
La Fiscalía Anticorrupción solicita 15 años y medio de cárcel para Ángel María Villar, expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), por la adjudicación de contratos en beneficio personal y familiar. Estos contratos habrían supuesto un perjuicio de 4,5 millones de euros para el organismo del fútbol español.
En el escrito sobre el “Caso Soule” figuran un total de ocho nombres distintos, entre los que se encuentran Juan Padrón, exvicepresidente de la RFEF, y Gorka, hijo de Ángel María Villar. El antiguo presidente pasó por prisión preventiva, y ahora se enfrenta a acusaciones de administración desleal, corrupción en los negocios y apropiación indebida. Para su hijo exigen la mitad de tiempo entre rejas, con siete años.
Uno de los aspectos en los que Villar habría cometido estos delitos, y el que hace que su hijo entre en escena, es la adjudicación de contratos para organizar partidos amistosos de la Selección. Mientras los jugadores disputaban encuentros “preparatorios” en el césped, varias personas disfrutaban desde el palco e ingresaban grandes cantidades.
La acusación
El juez Francisco de Jorge considera que hay motivos suficientes para que los distintos nombres acaben en el banquillo de los acusados. En 2017, un informe de la Guardia Civil ya señalaba que podría haber obtenido ventajas comerciales y contratación de servicios que buscaban favorecer a su hijo.
En su auto, el juez afirma que “desde al menos el año 2009, Ángel María Villar habría impuesto algunas de las selecciones rivales de la Selección Absoluta de Fútbol de España en partidos amistosos de acuerdo con lo convenido con su hijo”. Lo hacían a partir de la compañía Sport Advisers S. L.
De esta forma, era Gorka Villar es el que organizaba los amistosos, eligiendo los rivales, contactando con las federaciones y negociando las condiciones económicas. La RFEF recibía una cantidad menor de la que podía conseguir por esos amistosos, y Sport Advisers obtenía otro pago.
Los partidos amistosos
La acusación y la investigación señalan un total de siete partidos, entre los años 2010 y 2013. Uno de ellos habría sido de la Selección Sub-20, mientras que los demás pertenecerían al primer equipo. Aprovecharon el momento de mayor valor de La Roja tras ganar el Mundial en 2010.
Gorka Villar se presentaba a las Federaciones de otros países como hijo del presidente del organismo español. A pesar de no contar con un empleo de representante o negociador de la RFEF, llegaba a acuerdos económicos con estos otros organismos. Buscaba favorecer a su entidad empresarial, sabiendo que la Federación perdía dinero.
Uno de esos encuentros fue un partido disputado en septiembre de 2011 en Ginebra (Suiza) contra Chile. Según las estimaciones, la RFEF podría haber ingresado hasta 2 millones de euros por este partido, pero solo consiguió 400.000 euros. Por el cambio, Gorka Villar firmó un contrato de asesoramiento con la Federación Chilena de 4.000 euros mensuales.
Este método es el que habrían seguido con otros encuentros contra Colombia, Venezuela, Perú o Corea del Sur. En el caso del país asiático, acordaron dos encuentros, uno en 2010 y otro en 2012, y habrían supuesto un perjuicio de 630.000 euros para la RFEF.