
Jesús Soriano es camarero desde que tiene 15 años e influencer desde hace unos pocos años. Aunque empezó a ejercer la profesión por necesidad, hoy asegura que, a sus 31, sigue ejerciéndola “por pasión”. Es el rostro detrás de SoyCamarero, una cuenta a través de la cual denuncia situaciones de abuso en el sector de la hostelería y se ha erigido, de su propia mano, como pregonero de todas las injusticias en la industria que se le hacen llegar.
Pocas personas habrá, por las propias y por todas las que le han contado, que acumule tantas anécdotas y experiencias en el mundillo de la hostelería como Jesús. Entre clientes que se toman demasiado a pecho lo de tener siempre la razón y jefes que prefieren hacer como que el Estatuto de los Trabajadores es ficción, SoyCamarero tiene para todos. Con sus más de 160.281 seguidores en Twitter (ahora X), y sus 441 mil de Instagram, SoyCamarero es tan prolífico que es preocupante: saca caso tras caso y todos dejan clara la arrogancia de algunos y el esclavismo de otros, con eso de querer sacar negocio a costa de estirar al máximo - o más - la precariedad de otros, si total, “mi bar es mío”.

Trabajar en 2025 con sueldos de 2008
Una de las últimas, publicada en su perfil de Twitter, no se queda nada corta. Se trata de una captura de una conversación de Whatsapp, un tanto breve y que empieza de lleno en el nudo: “Evidentemente voy a comentar este caso en la inspección de trabajo. Buenos días”, se lee en el primer mensaje de la conversación, enviado por quien puede asumirse es el empleado. Un seco “haz lo que consideres conveniente” de la otra parte de la conversación deja claro el tono. Aunque no revela de qué se estaba hablando, se intuye que debía ser una queja por las condiciones laborales en el puesto.
Al día siguiente, en vista del desinterés de su empleador, el trabajador vuelve a escribir: “Me habéis pagado la hora a 3,80 €“. Y dando gracias, por lo que parece. Aunque las cantidades salariales finales dependen del convenio específico de la industria, hay algo que está claro: no hay que haberse leído el BOE para saber que 3,80 euros queda muy por debajo de lo establecido como Salario Mínimo Interprofesional, que desde este 2025 es de 9,26 euros/hora (con pagas prorrateadas). Esos 3,80 euros viene a ser lo que se cobraba por hora hace 17 años, según Statista, y desde entonces la inflación ha subido en un 38%. No hace falta saber de economía para entender que se trata de un sueldo insuficiente, se mire por donde se mire.
Pero es que, además, el empleador no parece ni tener en cuenta la crítica; o al menos la debe tener bien justificada para sí mismo, aunque deja muy claro que o no entiende la ley o cree que el trabajador la desconoce, porque la explicación que da para pagar esa cantidad es que “la seguridad social no es gratis y si tienes alguna duda aquí tienes la nómina”.
Habría que ver esa nómina, porque para cobrar 3,80 euros la hora o algo tiene que estar fallando - si se da el beneficio de la duda - o se está cayendo en ilegalidades. Por suerte, si el trabajador denuncia la situación, lo más probable es que el empresario salga escarmentado: los autónomos o negocios que paguen algún salario por debajo del mínimo que establece la ley pueden enfrentarse a la obligación de tener que pagar al trabajador todo lo que se le debe, además de a un recargo del 35% en las cuotas no abonadas a la Seguridad Social y a multas de hasta 7.500 euros por trabajador.