
Ganar la lotería es, en la mayoría de los casos, un sinónimo de un cambio total y absoluto del estilo de vida. La fortuna puede hacer que, de un día para otro, una persona de a pie se convierta en millonaria. Este fenómeno, aunque es muy inusual, supone una alegría inmensa y, en ocasiones, cuando el premio es muy cuantioso, puede provocar que la rutina de una persona cambie de forma radical, incluso pudiendo dejar el trabajo y las obligaciones diarias. Aunque esto no es lo habitual, esta es alguna de las razones por las que miles de personas juegan a la lotería diariamente.
Algunas personas juegan a los sorteos de la lotería por costumbre, otras por tradición y solo en los días señalados y, en algunos casos, por confianza en la suerte. En el caso de Luís Ribeiro y Cristina Simões, una pareja portuguesa que vivía en Barcelos, un municipio del distrito luso de Braga. Ambos solían comprar juntos un boleto de Euromillones cada semana, y jugaban a la lotería como parte de una costumbre y de la rutina que compartían.
El 19 de enero del año 2007, la pareja compró su boleto semanal de Euromillones en un bar local, al igual que un día cualquiera, encarnando sus esperanzas de un mejor futuro juntos. Sin embargo, la inmensa sorpresa llegó cuando ganaron el premio máximo de 15 millones de euros. Esta gigantesca suerte, que para la mayoría supondría una vida resuelta, se tornó en una pesadilla para Luis y Cristina que, a raíz de ganar el premio millonario, comenzaron una amarga disputa por el dinero.

Al principio, ambos acudieron, junto a los padres de Cristina, a Lisboa, para reclamar el premio e ingresarlo en cuentas del banco regional Caixa de Crédito Agrícola. Al principio, la ilusionada pareja planeaba cómo invertir el dinero y proyectaban un futuro en matrimonio, con viajes y estabilidad económica. Sin embargo, el dinero estaba, además de a nombre de Cristina y Luis, también a nombre de los padres de Cristina, y esta situación provocó un infierno que desembocó, en primera instancia, en la ruptura sentimental de la pareja.
Luis, en 2008, pidió acceso a una parte del dinero que él quería retirar para ayudar a su propia familia. Los padres de Cristina se negaron, alegando que esas decisiones debían tomarse una vez la pareja estuviese casada. Luis, que siempre había asumido que el premio era común, y se veía frustrado por no poder acceder a un dinero que le pertenecía, se lo tomó como un grave insulto y, tras romper la relación con Cristina, tomó la decisión de presentar una orden judicial para congelar las cuentas del premio hasta solucionar la situación.
La batalla judicial entre Luis y Cristina se prolongó durante más de una década, en la que se trató de resolver quién era realmente el propietario de esos 15 millones de euros. Por su parte, Cristina no cesó en su empeño de quedarse el dinero, alegando que ella había comprado el billete sola. En un primer momento, el Juzgado de Barcelos dio la razón a Luis, argumentando que la pareja tenía la costumbre de comprar lotería de forma común, y que el premio pertenecía a ambos.

Sin embargo, Cristina recurrió esta sentencia al Tribunal de Apelaciones de Guimarães, que, de nuevo, falló a favor de Luis. Después de continuar con los recursos ante el Tribunal Supremo de Portugal y alargar una lucha judicial durante años, Cristina no logró su objetivo de quedarse con todo el premio. Numerosas sentencias determinaban que el premio era resultado de un esfuerzo de ambos y que el dinero debía repartirse equitativamente. Así, la pareja de Luis y Cristina quedó rota por culpa de un premio millonario y ella quedó atrapada en una batalla legal que nunca ganó. Por su parte, Luis afirmó en una entrevista a un medio local que había sido una victoria agridulce: “Mi vida sigue y seguirá igual”.