
El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que grava los ingresos de los residentes en España, presenta diferencias significativas entre Comunidades Autónomas debido a su estructura dual.
Y es que este tributo, que se calcula en función de las rentas obtenidas durante el año y las circunstancias personales y familiares de cada contribuyente, se divide en una tarifa estatal y otra autonómica. Por un lado, el IRPF estatal se organiza en seis tramos progresivos que van desde un tipo mínimo del 9,50% hasta un máximo del 24,50%. Este esquema, además, es uniforme en todo el territorio español.
Sin embargo, las comunidades autónomas tienen la facultad de establecer sus propios tramos y tipos impositivos en la parte autonómica del impuesto, lo que genera variaciones significativas entre regiones.
La estructura del IRPF: un sistema progresivo con diferencias regionales
Como decíamos, el IRPF se basa en un sistema progresivo, lo que significa que el porcentaje de renta a pagar aumenta conforme lo hace la base liquidable del contribuyente. En el tramo estatal, los tipos aplicables están claramente definidos y son iguales en todas las comunidades autónomas. Sin embargo, la situación cambia al considerar la tarifa autonómica, ya que cada región tiene la libertad de diseñar su propia estructura de tramos y tipos impositivos.
Es esta autonomía fiscal, de hecho, la que permite que las comunidades adapten el impuesto a sus necesidades presupuestarias y políticas económicas, pero también dificulta las comparaciones directas entre regiones.
Según el Consejo General de Economistas, las diferencias en el número de tramos y los tipos aplicables hacen que sea complejo determinar con precisión dónde se paga más IRPF. No obstante, el tipo marginal máximo, que es el porcentaje más alto que se aplica a las rentas más elevadas, sirve como indicador para identificar las comunidades con mayor carga fiscal en este impuesto.

El impacto del tipo marginal máximo en las comunidades autónomas
El tipo marginal máximo es un dato clave para evaluar la presión fiscal en cada comunidad autónoma. Este porcentaje se aplica a las rentas más altas y refleja la carga impositiva máxima que un contribuyente puede enfrentar en una región específica.
Aunque el informe del Consejo General de Economistas que presenta Europa Press no detalla los tipos marginales máximos de cada comunidad, sí destaca que estas cifras varían considerablemente entre regiones, lo que genera disparidades en la carga fiscal que soportan los ciudadanos según su lugar de residencia.
Además, estas diferencias en el IRPF autonómico pueden influir en decisiones económicas y de residencia, ya que los contribuyentes con ingresos elevados podrían optar por trasladarse a comunidades con una menor carga fiscal. Este fenómeno, conocido como “competencia fiscal”, es un factor que las comunidades autónomas deben considerar al diseñar sus políticas tributarias.
De hecho, el diseño del IRPF autonómico no solo responde a necesidades fiscales, sino también a las prioridades políticas y sociales de cada comunidad. Algunas regiones- como País Vasco, Navarra, la Rioja o la Comunidad Valenciana- optan por tipos más altos para financiar servicios públicos y programas sociales, mientras que otras- Comunidad de Madrid o Castilla León- prefieren mantener una carga fiscal más baja para atraer inversión y fomentar el crecimiento económico.