La respuesta del propietario de un restaurante a un cliente que se quejaba por haber tenido que comer con animales: “Dio menos ruido que usted”

Esta situación ha generado una división de opiniones entre los seguidores de Jesús Soriano (@Soycamarero)

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Un camarero y dos camareras
Un camarero y dos camareras en la terraza de una cafetería en el centro de Ronda (REUTERS/Jon Nazca)

La hostelería en España atraviesa una situación marcada por la precariedad. Largas jornadas, bajos salarios y la falta de contratos siguen siendo la tónica general. Así, aunque el lema tradicional dice que “el cliente siempre tiene la razón”, hoy esta idea parece estar totalmente obsoleta. Sin embargo, nunca antes la voz de los clientes había tomado tanta relevancia.

Plataformas como Google o Tripadvisor permiten a cualquier usuario opinar públicamente sobre un establecimiento. Estas valoraciones, en muchos casos carentes de contexto o rigor, pueden afectar de forma directa tanto al negocio como al personal.

Jesús Soriano, conocido en redes como @soycamarero, ha puesto el foco en esta problemática. Desde sus perfiles, defiende la necesidad de regular mejor estos espacios digitales y alerta sobre las consecuencias de opiniones sin filtros. A través de sus publicaciones, no solo denuncia la falta de responsabilidad de algunos clientes, sino que también abre nuevos debate sobre cómo actuar antes ciertas situaciones. Un ejemplo claro es una de sus últimas publicaciones en X.

La última denuncia de 'Soy
La última denuncia de 'Soy Camarero' (Captura de pantalla)

La última denuncia de ‘Soy Camarero’

“¿Qué opináis?“, pregunta Jesús Soriano en una de sus últimas publicaciones en X. En esta ocasión, a sus palabras les acompaña una única captura de pantalla en la que se lee la conversación entre un cliente y el propietario de un restaurante.

Así, el cliente, que había valorado al restaurante con una calificación de uno sobre cinco, contó que no estaba de acuerdo con "la idea de almorzar o cenar en un restaurante que deja la entrada a animales". " Si dejas entrar animales, podrías poner un cartel pet friendly' y al menos los que no queremos comer de ese modo no tenemos la obligación de hacerlo", explica. “Por cierto, la amabilidad es un grado y tú siendo el dueño deberías saberlo”, concluye.

Ante estas palabras, el propietario del restaurante le ha contestado diciendo que “si no compartes la idea de almorzar con animales no salgas de tu casa, ya que la entrada de animales fue una excepción, puesto que estaba lloviendo y evidentemente no voy a dejar a un animal en la calle mojándose”. Pero su respuesta no terminaba aquí. “El animal dio menos ruido que usted, quizás al animal le molestaba su presencia”, apuntaba. Finalmente, señaló que “si no quiere venir a un restaurante donde había un animal, le vuelvo a repetir que lo que tiene que hacer es no salir de su casa o haberse levantado cuando vio al animal entrar”. “Gente como usted son la que nos sobra aquí. Cierra al salir”, concluyó.

La reacción de los usuarios

En esta ocasión, ha habido corrientes de opinión en las respuestas a la publicación de Soriano. Mientras que usuarios como Yon afirmaban que esta “vez estoy de parte del cliente, que lástima que estuviera lloviendo, pero si el sitio no tiene aviso de Pet friendly, no debe dejar entrar al animal.” Otros explican que el dueño debe ser el único con capacidad para elegir sobre esto. No obstante, este asunto también está regulado por ley.

En España, la presencia de animales en el interior de bares y restaurantes está sujeta a normativas autonómicas y municipales. Por regla general, no está permitida en espacios donde se manipulan alimentos, tal como establece el Reglamento (CE) 852/2004 sobre higiene alimentaria. No obstante, este marco legal permite excepciones si no se compromete la seguridad sanitaria.

Además, algunas comunidades autónomas, como Madrid, Cataluña, País Vasco o Comunidad Valenciana, han habilitado a los ayuntamientos para que autoricen el acceso de mascotas a establecimientos hosteleros. En estos casos, los locales deben señalizarlo de forma visible y cumplir ciertos requisitos: el animal debe permanecer atado, no puede subirse a sillas o mesas y no debe causar molestias a otros clientes. La decisión final recae en cada propietario, que puede aceptar o rechazar la entrada de animales de compañía, salvo en el caso de perros guía o de asistencia, cuyo acceso está garantizado por ley.