida de hogar​.

La asequibilidad económica es otro aspecto fundamental. El precio de la vivienda debe ser razonable en relación con los ingresos de los hogares, para que sus habitantes puedan satisfacer otras necesidades básicas, como la alimentación, la educación y la salud, sin comprometer su estabilidad económica. La falta de una vivienda accesible económicamente perpetúa la desigualdad y agrava los problemas sociales.

Un joven migrante está en
Un joven migrante está en su habitación, separada del resto con sábanas, en una nave ocupada de Terrassa por un grupo de 12 jóvenes. 2021. (Informe Esade)

En cuanto a la ubicación, según el estudio, una vivienda digna debe estar situada en un entorno que favorezca el bienestar de sus ocupantes. Esto incluye no solo la accesibilidad a servicios y transporte, sino también un entorno limpio y saludable, con espacios verdes y un vecindario respetuoso. Las características del barrio, el nivel de seguridad y la calidad del entorno social tienen un impacto directo en la calidad de vida dentro de la vivienda. De hecho, una vivienda en una zona mal comunicada o con problemas de convivencia puede afectar gravemente el bienestar de sus habitantes.

Y... ¿la solución?

Que bajen los precios de los alquileres es un esencial. La vivienda es ya la primera preocupación de los españoles y una gran parte de ellos destinan la mayoría de su salario a ella. ¿Y la solución, cuál es? Están quienes creen en el libremercado, están quienes quieren que se intervengan los precios del alquiler... están quienes prefieren dar ayudas o quienes creen que la solución pasa por construir. Y luego está la opinión de Raluca Budian:

“Hay un montón de viviendas vacías. ¿Y qué se está haciendo con esas viviendas vacías? Ya no es tanto la construcción de nuevas viviendas, sino primero vamos a ver qué pasa con la cantidad de vacías que hay en España y las viviendas actuales también, que están tanto en el mercado de alquiler o en el alquiler de temporada. Más que pensar en nuevas viviendas, también hay que pensar en los suelos protegidos que tienen que seguir protegidos. No podemos estar construyendo viviendas, que es lo que se intenta en algunos lados, en suelos protegidos. Y luego además, ¿dónde irán esas viviendas? ¿Quién va a tener el poder adquisitivo de poder comprarlas?“, concluye.