Las gafas son el gran aliado de muchos. Tanto, que hay quienes sin ellas ni siquiera pueden ver la hora del reloj al despertar. Sin su ayuda, preparar el café por las mañanas sería mucho más complejo: calcular los espacios sin ver no es tarea fácil.
Pero a pesar de ello, no a todo el mundo le gusta su imagen con gafas. A otros no les disgusta, pero no se terminan de encontrar cómodos llevándolas. Ante esto, al final son muchos los que terminan planteándose el quirófano como una opción plausible.
La cirugía refractiva es una opción efectiva para corregir la miopía y reducir la dependencia de gafas o lentes de contacto. Ahora bien, no todas las personas son aptas para este procedimiento.
Qué requisitos hay que cumplirse para operarse de la vista
Clínica Baviera es uno de los centros de referencia en oftalmología de España. Así, a la hora de hablar de cirugía refractiva, establece los siguientes requisitos:
- Edad mínima: Es recomendable que el paciente tenga al menos 18 años, ya que antes de esta edad el ojo aún puede estar en desarrollo y la graduación puede variar.
- Estabilidad refractiva: Es esencial que la graduación se haya mantenido estable durante al menos un año antes de la cirugía. Cambios recientes en la visión pueden indicar que la miopía aún está progresando, lo que podría afectar los resultados postoperatorios.
- Salud ocular: El paciente debe gozar de buena salud ocular, sin enfermedades como cataratas, glaucoma o infecciones oculares. Además, es importante que la córnea tenga un grosor adecuado para soportar la remodelación que implica la cirugía.
- Salud general: No padecer enfermedades autoinmunes, diabetes no controlada u otras condiciones sistémicas que puedan interferir en la cicatrización o aumentar el riesgo de complicaciones.
- Embarazo y lactancia: Las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia deben posponer la cirugía, ya que las fluctuaciones hormonales pueden afectar la visión y la cicatrización.
Qué pruebas hacen a los pacientes antes de una operación de miopía
Antes de la cirugía, se realiza una evaluación oftalmológica completa que incluye:
- Topografía corneal: Para analizar la forma y curvatura de la córnea.
- Paquimetría: Para medir el grosor corneal.
- Refracción: Para determinar la graduación exacta.
- Evaluación de la pupila: Para medir el tamaño y reacción de las pupilas.
Estas pruebas ayudan a determinar la técnica quirúrgica más adecuada y a identificar posibles contraindicaciones. Así pues, existen diversas técnicas quirúrgicas para corregir la miopía, cada una con características y aplicaciones específicas según el perfil del paciente.
Una de las más utilizadas es el LASIK. Este procedimiento consiste en la creación de un colgajo en la córnea, que luego se levanta para permitir la remodelación del tejido subyacente mediante un láser excímer. Su principal ventaja es la rápida recuperación visual y la menor incomodidad postoperatoria en comparación con otras técnicas. Otra opción es la PRK, que al contrario que la técnica anterior, no requiere la creación de un colgajo. En este caso, se elimina la capa superficial de la córnea y se remodela la superficie con láser. Aunque el proceso de recuperación es más largo y puede generar mayor incomodidad, es una alternativa adecuada para pacientes con córneas delgadas o ciertas irregularidades corneales.
Para quienes presentan miopía elevada o no son candidatos para LASIK o PRK, existen las lentes fáquicas. Este procedimiento implica la implantación de una lente intraocular sin extraer el cristalino natural del ojo.