
El ajo es un alimento muy utilizado a la hora de cocinar, sobre todo dentro de la dieta mediterránea. Este condimento cuenta con propiedades beneficiosas para la salud, como la reducción de la presión arterial y el fortalecimiento del sistema inmunológico. Sin embargo, su consumo no es adecuado para todas las personas, especialmente para aquellas con ciertas patologías o que están bajo tratamientos específicos.
Personas con SIBO por sulfuro de hidrógeno
El Sobrecrecimiento Bacteriano del Intestino Delgado (SIBO, por sus siglas en inglés) es una condición en la que hay un exceso de bacterias en el intestino delgado, lo que provoca síntomas gastrointestinales como hinchazón, dolor abdominal y diarrea.
Una variante específica del SIBO es por sulfuro de hidrógeno, donde ciertas bacterias producen este gas en exceso, agravando los síntomas. El ajo, al ser rico en compuestos azufrados, puede empeorar esta condición. Por ello, tal y como recomiendan desde la mutua MGC, las personas con SIBO por sulfuro de hidrógeno deberían evitar el consumo de ajo y otros alimentos ricos en azufre para minimizar las molestias gastrointestinales.
Trastornos de coagulación o en tratamiento con anticoagulantes
El ajo posee propiedades anticoagulantes naturales que pueden interferir con la coagulación sanguínea. Por lo tanto, según Salud Plena, su consumo excesivo puede aumentar el riesgo de sangrado, especialmente en personas que:
- Toman medicamentos anticoagulantes como warfarina o aspirina.
- Sufren de trastornos hemorrágicos.
- Están programadas para someterse a una cirugía.
En estos casos, es fundamental consultar a un profesional de la salud antes de incorporar el ajo en la dieta.
Personas con problemas gastrointestinales
El ajo contiene fructanos, un tipo de carbohidrato que puede causar hinchazón, gases y dolor de estómago en algunas personas, especialmente en aquellas con:
- Síndrome de intestino irritable (SII)
- Sensibilidad a los FODMAPs (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables).
Para estas personas, el consumo de ajo puede empeorar los síntomas digestivos, por lo que se aconseja limitar su ingesta o buscar alternativas a la dieta.
Diabéticos en tratamiento farmacológico
El ajo tiene la capacidad de reducir los niveles de glucosa en sangre. Aunque esto puede ser beneficioso, en personas que toman medicamentos para la diabetes, la combinación podría provocar hipoglucemia (niveles de azúcar en sangre demasiado bajos). Por esto, los diabéticos que están bajo tratamiento farmacológico deben ser cautelosos con el consumo de ajo y consultar a su médico antes de incorporarlo regularmente en su dieta.
Personas con hipertiroidismo
El hipertiroidismo es una condición en la que la glándula tiroides produce hormonas en exceso, acelerando el metabolismo. El ajo, al estimular el metabolismo, podría intensificar los síntomas de esta afección, como pérdida de peso involuntaria y latidos cardíacos irregulares. Por lo tanto, se recomienda que las personas con hipertiroidismo moderen su consumo de ajo y consulten a un endocrino sobre si incluirlo o no en la dieta

Alergias o intolerancias al ajo
Aunque es poco común, algunas personas pueden presentar reacciones alérgicas al ajo, manifestándose en síntomas como:
- Erupciones cutáneas.
- Dificultad para respirar.
- Inflamación en diferentes partes del cuerpo.
Además, hay quienes experimentan intolerancia al ajo, lo que provoca molestias digestivas como hinchazón, gases y diarrea. En ambos casos, es esencial evitar su consumo y buscar asesoramiento médico para manejar la condición adecuadamente.
Personas con la presión arterial baja
El ajo es conocido por su capacidad para reducir la presión arterial. Sin embargo, quienes ya tienen la presión arterial baja, su consumo excesivo podría llevar a hipotensión, causando síntomas como mareos, desmayos y visión borrosa. Por ello, es recomendable que estas personas moderen la ingesta de ajo y monitoreen su presión regularmente.