
Al fallecer una persona, los bienes, derechos y deudas que conforman su patrimonio pasan a manos de sus herederos. Estos pueden haber sido designados previamente por el propio fallecido mediante un testamento, o bien ser determinados por la legislación vigente en materia de sucesiones en caso de que no exista testamento.
El proceso legal para repartir estos elementos se realiza mediante un documento notarial llamado escritura de aceptación y adjudicación de herencia. Este procedimiento no solo reconoce quiénes tienen derecho a recibir la herencia, sino que establece cómo se reparten los bienes y bajo qué condiciones.
Qué es la escritura de adjudicación de herencia
La escritura de aceptación y adjudicación de herencia es un documento notarial que formaliza el reparto de una herencia entre los herederos y legatarios de una persona fallecida. En este documento se hace constar, ante notario, quiénes son los beneficiarios, qué bienes y derechos deja la persona fallecida, y cómo se distribuyen entre los implicados.
Este documento contiene distintas secciones: la comparecencia (identificación de los comparecientes), la exposición (información sobre el fallecimiento, situación fiscal, inventario de bienes, seguros y documentos asociados), la estipulación (aceptación y reparto) y la información notarial, que aclara aspectos legales y fiscales.
La escritura notarial da validez jurídica al reparto y es necesaria para que los herederos puedan inscribir bienes como inmuebles en el Registro de la Propiedad o disponer de cuentas bancarias. Además, se exige que todos los herederos estén de acuerdo con el reparto para firmarla ante notario
Cómo se hace
Para formalizar este reparto es necesario acudir a un notario, quien certifica la identidad de los herederos, valida la documentación -como el testamento, certificados de defunción y últimas voluntades, inventario de bienes o situación fiscal- y da fe del acuerdo alcanzado por las partes. La escritura incluye tanto la aceptación de la herencia -momento en el que los beneficiarios deciden recibir los bienes y asumir las obligaciones- como la adjudicación, que consiste en el reparto efectivo entre los herederos.
El proceso consta de varias fases. Primero, se presenta el inventario de bienes, es decir, una relación detallada de propiedades, dinero, derechos y obligaciones del fallecido. Luego, los herederos comparecen ante notario para aceptar la herencia, lo que implica que asumen tanto los activos como las deudas. Posteriormente, se realiza la adjudicación, es decir, el reparto formal de los bienes. Finalmente, el notario proporciona información sobre impuestos, bonificaciones y gestiones necesarias derivadas de la herencia.
Plazos y requisitos
Acorde al Código Civil, los herederos tienen oficialmente 30 años para aceptar las pertenencias y bienes. Sin embargo, estos plazos se pueden acortar bastante. Este hecho puede ocurrir cuando existan personas interesadas que soliciten que los herederos decidan si quieren aceptarla o rechazarla. Un ejemplo de estos pueden ser los acreedores.
Este documento es clave para que los nuevos propietarios puedan disponer legalmente de los bienes heredados, como vender una casa o acceder al dinero en una cuenta bancaria. La escritura de adjudicación de herencia, además, permite regularizar la situación fiscal del fallecido y cumplir con los impuestos correspondientes. El proceso, aunque puede parecer complejo, es esencial para garantizar que la transmisión patrimonial se realice conforme a la ley.