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La Unión Europea reconoce la energía nuclear como “una alternativa a los combustibles fósiles”, y, desde julio de 2022, la considera una energía verde. Hace casi tres años, el Parlamento Europeo aprobó la inclusión de la nuclear, junto con el gas natural, en la taxonomía verde de la UE, un sistema de clasificación que determina qué inversiones pueden considerarse sostenibles desde el punto de vista ambiental. Esta decisión se tomó con el argumento de que pueden contribuir a la transición energética y a la reducción de emisiones de carbono, ya que su producción no genera gases de efecto invernadero. Además, la energía nuclear representa aproximadamente el 22,8% de la electricidad generada en el continente.
Sin embargo, varias organizaciones europeas y ecologistas están en contra de esta clasificación. Desde Greenpeace explican que la energía nuclear no es verde, ni equiparable a las renovables, porque “crea residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente, que se mantienen radioactivos durante cientos de miles de años”. Al igual que ellos, dentro del bloque europeo hay diferencia de opiniones.
Por un lado, Francia, país en el que cerca del 70% de su electricidad sale de sus centrales nucleares, ha defendido el papel de esta energía en la descarbonización. Otros países europeos que dependen mucho de esta fuente de energía son Suecia, Eslovaquia, Hungría o Bulgaria. Mientras, otros como Alemania, España, Bélgica o Austria han sido críticos con considerar verde a la nuclear.
La Unión Europea produce un 15,3% menos de energía nuclear
La producción nuclear en la UE ha disminuido alrededor de un 15,3% desde 2019, en parte debido a decisiones políticas y problemas técnicos en algunos países. En ese mismo año, la producción alcanzó los 731.701 gigavatios hora (GWh), según datos de Eurostat. Tres años después, en 2022, las centrales nucleares de Europa generaron un total de 609.255 GWh de electricidad, menos energía en comparación con años anteriores.
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Alemania, por ejemplo, redujo drásticamente su producción nuclear, con una disminución del 77,4% entre 1990 y 2022, y cerró sus últimos reactores en abril de 2023. Francia, siendo el principal productor nuclear de la UE, también mermó su producción con una caída del 22% en su generación eléctrica nuclear entre 2021 y 2022, debido al cierre de varios reactores por problemas de corrosión.
En 2023, la producción nuclear en la UE aumentó ligeramente, un 1,7% respecto al año anterior, alcanzando los 619.601 GWh. Este repunte se atribuye principalmente a que Francia completó el mantenimiento de sus reactores nucleares y retomó su producción habitual. El país galo generó el 54,6% de la producción nuclear de la UE, de acuerdo con Eurostat, volviéndose a posicionar como la mayor potencia nuclear de Europa.
Países que se han propuesto cerrar todas sus centrales nucleares
Italia fue el primero en abandonar la energía nuclear antes que Alemania. El país lo decidió mediante referéndum en 1987, y no tiene reactores nucleares operativos desde 1990. Además, es uno de los países que se oponen a denominar la nuclear como energía verde.
De manera similar, otros países europeos han optado por el cierre definitivo de sus centrales nucleares. España, entre ellos, tiene previsto desconectar el primero de sus siete reactores en 2027 y clausurar por completo su parque nuclear en 2035.
Por su parte, Bélgica se había propuesto cerrar todas sus centrales nucleares para 2025. Sin embargo, la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022 hizo que el gobierno belga pospusiera diez años su cierre definitivo, para reforzar la seguridad energética del país.
¿Podrán las renovables sustituir a la nuclear?
Pero, ¿hay algún plan para sustituir la energía que generan las centrales nucleares? La principal estrategia de los países que optan por eliminar este tipo de energía se basa en la expansión de las energías renovables.
Desde Energía Estratégica España han destacado que, aunque las energías renovables están en auge, sustituir por completo la energía nuclear puede no ser tan fácil como parece. Uno de los principales obstáculos es la intermitencia de fuentes como la solar o la eólica, lo que podría generar una mayor dependencia del gas natural para garantizar un suministro eléctrico estable. La solución a esto podría ser la implementación de sistemas de almacenamiento.
Sobre esto, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) también ha advertido que eliminar la nuclear sin desarrollar el almacenamiento de manera eficiente podría comprometer la seguridad energética y aumentar las emisiones de carbono, ya que muchas redes eléctricas necesitarían el respaldo de energías fósiles.
En nuestro país, el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) establece que para 2030 el 81% de la electricidad en España deberá generarse a partir de fuentes renovables. Este objetivo coincide con el cierre progresivo de las centrales nucleares, cuando ya habrán dejado de operar cuatro de los siete reactores actuales, según el calendario del apagón nuclear. Además, España no va mal encaminada, puesto que en 2024 las renovables representaron el 56% de la producción eléctrica nacional.
¿Qué es la energía nuclear?
La energía nuclear es la que mantiene unidos los protones y los neutrones en el núcleo de los átomos. Según explica el Consejo de Seguridad Nuclear, esta energía se puede liberar para generar electricidad a través de dos procesos: la fisión nuclear y la fusión nuclear.
En la fusión, los núcleos de los átomos se combinan y generan una gran cantidad de energía, como ocurre en el sol. En cambio, en la fisión, los núcleos se dividen en partes más pequeñas, liberando calor. Es este segundo proceso el que se utiliza en las centrales nucleares para producir electricidad.
Cuando se produce una reacción de fisión o fusión, parte de la masa del átomo se transforma en energía. Ese calor se usa para convertir agua en vapor, que mueve turbinas y genera electricidad. Aunque su uso principal es la producción eléctrica, la energía nuclear también tiene aplicaciones en otros sectores, como el de la medicina.