
Cuando vemos en una tienda que la prenda que habíamos comprado hace unos días se ha rebajado, deseamos no haberle quitado las etiquetas para poder devolverla. Sin embargo, estas triquiñuelas, para ahorrarnos unos euros, pueden acabar saliendo caras, tal y como le sucedió a una empleada de Bershka, Paula. La trabajadora de una de las grandes cadenas de moda del grupo Inditex fue despedida tras haber realizado operaciones fraudulentas en su lugar de trabajo.
El fraude detectado en las devoluciones de los artículos
La dependienta había sido empleada en la tienda desde enero de 2019 y tenía un salario mensual de 1.813,62 euros. La empresa recibió alertas de operaciones anómalas en el establecimiento y realizó una investigación a través de su departamento de control de fraude interno. Los resultados revelaron que Paula había estado devolviendo artículos que había adquirido previamente, pero sin restituirlos correctamente al inventario de la tienda. Después, recompró esos mismos productos a un precio significativamente más bajo, aprovechándose de su puesto para quedarse con la diferencia de precio, unos 36 euros.
Según la investigación, el 5 de enero de 2024, Paula compró dos artículos por un precio total de 67,98 euros, que, después de aplicar un descuento, se quedó en 50,99 euros. Posteriormente, preparó estas prendas, “que claramente eran para regalar en reyes”, ocultando su precio con pegatinas y colocándolos en sobres que no pagó. El 3 de febrero de 2024, Paula registró una devolución ficticia de esos mismos artículos, devolviéndolos por el precio completo de 67,98 euros. Después, compró de nuevo los mismos productos por un precio rebajado de 19,98 euros, apropiándose de 36 euros en el proceso. Todo esto ocurrió en presencia de un testigo, lo que confirmó la naturaleza fraudulenta de la operación.
Un despido disciplinario
Tras ser conocedora de estos hechos, la empresa notificó a Paula su despido disciplinario el 2 de abril de 2024, alegando que su comportamiento violaba el Estatuto de los Trabajadores, que regula las faltas graves de conducta en el ámbito laboral. Asimismo, Bershka argumentó que la trabajadora había actuado de manera fraudulenta, aprovechando su puesto para obtener beneficios personales.
La defensa de la trabajadora y el recurso de suplicación
Ante su cese, Paula decidió actuar e impugnó su despido alegando que la empresa era conocedora de esas prácticas y que las toleraba. Un argumento que no convenció al Tribunal que lo desestimó y señaló que no había pruebas suficientes de que la compañía aceptara tales comportamientos. La sentencia subraya que las acciones de la empleada contradecían las normativas internas de seguridad de caja que prohíben registrar operaciones sin productos presentes.
Además, el tribunal desechó la teoría gradualista que la defensa de Paula había presentado, que se basa en la idea de que no todos los incumplimientos contractuales deben ser sancionados con el despido. Los magistrados destacaron que, aunque en algunos casos se podría imponer una sanción menos grave, el fraude cometido por Paula fue suficientemente grave como para justificar su despido. De esta forma, se reafirmó que el despido disciplinario era procedente.