
Como protagonista del cocido, como parte de ensaladas o como base del aclamado hummus, el garbanzo es para muchos el rey de las legumbres. Ya no solo por su sabor y versatilidad, sino también por su alto valor nutritivo. La Fundación Española de Nutrición (FEN) destaca que los garbanzos poseen un elevado contenido de proteína de origen vegetal, aunque deficiente en metionina.
Entre sus minerales se encuentran el calcio, el hierro, el magnesio, el potasio y el fósforo. En cuanto a vitaminas, se trata de una fuente importante de vitamina E, tiamina, niacina y folatos. Una ración de garbanzos cubre el 31 % de la ingesta diaria recomendada de folatos. Además, su aporte de fibra, tanto soluble como insoluble, favorece el tránsito intestinal. Ahora, para poder disfrutar de todas estas propiedades, es fundamental cocinarlos correctamente. El tiempo de cocción, así como el remojo previo, son claves para lograr una textura adecuada y facilitar la digestión.

¿Cuánto tiempo hay que cocer los garbanzos?
El tiempo de cocción de los garbanzos depende del método utilizado y de si la legumbre ha sido previamente hidratada. En una olla tradicional, se estima que el proceso puede durar entre 90 y 120 minutos a fuego medio, siempre que los garbanzos hayan estado en remojo al menos ocho horas. En este caso, es recomendable introducirlos en el agua cuando esta ya esté caliente, ya que añadirlos en agua fría puede endurecer su piel y prolongar la cocción. Durante el proceso, conviene mantener un hervor constante, retirar la espuma que se forma en la superficie y evitar añadir sal hasta que los garbanzos estén prácticamente tiernos, para no interferir en su textura.
Cuando se omite el remojo, la cocción puede alargarse hasta las tres o cuatro horas. Para reducir ese tiempo, algunos especialistas aconsejan incorporar una pequeña cantidad de bicarbonato al agua, aunque advierten que un uso excesivo puede modificar el sabor del guiso y afectar la calidad nutricional del alimento. En todo caso, la cocción lenta y controlada sigue siendo la vía más segura para obtener un garbanzo tierno, digestivo y adecuado para múltiples preparaciones. La elección del método depende de la planificación, el tiempo disponible y las preferencias culinarias de cada hogar.
Qué más hay que tener en cuenta a la hora de cocinar garbanzos
Antes de cocinarlos, los garbanzos secos deben mantenerse en remojo entre 8 y 12 horas. Este proceso hidrata la legumbre, reduce el tiempo de cocción y mejora su digestión. Se recomienda utilizar agua fría, en una proporción de tres partes de agua por una de garbanzos, y evitar añadir sal, ya que puede endurecer la piel. Transcurrido el remojo, se desecha el agua y los garbanzos se enjuagan con agua limpia antes de cocerse según el método elegido.
En función de la zona, es recomendable optar por agua mineral o blanda para acortar el tiempo de cocción. Si se prevé congelarlos tras la cocción, es preferible dejarlos ligeramente al dente. Ya cocidos, se conservan en el frigorífico durante tres a cinco días, siempre que estén escurridos y almacenados en un recipiente hermético. Conocer y aplicar estas pautas permite aprovechar al máximo las propiedades nutricionales de esta legumbre esencial en la dieta mediterránea.